Quinoa a prueba de sal
Científicos argentinos y alemanes están tras uno de los genes que brinda, a esta planta ancestral, tolerancia a suelos de una salinidad similar a la del agua de mar. Buscarán introducirlo en otras especies para que soporten condiciones hostiles.
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La quinoa, un cultivo todo terreno, que crece casi en el cielo -a 4000 metros de altura-, o en el llano, soporta estoica condiciones extremas como suelos tan salinos como el mismísimo mar. Uno de los genes que le confiere resistencia a esta situación extrema es secuenciado y analizado por científicos de la Argentina y Alemania, que ponen bajo el microscopio a este “grano madre”, como lo llamaban los incas. “Las plantas suelen tener problemas en terrenos salinos, pero la quinoa, según comprobamos, soporta hasta 500 milimoles de cloruro de sodio por litro, es decir, como si crecieran en agua de mar. Ahora estamos analizando uno de los genes que le confiere esta resistencia”, sintetiza Sara Maldonado quien junto con otros biólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y en conjunto con científicos de Institute for Plant Ecology, Justus-Liebig-University of Giessen, de Alemania, llevan adelante el experimento. Muy livianas -unas 350 semillas de quinoa apenas pesan un gramo- pero muy nutritivas, a punto tal que la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) las promueve como “alimento alternativo de alto nivel nutricional”. Por su parte, Naciones Unidas declaró a 2013 “Año Internacional de la Quinoa”, pues sus virtudes alimenticias resultan estratégicas en la lucha contra el hambre mundial. De ser un consumo básico de las antiguas civilizaciones de los Andes de América del Sur durante miles de años pasó a ser incluida por la NASA dentro de sus programas de viajes espaciales. “Es el único alimento de origen vegetal que tiene todos los aminoácidos esenciales, oligoelementos y vitaminas”, destacan desde la FAO, mientras en los mercados internacionales la tonelada de estas semillas triplicó su valor en los últimos diez años. Este súper alimento, considerado un regalo de los Andes, vive donde nada más está de pie. “Hay muchos terrenos ociosos por la cantidad de sal o por la aridez del ambiente en San Juan, Catamarca, La Rioja, inclusive al sur en la provincia de Buenos Aires como en campos cercanos a Bahía Blanca que presentan suelos salitrosos. Hoy se sabe que la quinoa allí podría crecer. He visto en Bolivia, en las márgenes del salar Uyuni, plantaciones de este cultivo que tiene al menos 3000 variedades depositadas en bancos de germoplasma”, precisa Hernán Burrieza, de Exactas-UBA, quien elabora una tesis doctoral sobre la quinoa. En este sentido, Maldonado desde el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, destaca: “Terrenos que han sufrido inundaciones y han quedado afectados por las sales pueden encontrar en estas plantas una opción para sus campos”.
Gen tolerante a la sal
El equipo argentino que desde 1998 no pierde detalle de la quinoa, ahora tiene bajo la lupa a las dehidrinas. “Se trata –explica Maldonado- de proteínas que se hallan en la semilla de la planta y le permiten soportar la deshidratación que normalmente se registra durante su desarrollo. Cuando las condiciones son muy adversas, estas dehidrinas se producen en gran cantidad y le ayuda al cultivo a resistir sequías, frío o salinidad extremas”. Esta capacidad de supervivencia conferida por la superproducción de estas y otras proteínas lleva a la quinoa a seguir en pie cuando otras plantas mueren disecadas. Justamente develar este secreto guardado desde hace milenios en este cultivo de coloridas panojas, y que ha sido conservado en silencio por los campesinos andinos, hoy es puesto bajo el microscopio en laboratorios de todo el mundo. En la porteña Ciudad Universitaria, los científicos sometieron a la quinoa a situaciones adversas para detectar su resistencia. “Pudimos hacer crecer las plantas en diferentes condiciones de salinidad y habían logrado producir semillas viables. Estas semillas mostraban una serie de dehidrinas que se acumulaban en mayor cantidad en estos casos extremos. Logramos aislar una de ellas y secuenciar el gen”, describe Burrieza. Los pasos para desentrañar las razones de su resistencia a prueba de sal, continuaron. “Hicimos un clonado del gen, es decir, aislamos una copia, y la introdujimos en levaduras a la cuales sometimos a situaciones de alta salinidad, mostrándose más tolerantes las que portaban este gen que las de control”, indica el científico y enseguida agrega: “Hasta acá vimos que la salinidad lleva a que aumente en la planta de quinoa la expresión de un determinado gen y hemos logrado comprobar su rol en la tolerancia a la salinidad en levaduras”. En estos momentos, los investigadores buscan probar que lo mismo ocurrirá en Arabidopsis, una planta modelo de laboratorio. “Si comprobamos que este gen resulta valioso para la tolerancia a la salinidad, la etapa siguiente será incorporarlo a otros cultivos de interés comercial”, anticipa Maldonado. Por su parte, Burrieza, añade: “Tenemos indicios de que este gen también influye en la resistencia a la sequía”. Con numerosas expectativas sobre los secretos guardados en esta planta milenaria, los científicos insisten en buscar revelar cómo funcionan en detalle estas proteínas o dehidrinas que le confieren propiedades a prueba de sal. “Antes de ser empleadas comercialmente, debemos comprender los mecanismos por los cuales actúan. No se pueden usar como herramientas biotecnológicas sin antes conocerlas en profundidad. Si este gen de la quinoa logra conferir resistencia a la salinidad a otros cultivos, presenta la ventaja de provenir de una planta cultivada comercialmente, lo cual la haría menos cuestionada que otros transgénicos”, concluye Burrieza.