Se sabe desde hace décadas que las semillas de quinoa poseen un alto valor nutricional debido a la abundancia de un aminoácido esencial, la lisina. Pero se desconocía cuáles eran las proteínas que poseían ese aminoácido, y en qué proporción se encontraba. Un nuevo estudio permitió determinar esas proteínas analizando cuatro variedades de quinoa procedentes de diferentes regiones de Sudamérica.
Hernán Burrieza
Semillas de quinoa fueron halladas en los años 70 en Los Morrillos, en la localidad de Barreal, en San Juan. Estaban en una vasija de calabaza. Las bajas temperaturas y el clima seco contribuyeron a mantenerlas momificadas. Pero los estudios químicos y moleculares mostraron que murieron en forma muy lenta. Se trata de semillas domesticadas, lo que indica que hace muchísimos años que los pueblos originarios ya la cultivaban.
Las Naciones Unidas declararon a 2013 “Año Internacional de la Quinoa”, un cultivo con excelentes propiedades nutricionales conocidas por los Incas y que la NASA incorporó a sus viajes espaciales. En Exactas la estudian y han secuenciado uno de los genes que le permiten crecer en suelos con concentraciones salinas tan altas como las del agua de mar.
Científicos argentinos y alemanes están tras uno de los genes que brinda, a esta planta ancestral, tolerancia a suelos de una salinidad similar a la del agua de mar. Buscarán introducirlo en otras especies para que soporten condiciones hostiles.