Grupos de investigación

No todo está guardado en la memoria

Nuestra memoria selecciona algunos recuerdos que archivará para siempre y otros sucesos que pasarán al olvido. Dilucidar por qué recordamos algunas cosas y olvidamos otras es parte fundamental del trabajo que realizan los investigadores del Grupo de Sistemas Adaptativos e Imaging que dirige el doctor Alejandro Delorenzi.

19 Abr 2012 POR

Alejandro Delorenzi y su grupo de investigación. Foto: Diana Martinez Llaser

Entrevista a Alejandro Delorenzi

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Ireneo Funes, el memorioso personaje de Jorge Luis Borges, recordaba con absurdo y minucioso detalle todo lo que veía. Nosotros, afortunadamente, no. Nuestra memoria selecciona algunos recuerdos que archivará para siempre y otros sucesos que pasarán al olvido. Dilucidar por qué recordamos algunas cosas y olvidamos otras es parte fundamental del trabajo que realizan los investigadores del Grupo de Sistemas Adaptativos e Imaging que dirige Alejandro Delorenzi.

¿Por qué no recordamos todo lo que nos pasa y sí recordamos, por ejemplo, dónde estábamos y qué hacíamos cuando recibimos la noticia de la muerte de nuestra abuela o del atentado a la AMIA? “Muchos de estos recuerdos -tanto los buenos como los malos- se formaron en momentos en que nuestros estados emocionales estaban en juego”, responde Delorenzi. “Así sabemos que las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidos cambios en la actividad del sistema nervioso central y del sistema endocrino, para establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo”, agrega. De esta manera estas emociones determinan qué memorias serán guardadas en nuestros sistemas. “Este es el eje de lo que conocemos como Teoría de la modulación endógena de la consolidación de la memoria, que postula que durante la consolidación, los procesos endógenos activados por una experiencia modulan el almacenado de la memoria a largo término”, explica el investigador. La consolidación es una de las fases de la memoria, en la que aún es frágil, inestable, modulable, y está siendo almacenada en el cerebro para convertirse en estable y duradera.

Una hipótesis de trabajo del grupo es que el hecho de que se compartan elementos neuronales entre emociones y circuitos de memoria es una estrategia conservada a lo largo de la evolución para asegurar que algunas experiencias sean almacenadas a largo término. Por eso, sostienen, los procesos de aprendizaje, almacenado y modulación de la memoria de un cangrejo o una babosa tienen una naturaleza muy similar a los mecanismos de nuestra memoria.

“El trabajo que comenzamos hace muchos años estaba dirigido a ver cómo algunas mensajeras del cerebro, en particular neurohormonas, modulaban el almacenado de la memoria. Trabajamos con la idea de que uno de estos neuromoduladores, la angiotensina, modula o determina que algunas memorias se almacenen a largo plazo y otras no, y proponemos que es una especie de orquestador del sistema nervioso central que determina las situaciones de emergencia hídrica (cuándo falta agua) y hace que se module el almacenado de cierto tipo de memoria”, detalla Delorenzi. Los investigadores querían demostrar que ese neuromodulador se conserva a lo largo de la evolución. Para eso trabajaron en el cangrejo Chasmagnathus y encontraron que lo que se mantiene a lo largo de la evolución de este neuromodulador es ese efecto coordinador u orquestador. Esta línea de trabajo los llevó a formular una nueva hipótesis: no todas las memorias que se almacenan a largo término se expresan a largo término.

Hace algunos años, grupos de investigación entre los que se encontraba el de Héctor Maldonado, creador del laboratorio, demostraron que una memoria consolidada se puede reactivar al enfrentarse al mismo contexto en el que se produjo un aprendizaje y, —permite actualizarla, incorporando información nueva. El fenómeno, que es parecido al de la consolidación de la memoria, fue denominado reconsolidación y es uno de los mecanismos conservados a lo largo de la evolución. Los especialistas observaron que en esta etapa, el recuerdo podía borrarse. Sin embargo, no siempre que uno recuerda algo la memoria se vuelve nuevamente frágil e inestable. “Sorprendentemente, encontramos que estas mismas sustancias neuromoduladoras también pueden recuperar memorias que antes creíamos olvidadas. Si bien los efectos de aumentar o disminuir la memoria por acciones relacionadas con hormonas endógenas se han explicado clásicamente en términos de cambios positivos o negativos de la fuerza de la memoria, como si esta fuera un músculo, nuestros estudios muestran algo muy diferente. Diversas memorias, que interpretábamos que no eran almacenadas en el cerebro porque los entrenamientos fueron muy débiles o porque administrábamos a los animales sustancias amnésicas, sí estaban allí y, más aun, se podían reactivar”, relata Delorenzi. De esta manera, los investigadores mostraron que, cuando la memoria falla, no siempre es porque no está almacenada; puede tratarse de una memoria que no se expresa pero sí está allí y puede ser reactivada durante la reconsolidación. Del mismo modo, pensar que la memoria no es algo fijo, que se puede reactivar, actualizarse, agregarle o eliminarle contenidos emocionales tal vez durante toda la vida, “también impacta sobre nosotros”, dice el investigador. “Quizás, de esta manera, recodar nuestro pasado sea volver al lugar donde nunca estuvimos”.

 

Grupo de Sistemas Adaptativos e Imaging (Laboratorio de Neurobiología de la Memoria – IFIBYNE, UBA-CONICET)

2do. piso, Pabellón II, 4576-3368/3386 / Fax: 4576-3321

Dirección: Alejandro Delorenzi

Tesistas de doctorado: Karina Barreiro, Verónica Cocoz, Mariana Grassetti, Luis D. Suárez.

Tesistas de grado: Victoria Lynch, Francisco J. Maza.