Un problema que se puede resolver
Después de más de quince años de trabajo ininterrumpido en el Chaco, un grupo de investigación de Exactas UBA demostró que es posible eliminar las vinchucas de las casas e interrumpir la transmisión del parásito causante de la enfermedad de Chagas.
“Si uno les pregunta a los chicos, no saben lo que son las vinchucas, no han visto vinchucas en su casa”, dice Ricardo Gürtler. Sus palabras reflejan el logro de un objetivo largamente anhelado, pero también una preocupación. Porque hace algunos años, los pibes y las pibas eran parte de la gesta: tenían la misión de detectar la presencia del insecto dentro de sus viviendas y avisar. Esa tarea “detectivesca” la aprendían en la escuela. “Tenían el rol de agentes de vigilancia”, explica el investigador del CONICET. “Eso es algo que no se debería perder”, advierte Gürtler que dirige el Laboratorio de Eco-Epidemiología (LE) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA). Fue precisamente allí donde, en 2007, nació el proyecto Pampa del Indio, un programa de investigación que se propuso identificar cuáles son los principales obstáculos para la eliminación de la vinchuca, insecto vector de transmisión de la enfermedad de Chagas.
Y como se trataba de encontrar obstáculos, para desarrollar su trabajo no eligieron cualquier lugar. El municipio de Pampa del Indio, situado en las puertas de El Impenetrable chaqueño, era uno de los lugares de la Argentina con mayor infestación por vinchucas: más del 30 por ciento de las viviendas rurales estaban invadidas por el insecto. Es un sitio habitado por criollos y Qom, dos etnias que conviven en condiciones de alta vulnerabilidad social. De hecho, es uno de los municipios del país con mayor proporción de hogares con necesidades básicas insatisfechas.
“Uno de los primeros obstáculos con el que nos encontramos, bastante inesperado, fue la resistencia de las vinchucas a los insecticidas piretroides, que son los que se suelen utilizar históricamente para eliminarlas”, recuerda Gürtler.
El municipio de Pampa del Indio, en El Impenetrable chaqueño, tenía más del 30 por ciento de las viviendas rurales invadidas por vinchucas.
En ese contexto, con apoyo nacional, provincial y local iniciaron un programa de investigación y control -que se mantuvo a lo largo de todos estos años y que continúa hasta el día de hoy- con el objetivo de eliminar a las vinchucas e interrumpir la transmisión doméstica de la enfermedad.
Comenzaron con un grupo de quinientas viviendas de una zona rural y, en relativamente poco tiempo, lograron eliminar las vinchucas de esos hogares de Pampa del Indio.
Después, fueron escalando gradualmente las intervenciones hacia todo el municipio: “Cubrimos 1.800 kilómetros cuadrados del área rural y demostramos que en dos años es posible reducir la infestación al 2 por ciento de las viviendas”, revela Gürtler. “Esto es muy importante, porque se consideraba que no era posible”, afirma, y subraya: “Nuestros resultados refutan el supuesto de que las acciones de control realizadas en comunidades marginadas del Gran Chaco están condenadas al fracaso”.
Según el investigador, después de los primeros dos años de intervención, “el trabajo consiste básicamente en consolidar lo logrado, y para eso es fundamental la participación de la comunidad”. De hecho, lo probaron en 2015, cuando llevaron a cabo un “paquete de intervención rápida” en Avia Terai, un municipio vecino de Pampa del Indio.
Todas las acciones de escalamiento geográfico y de control del vector para llegar a su casi eliminación tienen por objeto interrumpir la transmisión de la enfermedad a la población residente: “Hemos corroborado que no han habido casos de transmisión vectorial detectables en toda esta población después del 2007. Sí detectamos algún caso congénito, de transmisión de madre a hijo, que fue referido para su tratamiento en el hospital local”, consigna Gürtler.
Las claves del logro
La experiencia reunida a lo largo de todos estos años de trabajo en el Chaco -que implicó unas 11 mil búsquedas del insecto en unas 2.500 viviendas, y alrededor de 2 mil aplicaciones de insecticida- le permitió al equipo de investigación del LE determinar tres ejes fundamentales del trabajo que posibilitaron el logro.
El equipo cubrió 1.800 km2 del área rural y demostró que en dos años es posible reducir la infestación al 2 por ciento de las viviendas.
“El primer eje de nuestro trabajo fue considerar las múltiples fuentes de heterogeneidad, fundamentalmente en el nivel socioeconómico, que afectan el proceso y los resultados que uno obtiene”, señala Gürtler, y aclara: “Esto tiene que ver con características vinculadas a la vivienda que favorecen al vector. Esas características están estrechamente ligadas con el background étnico de la familia, del hogar -si son criollos o Qoms- y otras cuestiones que tienen que ver con la capacidad material que tiene ese hogar”.
En este sentido, el científico comenta que el proceso de escalamiento de las intervenciones les permitió descubrir que “hay hot spots o zonas calientes, es decir, zonas con mayor riesgo de transmisión, que representan un 30 por ciento del municipio”.
Para el investigador, esta heterogeneidad, que se manifiesta en zonas más “calientes” y zonas más “frías” desde el punto de vista de la transmisión de la enfermedad, muestra la necesidad de identificar los lugares en donde habría que priorizar las intervenciones, tanto para evitar la transmisión como para tratar a la gente afectada. “Esto es importantísimo desde el punto de vista sanitario para no dispersar los escasos recursos disponibles en donde no se necesitan”.
A partir de estos hallazgos, Gürtler formula otro eje esencial para el logro: “La segunda cuestión, que es fundamental en nuestro trabajo, es que pusimos el eje en lo que se llama el manejo adaptativo. Una política estratégica de nuestro programa fue aplicar el insecticida en forma juiciosa y selectiva, y solo cuando era indispensable. Y para eso invertimos una gran parte del tiempo de trabajo en la detección del vector”.
Finalmente, Gürtler enuncia un tercer eje central del proceso: “El paraguas de todo esto es la sostenibilidad”, declara, y detalla: “Nosotros encaramos nuestro trabajo con una visión de largo plazo, lo cual implicó, por un lado, apuntar a diagnosticar el origen de los problemas e ir perfeccionando los métodos con los que investigamos. Por otro lado, con esta visión de largo plazo, impulsamos fuertemente la participación de los actores locales, no solo a nivel familiar o de hogar, sino también del sistema de salud y del sistema educativo”.
Las experiencias, aprendizajes y reflexiones desarrollados a lo largo de todos estos años por el equipo de investigación del LE fueron volcados en un paper que acaba de publicarse en la revista científica PLOS Neglected Tropical Diseases. Lo firman Ricardo Gürtler, María Sol Gaspe, Natalia Macchiaverna, Gustavo Enriquez, Lucia Rodríguez-Planes, Maria del Pilar Fernández, Yael Provecho y Marta Victoria Cardinal.