No es como se pensaba
Grandes masas de algas de color verde fosforescente están invadiendo las aguas del Río de la Plata. Las autoridades advierten sobre los riesgos para la salud. Las noticias lo reflejan como un fenómeno natural. Entretanto, acaba de publicarse un estudio científico internacional que reveló cuáles son los principales causantes del crecimiento exagerado de las cianobacterias. Los resultados sorprendieron a los propios investigadores.
En las últimas semanas, las cianobacterias volvieron a ser protagonistas de un fenómeno que se repite casi todos los veranos. Año tras año, la información noticiosa da cuenta de grandes manchas de color verde fosforescente que invaden el Río de la Plata. Los artículos periodísticos reiteran las advertencias de las autoridades sanitarias: no se bañe en esos sitios; evite consumir pescados, mariscos o cualquier otro alimento que provenga de esos lugares. Una y otra vez, los expertos explican que son organismos que pueden producir toxinas y que si entramos en contacto con ellos podemos sufrir distintos tipos de males: desde vómitos, diarreas y alergias hasta parálisis muscular, fallo respiratorio y muerte. Se redunda en que es un fenómeno debido al calor, a la falta de viento y a la escasez de lluvias; y en que el problema ha empeorado por el uso excesivo de fertilizantes. Y no faltan las voces periodísticas que señalan al cambio climático como el culpable. A veces, se informa que las manchas verdes producidas por la floración de las cianobacterias desaparecerán paulatinamente con el cambio de las condiciones hidrológicas y meteorológicas. Las noticias desaparecen mucho más rápidamente. Pero la repetición de la información influye en la naturalización del acontecimiento y en la construcción del sentido común.
“A medida que se ha intensificado el calentamiento global antropogénico, se ha vuelto común involucrar al aumento de las temperaturas como una causa del aumento del éxito de las cianobacterias”, escribe un grupo de investigadores en un paper que acaba de publicarse en la revista científica Harmful Algae. Se trata de un trabajo que desmiente que la causa dominante del aumento de las cianobacterias sea el cambio climático.
El crecimiento exagerado de las cianobacterias es un problema porque, además de poner en peligro la salud, reducen la ya escasa disponibilidad mundial de agua.
Mancha venenosa
Las cianobacterias se encuentran en todos los cuerpos de agua y son esenciales para el sostenimiento de la vida. Forman parte del fitoplancton que constituye el primer eslabón de la cadena alimenticia para los organismos acuáticos y, además, realizan la fotosíntesis que provee de oxígeno al planeta.
Pero su crecimiento exagerado es un problema porque, además de poner en peligro la salud, reducen la ya escasa disponibilidad mundial de agua para bebida e higiene. También, la floración de cianobacterias altera el ecosistema, porque provocan mortandad en la flora y en la fauna afectando, a su vez, la actividad económica que depende de esos cuerpos de agua.
“El conocimiento de los procesos de floración de cianobacterias comparando climas cálidos y fríos es escaso”, consigna Irina Izaguirre, investigadora del CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución (IEGEBA), situado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “Nuestro trabajo apuntó a cubrir ese vacío de conocimiento, y nos sorprendió el resultado”, revela.
Izaguirre e Inés O’Farrell, también del IEGEBA, firman el artículo científico publicado en Harmful Algae junto a otros veinte investigadores e investigadoras de siete países de Latinoamérica.
El trabajo pone de relieve que son los nutrientes, y no la temperatura, los principales impulsores de la biomasa de cianobacterias en América.
Coordinados por Sylvia Bonilla, de la Universidad de la República, en Uruguay, llevaron a cabo un trabajo de escala continental que comprendió el estudio de 464 lagos situados a lo largo de todo el continente americano, desde el extremo norte de Canadá hasta nuestra Tierra del Fuego. De esta manera, el análisis abarcó una distancia de 14 mil kilómetros a través de todos los climas, considerando tres categorías de lagos: someros (los más playos), intermedios y profundos.
¿Fenómeno natural?
Para realizar semejante trabajo, el grupo de investigación construyó una gran base de datos a partir de los resultados obtenidos en estudios previos propios y de otros científicos. Reunieron la información existente sobre las características de los 464 lagos (tamaño, profundidad, altitud, clima, temperatura del agua, si era natural o artificial, entre otras), como así también la masa de cianobacterias y la cantidad de fósforo y nitrógeno (indicadores de la cantidad de nutrientes) en diferentes épocas del año.
Querían saber cuáles eran los factores principales para el aumento de las cianobacterias. Con ese fin, analizaron todo el conjunto de datos mediante modelos matemáticos. El resultado más importante del trabajo se refleja en el título del artículo científico: Los nutrientes y no la temperatura son los principales impulsores de la biomasa de cianobacterias en América.
“Pensábamos que nuestros resultados iban a dar que la temperatura era el factor más importante”, confiesa Izaguirre. “Sin embargo, nuestro trabajo pone de relieve que, distinto de lo que se pensaba, el factor principal son los nutrientes. De hecho, comprobamos que hay lagos de zonas tropicales, en los que la temperatura es elevada y la concentración de nutrientes es baja, que no tienen floración de cianobacterias. De la misma manera, vimos que hay lagos situados en climas fríos que tienen alta concentración de nutrientes y un gran desarrollo de cianobacterias”, ejemplifica.
La investigación reunió la información existente sobre las características de 464 lagos, desde Canadá hasta Tierra del Fuego a través de todos los climas.
La investigadora explica que el aumento de nutrientes en los cuerpos de agua es causado fundamentalmente por la actividad humana: los fertilizantes, los excrementos del ganado y los desechos cloacales e industriales que no han sido tratados son los contribuyentes principales del nitrógeno y del fósforo que sirven de alimento a las cianobacterias. En definitiva, si hay nutrientes disponibles y hay luz suficiente para que las cianobacterias efectúen la fotosíntesis la temperatura pierde protagonismo.
“Nuestro trabajo muestra que no le podés echar la culpa de la floración de cianobacterias únicamente al cambio climático”, señala Izaguirre, y completa: “La temperatura puede agravar la situación, pero no es un factor que per se confiera necesariamente una ventaja competitiva a las cianobacterias”.
El orden de los factores altera el producto
Los resultados de la investigación cobran especial relevancia si se quiere lograr el control de las floraciones. Porque saber que los nutrientes son condicionantes para el crecimiento exagerado de las cianobacterias los convierte en un factor de predicción.
En este sentido, el estudio brinda otro dato significativo: “Encontramos que, dentro de los nutrientes, el fósforo es un factor mucho más importante que el nitrógeno para el crecimiento de las cianobacterias. Pero, también vimos que el nitrógeno es muy importante en los lagos someros”.
En otras palabras, la profundidad del cuerpo de agua determinará si es suficiente con vigilar la concentración de un solo nutriente, o si es necesario hacer mediciones de los dos: “Si el lago es somero, tal vez no sea suficiente con controlar solamente el fósforo. Y esto tiene consecuencias importantes en el manejo, porque una particularidad de los cuerpos de agua poco profundos es que son más sensibles a la contaminación por cianobacterias, sufren floraciones más rápidas. Por eso tienen un gran valor como centinelas, porque nos pueden advertir tempranamente sobre lo que puede llegar a ocurrir en el resto de la cuenca”.
La importancia primordial de los nutrientes en el crecimiento exagerado de las cianobacterias cambia la mirada sobre el problema: “Si le adjudicamos la causa de todo el problema al cambio climático es muy poco lo que podemos hacer, porque es algo que solo puede resolverse a nivel global a través de las decisiones que se tomen entre los países. Pero si nosotros vemos que el factor más importante está siendo la concentración de nutrientes, como demostramos claramente, entonces nosotros localmente podemos hacer algo. Se puede hacer a nivel país, a nivel región y a nivel cuencas”, opina Izaguirre.
Para disminuir la concentración de fósforo y nitrógeno en ríos, lagos y lagunas, la investigadora propone la reducción en el uso de agroquímicos, el tratamiento de los efluentes industriales y de los desechos cloacales y, “muy importante”, proteger la vegetación que circunda los cuerpos de agua: “Cuando llueve, los nutrientes van hacia el agua y esas zonas vegetadas los interceptan, actúan como una esponja de alguna manera”, explica, y advierte: “En la Provincia de Buenos Aires a veces se siembra hasta el borde de la laguna, no se deja una zona de protección”.
Finalmente, Izaguirre resalta la importancia de realizar estudios a una escala geográfica mayor: “Este tipo de trabajos permiten la interacción con otros colegas que nos sirve para enriquecer el análisis y, sobre todo, posibilita ver patrones más generales que uno no ve tan claramente a nivel local”.