La memoria tiene sus vueltas, que desde hace años la ciencia intenta develar. Pero no está sola, las emociones también juegan, y aún más, dejan huellas que sólo un ansiolítico puede calmar, por lo menos en crustáceos. Un grupo de investigación que utiliza cangrejos como modelo animal en sus experimentos busca echar luz en los vericuetos del cerebro a la hora de recordar.
Alejandro Delorenzi
Qué ocurre a la hora de recordar es una tarea que desde hace décadas numerosos grupos investigan en profundidad. Ahora, un estudio reciente permite conocer en detalle, en tiempo real, qué sucede en el interior del cerebro, con la actividad neuronal, durante el proceso de reconsolidación de la memoria a largo plazo en un modelo animal bien argentino: el cangrejo de las costas bonaereneses.
Con casi un centenar de participantes, un experimento tradicional mostró resultados inesperados. Un equipo de investigación halló que la intervención de componentes emocionales alteran la memoria a la hora de recordar.
Un trabajo experimental realizado con sujetos humanos confirma lo hallado previamente en cangrejos: el estrés antes de un recordatorio inhibe la expresión de la memoria, pero ésta puede reactivarse. Se confirma así que, aunque no se exprese, la memoria está.
La respuesta intuitiva sería "nada". Sin embargo, estudios recientes demuestran que comparten una parte importante del cerebro llamada "centro de memoria de orden superior". El hallazgo es una evidencia de que el sistema nervioso de diversos grupos de seres vivos tuvo un origen evolutivo común.
Los recuerdos, aunque olvidados, pueden reactivarse y ello se evidencia si los sujetos muestran sorpresa ante una situación inesperada. Lo interesante es que esa persistencia de la memoria tiene un correlato en las neuronas.