Control de la rabia

Mapa de murciélagos

Cada nueve minutos muere por rabia una persona en el planeta, casi la mitad son menores de 15 años. América es el único lugar en el mundo donde los murciélagos son reservorios del virus que provoca la enfermedad y que contagian al morder a humanos y a otros animales. Un equipo de investigación relevó cuáles son los géneros clave de estos quirópteros que impulsan la transmisión de esta afección en el país y el continente.

8 Oct 2024 POR

Un equipo científico logró armar un mapa de los géneros de murciélagos que resultan claves para impulsar la transmisión del virus de la rabia en la Argentina y en América, el único continente en el mundo donde estos animales son reservorios de la enfermedad que, cada nueve minutos, mata a una persona en el planeta, y casi la mitad son menores de 15 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el país, el último caso letal registrado ocurrió en mayo de 2021, en la localidad bonaerense de Coronel Suárez, cuando una mujer de 33 años tomó contacto con un gato que había sido mordido por un murciélago infectado por este lyssavirus, que afecta a mamíferos domésticos, salvajes y a seres humanos.

“Es habitual que un murciélago cuando tiene signos de rabia pierda la capacidad de volar y, entonces, es más fácil de capturar. En este caso, fue cazado por un gato callejero no vacunado, que  se contagia. La persona toma contacto con ese gato que la muerde y le transmite la enfermedad, que originalmente tenía el murciélago”, describe el doctor en biología, Diego Caraballo, de Exactas UBA, y completa: “Por eso es muy importante la vigilancia de la rabia en murciélagos”.

La saliva es la vía de propagación del virus que puede ingresar por mordeduras, arañazos o contacto directo con las mucosas de los ojos, la boca o heridas abiertas.

La mujer, el gato y el murciélago murieron. “Antes se creía que el murciélago era portador sano de la rabia. Pero luego se demostró que fallecen a poco de contraerla, o sea, el virus le resulta tan fatal como a cualquier otro mamífero”, compara Caraballo, del Grupo de Investigación en Filogenias y Filogeografía de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (UBA-CONICET).

La saliva es la vía de propagación del virus que puede ingresar por mordeduras, arañazos o contacto directo con las mucosas de los ojos, la boca o heridas abiertas. “El virus -detalla Caraballo- no va por la sangre, sino que entra por el sistema nervioso hasta llegar al cerebro. Ahí genera muchísimas copias. Después, baja a través de las glándulas salivales”.

Diego Caraballo. Fotografía: Diana Martinez Llaser.

En los seres humanos, los primeros síntomas pueden ser similares a los de la gripe: debilidad o malestar, fiebre o dolor de cabeza. También es posible sentir hormigueo, pinchazos o ardor en el sitio de la herida, según el Ministerio de Salud de la Nación.

Luego, la enfermedad puede adoptar dos formas, de acuerdo con la OMS. En la primera, la “rabia furiosa”, los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, alucinaciones, falta de coordinación, miedo al agua (hidrofobia) y al aire (aerofobia). La muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.

En el mundo hay más de 1.400 especies de murciélagos, y en la Argentina, unas 70.

La segunda es la “rabia paralítica”, que abarca aproximadamente el veinte por ciento de los casos humanos. Los músculos se paralizan gradualmente, empezando por los más cercanos a la herida. El paciente entra en coma lentamente y acaba falleciendo.

Un pasado en América

Los únicos mamíferos dotados de alas son los murciélagos, con un vuelo curioso que se orienta por un desarrollado sistema de ultrasonido de alta frecuencia, inaudible para los seres humanos. En el mundo hay más de 1.400 especies, y en la Argentina, unas 70. Aquí y en América, “la presencia del virus en los murciélagos es muy antigua, y luego aparece en los perros que traen los españoles en el momento de la conquista”, historia Caraballo.

En su totalidad, tienen hábitos nocturnos, y algunos chupan sangre. “Son los murciélagos vampiros que, si están infectados, causan casos de rabia en el ganado al alimentarse de su sangre. Se hallan en el norte del país, hasta las provincias de Córdoba y Corrientes. Pero, en Argentina, la mayoría de estos animales son insectívoros y tienen un rol ecológico importantísimo, por ejemplo, en el control de la biomasa de insectos”, describe.

Pero, ¿cuáles son los géneros de estos animales que resulten ser los mejores reservorios del virus de la rabia? “Buscamos modelar el proceso de transmisión entre especies y determinar qué murciélagos hospedadores actúan como los principales propagadores”, señala el trabajo publicado en Virus, del cual Caraballo es primer autor.

El equipo encontró que los murciélagos del género Myotis, tenían la mayor diversidad de virus en toda América y habían transmitido la enfermedad a un montón de otras especies.

Con ese fin, pusieron bajo estudio a 62 murciélagos positivos para rabia, que habían sido recibidos por laboratorios de vigilancia y epidemiología. “Hicimos -narra- un análisis de uno de los genes del virus que codifica para la nucleoproteína, el gen insignia, que se usa para saber a qué linaje pertenece. Con eso construimos un árbol filogenético para ver cuál era la diversidad de los virus de rabia que hay circulando en murciélagos, no solo en Argentina sino en el contexto de todas las Américas, que es el territorio completo en el que tiene incidencia la rabia de murciélagos”.

El estudio tenía la mirada puesta en desentrañar cuáles eran típicamente los donantes y quiénes los receptores. “Encontramos que la mayor parte de las transmisiones se dan entre géneros de murciélagos de la misma familia”, subraya. Y encontraron, uno en particular, Myotis, que “tenía la mayor diversidad de virus en toda América, y la había transmitido a un montón de otras especies. Es -destaca- un gran reservorio”.

Este mapa de murciélagos construido por el equipo científico (Ver recuadro) facilita contar con un panorama de la posible propagación de la enfermedad. “Este trabajo permite conocer a qué grupo de murciélagos se debe prestar mayor atención desde un punto de vista epidemiológico por ser el mayor propagador, pero esto no implica restarle seguimiento a las demás”, dice, y agrega: “Siempre es muy importante, frente a un caso de rabia, poder tener una tipificación temprana.  Nosotros también aportamos que, ante una secuencia incógnita, ésta se puede colocar en ese árbol que delineamos y saber cuál es el origen de esa variante de rabia”.

Este logro permite un mejor seguimiento en caso de emergencia viral pero, Caraballo remarca que “para contener la enfermedad hay que vacunar a las mascotas como perros y gatos. No se puede hacer lo mismo con los murciélagos, dado su cantidad y que son silvestres. Tampoco se los debe eliminar, ni demonizar, porque cumplen un rol ecológico relevante”.

 

El equipo

El trabajo publicado en Virus lleva la firma de Diego Caraballo, María Lorena Vico, María Guadalupe Piccirilli, Stella Maris Hirmas Riade, Susana Russo, Gustavo Martínez, Fernando Beltrán y Daniel Cisterna. Ellas y ellos pertenecen a distintos centros de investigación: Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires, (UBA – CONICET); Departamento de Zoonosis Urbanas, Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires; Servicio de Neurovirosis, Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS), «Dr. Carlos G. Malbrán”; Dirección General de Laboratorio y Control Técnico (DILAB), Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), e Instituto de Zoonosis «Luis Pasteur”.