Registran cambios en los lagos antárticos
En un lago de la Península Antártica, a partir de un seguimiento que se extendió a lo largo de 16 años, investigadoras de la Facultad detectaron cambios en el plancton debidos al aumento de temperatura. El ascenso de las marcas térmicas pudo haber sido el responsable de provocar un incremento excesivo de la materia orgánica en esas aguas. Los resultados acaban de publicarse en Polar Biology.
Las regiones polares se encuentran entre las más sensibles del planeta al aumento de temperatura como consecuencia del cambio climático global. El ascenso de las marcas térmicas junto con el incremento en las precipitaciones contribuyen a que los lagos y lagunas antárticas sufran modificaciones en sus propiedades físico-químicas y en sus poblaciones microscópicas. Por tal razón, esos cuerpos de agua dulce funcionan como centinelas del cambio climático, y constituyen un excelente objeto de estudio para los especialistas que estudian el plancton que habita en aquellas regiones.
Así, las doctoras Irina Izaguirre y Haydée Pizarro, investigadoras del Conicet y profesoras en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en un estudio desarrollado durante 16 años, registraron los cambios producidos en un lago de la Antártida y, con esos resultados, estiman “que el aumento de temperatura en esa región puede acelerar el proceso de eutrofización de los lagos, es decir, un aumento excesivo de la materia orgánica”, según señala la Izaguirre. Los resultados acaban de publicarse en Polar Biology.
“A lo largo de los últimos cincuenta años, la Península Antártica ha experimentado uno de los aumentos más rápidos de temperatura de la Tierra, con un incremento promedio de dos grados”, confirma Pizarro.
Un efecto importante del incremento de la temperatura es el descongelamiento del permafrost, o suelo permanentemente congelado que cubre la superficie, y ello, a su vez, tiene consecuencias en la composición del agua. En efecto, los hielos permanentes pueden contener gran cantidad de materia orgánica e inorgánica que es liberada durante la fusión.
“Diferentes estudios mostraron que los lagos son buenos centinelas del cambio climático global. Además, los sedimentos que se encuentran depositados en ellos constituyen archivos de las respuestas del ecosistema a los cambios de temperatura del pasado”, explica Izaguirre.
En particular, la investigación se centró en las modificaciones en el fitoplancton y las variaciones históricas del lago Boeckella, ubicado en la zona de Bahía Esperanza, en la Península Antártica, cuyos lagos vienen siendo monitoreados por este equipo de investigadores desde 1991.
Hasta el momento los investigadores no registraron especies nuevas, aunque estiman que éstas podrían revelarse a partir de estudios moleculares que se están llevando a cabo actualmente. Sin embargo, lo que sí constataron es que algunas especies de algas incrementaron su presencia en el lago, mientras que otras disminuyeron su población.
Las modificaciones en el fitoplancton coinciden con otras modificaciones que se vienen detectando en la región. Por ejemplo, otros grupos de investigadores advirtieron que algunas especies de gramíneas, que en algún momento fueron introducidas en la Antártida, ahora se están dispersando hacia latitudes más altas debido al aumento de temperatura.
“Los sistemas polares tienen poca resiliencia, que en ecología quiere decir que son muy vulnerables a modificaciones como las debidas al cambio climático”, afirma Izaguirre. Como los organismos que habitan la región están muy adaptados a esas condiciones extremas, si sube la temperatura, el cambio resulta muy drástico, y no permite la adaptación. En los ambientes que tienen cambios más fluctuantes, los organismos presentan mayor capacidad para adaptarse.
Cuanto más restringido sea el rango ecológico de una especie, ésta será mucho más proclive a verse afectade por un cambio climático. Los ecosistemas polares se encuentran entre los más vulnerables, por eso son estudiados con sumo detalle por numerosos equipos de investigación.
“Las evidencias obtenidas en el lago Boeckella indican que el cambio climático podría acelerar el proceso de eutrofización de los lagos en la región de Antártica Marítima, en forma coincidente con el cambio en el predominio de las comunidades algales”, asegura Izaguirre.