La Agencia en estado de coma
La renuncia en bloque de la totalidad del directorio de la Agencia I+D+I puso de manifiesto la parálisis que afecta, desde la asunción del gobierno de Javier Milei, a un organismo clave en la financiación de proyectos científicos y tecnológicos del país. Su achicamiento al extremo o incluso su desaparición son los destinos más probables dispuestos por la actual administración. La incertidumbre es total.
Con prisa pero sin pausa, la administración de Javier Milei avanza, paso a paso, en el desmantelamiento del sistema científico tecnológico nacional. Al ahogo presupuestario sobre las universidades nacionales y la desfinanciación, despidos y ataques que sufre el CONICET, se le suma ahora la parálisis que desató una crisis institucional en la Agencia I+D+I.
“A pesar de haber realizado denodados esfuerzos como vocales del directorio –máxima autoridad del organismo– para arbitrar los medios a nuestro alcance en búsqueda de evitar el desmantelamiento, la parálisis y la destrucción institucional, nos vemos obligados a denunciar la situación de deterioro institucional, que corroe los objetivos para los cuales el organismo fue creado”, señala uno de los párrafos de la declaración con la cual los nueve vocales que integran el Directorio de la Agencia dieron a conocer públicamente, el viernes 12 de abril, su renuncia en bloque al organismo.
“Estábamos en una especie de limbo porque entre el 10 de diciembre y fines de marzo no se había nombrado un presidente para la Agencia. Y el secretario de Ciencia, Alejandro Cosentino nunca nos convocó formalmente, solo participaba de charlas informales y no nos daba ninguna respuesta. Además, había un destrato bastante importante”, relata María Cristina Carrillo, investigadora del CONICET, profesora de la Universidad Nacional de Rosario y una de las vocales renunciantes. Y completa: “La situación no mejoró con la designación de Alicia Caballero. Es una economista de la UCA que creo que no entiende la dimensión del trabajo que hacemos en la Agencia”.
“Están destruyendo la Agencia, el CONICET y las universidades las tres patas de un sistema científico tecnológico que es reconocido en el mundo entero”.
“Luego de la renuncia ninguna autoridad se comunicó con nosotros, ni dieron algún tipo de respuesta a nuestros planteos. Sí se están comunicando cientos de investigadores y directores de institutos que nos dicen que era necesario poner en evidencia esta situación. Para nosotros eso es un aval a la decisión unánime de renunciar”, afirma Rubén Zárate, profesor de la Universidad de la Patagonia Austral, y ex secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Provincia de Chubut.
A la precaria situación institucional, los renunciantes sumaron advirtencias acerca de la parálisis que pesa sobre el organismo y manifestaron que esta situación se refleja en la destrucción de recursos estratégicos. “En primer lugar, se observa que la plataforma informática diseñada para agilizar la evaluación fue desmantelada. En segundo lugar, se llevó adelante la desvinculación de dos funcionarios claves para el desarrollo del organismo: los directores del Fondo Tecnológico Argentino y el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica. Y en tercer lugar, se denuncia la arbitraria decisión de reducir la planta del personal, afectando criterios básicos de desempeño en las funciones requeridas”, sostienen en el comunicado.
“En estos meses se despidieron 90 personas que eran recursos humanos altamente calificados, formados en la propia Agencia, que trabajaban en la gestión de todos los instrumentos que dispone el organismo, con lo cual quedamos muy disminuidos. Por otro lado, el desmantelamiento del sistema informático que se había perfeccionado para que se pudieran cargar los proyectos de una manera mucho más amigable y en el que se había invertido mucho dinero, es una decisión lisa y llanamente incomprensible”, se lamenta Carrillo.
La Agencia I+D+I es un organismo nacional descentralizado, con autarquía administrativa y funcional que actúa bajo la órbita del ex ministerio y ahora Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Tiene por objetivo promover la investigación científica, la generación de conocimiento y la innovación productiva de la Argentina. Para eso cuenta con instrumentos de promoción orientados a distintas temáticas, sectores y beneficiarios que se plasman por medio de tres fondos de financiamiento, que reciben recursos del Tesoro nacional y de diferentes organismos internacionales: FONCyT (Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica); FONTAR (Fondo Tecnológico Argentino), y FONARSEC (Fondo Argentino Sectorial).
“Hay una orientación deliberada de debilitar, disminuir, desmantelar y, en algunos casos, desaparecer áreas completas del sistema científico tecnológico nacional”.
Para dar cuenta del rol central que ocupa la Agencia en el sistema científico nacional basta señalar que, entre 2019 y 2023, el organismo invirtió (en pesos constantes) 130 mil millones de pesos en la financiación de más de 130 líneas de investigación de todas las grandes áreas del conocimiento, que incluyen más de 9 mil proyectos en los que participaron más de 30 mil investigadores e investigadoras, más de 1.100 becarios. Además, lanzó 15 convocatorias cofinanciadas con provincias y gestionó 465 millones de dólares provenientes de organismos internacionales.
“La Agencia es un gran seleccionador de las mejores ideas, un pilar importantísimo en la financiación de proyectos y es la institución que tiene la responsabilidad de lograr el máximo impacto con esas iniciativas científicas. La Agencia y el CONICET son los dos engranajes clave que distinguen al sistema científico argentino del resto de América Latina”, sostiene Fernando Peirano, expresidente de organismo entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023.
Para Peirano, “si bien no se ha escrito y no se ha hecho ningún anuncio, la propuesta de Milei es reducir a la Agencia a su mínima expresión, desatendiendo la mayoría de sus obligaciones. Una Agencia en estado de coma que, con suerte, va a poder sobrevivir a esta etapa histórica”.
Estos análisis parecen confirmarse a partir de charlas informales que algunos de los ahora exvocales mantuvieron con el secretario Cosentino. “Él nos dijo que la Agencia estaba muy expandida, que gastaba mucho dinero, que en este momento no había plata y que se tenía que hacer un análisis de los recursos y de todos los instrumentos que tiene el organismo para definir con cuáles se podía seguir adelante y con cuáles no”, recuerda Carrillo.
“Una vez que vos perdés del tren del desarrollo científico cuesta mucho volver a agarrarlo, significa un retraso de 20 ó 30 años, o más. Da mucho pena”.
¿Pero es realmente la falta de recursos el motivo que ha llevado al gobierno de Milei a paralizar a la Agencia? ¿Estaban efectivamente vacías las arcas del organismo hacia diciembre de 2023? ¿No cuenta la Agencia con fondos internacionales para solventar proyectos plurianuales que estaban en poder de la institución?
“La Agencia tiene un fondo fiduciario que al 10 de diciembre contaba con 5 mil millones de pesos para financiar proyectos. Esos recursos estaban en caja y no se pueden utilizar para otra cosa. Sin embargo la acefalía primero, que duró meses, y luego por decisiones políticas no se están transfiriendo en tiempo y forma”, explica Peirano y completa: “Hay convocatorias con el orden de mérito resueltas, más de 1.500 proyectos aprobados y no se convierten en contratos para su puesta en marcha. Hay una convocatoria de proyectos para 2025 que se viene estirando. Todo se dilata, todo se posterga. Cuando un engranaje como la Agencia se paraliza, el sistema en su totalidad se termina frenando”.
“La Agencia está paralizada –asegura Carrillo–. Fijate que hubo un llamado para los PICT de 2023 que nosotros sacamos y ellos lo suspendieron y lo postergaron hasta julio. O sea que muchísima gente se queda sin saber si le van a pagar el subsidio para el cual se presentaron. Va a quedar un vacío de varios meses sin subsidiar lo cual es terrible para un grupo de investigación. La incertidumbre es total”.
Pero entonces, si hay dinero que, además, no puede utilizarse para otros fines, ¿cuáles son los motivos que llevan a la actual administración minarquista a desmantelar el organismo? Y si la Agencia desaparece, ¿qué consecuencias puede tener sobre el sistema nacional de ciencia y tecnología? ¿Puede haber ciencia sin Agencia en Argentina?
“Yo no creo que este sea un plan de ajuste clásico como los que han ocurrido en otros períodos cuando el neoliberalismo gobernó el país. Me parece que ahora hay un nivel de agresividad inusual que excede lo económico”, reflexiona Zárate y se explaya: “Yo no sé si hay un plan en el sentido clásico, que hace referencia a un sistema ordenado de toma de decisiones y ejecuciones pero sí, hay una orientación deliberada de debilitar, disminuir, desmantelar y, en algunos casos, desaparecer áreas completas del sistema científico tecnológico nacional”.
Peirano, por su parte, también subraya la singuralidad de la situación actual. “Si bien el sistema ha tenido reiteradas crisis a lo largo de estos 40 años de democracia, nunca nos habíamos enfrentado a una situación como la actual, donde tanto el presidente como sus funcionarios en el sistema, ni en campaña, ni ya en la gestión, han tenido alguna palabra destacando alguna cualidad del sistema, tampoco mostraron ningún compromiso para mejorarlo”, afirma y advierte: “De persistir en este camino, la conclusión es obvia, los científicos van a comenzar a irse del sistema, los fondos van a quedar desactualizados y todos los problemas se van a agravar. El desánimo es muy grande en la comunidad científica”.
“Están destruyendo la Agencia, el CONICET y las universidades las tres patas de un sistema científico tecnológico que es reconocido en el mundo entero. Es triste lo que está sucediendo. Y yo siempre digo, una vez que vos perdés del tren del desarrollo científico cuesta mucho volver a agarrarlo, significa un retraso de 20 ó 30 años, o más. Da mucho pena”, cierra Carrillo con desazón.