El Chagas discriminado
Un equipo de investigadores de Exactas-UBA analizó el riesgo de transmisión de la enfermedad en trece comunidades rurales del Chaco habitadas por criollos y Qom. Los resultados revelan la existencia de una gran heterogeneidad en el peligro de infección y replantean las estrategias utilizadas hasta el momento para combatir este problema de salud.
Entrevista a Ricardo Gürtler
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Entrevista a Victoria Cardinal
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En el marco de un estudio científico sin precedentes por su minuciosidad y por su extensión en el tiempo y en el espacio, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (Exactas-UBA) analizó el riesgo de transmisión del Trypanosoma cruzi –el parásito responsable de la enfermedad de Chagas- en poblaciones rurales de Pampa del Indio, un municipio situado en las puertas de El Impenetrable chaqueño.
El trabajo epidemiológico evaluó si había diferencias significativas en cuanto al peligro de infección entre los habitantes de las comunidades Qom -también conocidas como Tobas- y los pobladores criollos, dos etnias que coexisten en esas zonas rurales. Para ello, los científicos estudiaron un área que involucra trece caseríos conformados en total por 327 viviendas.
“Nuestro análisis demuestra que hay una gran heterogeneidad en la distribución del riesgo de transmisión del Chagas y que la filiación étnica no es la causa determinante de ese riesgo”, revela Ricardo Gürtler, investigador del CONICET en el Laboratorio de Eco-epidemiología de Exactas-UBA. “Si bien encontramos que, en términos generales, los Qom están más expuestos a la infección, también observamos que las comunidades criollas más pobres tienen tanto riesgo de infectarse como las comunidades Qom”, informa.
Ladran Sancho…
Una de las estrategias utilizadas para evaluar el riesgo de transmisión del Chagas en una determinada vivienda es el estudio de la presencia del Trypanosoma cruzi en los animales domésticos. Perros y gatos, entre otros, son importantes reservorios del parásito. Y aunque no lo transmiten directamente a las personas, sí lo traspasan con gran eficiencia a la vinchuca –el insecto vector de la enfermedad para el ser humano– cuando son picados por ella. En particular, los perros son considerados “centinelas” de la infección, pues la presencia y proporción de perros infectados en un domicilio son indicadores de la presencia de personas infectadas y una medida del riesgo de transmisión en la vivienda.
Esta estrategia permite sortear las dificultades que pueden presentarse a la hora de extraer sangre a todas las personas de una comunidad. “Extraerle sangre a los perros es relativamente sencillo y permite detectar fácilmente si en la vivienda hay transmisión y si sus habitantes están infectados”, acota Gürtler.
Así, los investigadores examinaron a los perros, gatos y vinchucas que encontraron en cada una de las casas estudiadas para determinar si estaban infectados con el parásito. Al mismo tiempo, encuestaron a los moradores de esas viviendas. Luego, mediante modelos estadísticos complejos examinaron las diversas hipótesis sobre la distribución del riesgo.
“El patrón que encontramos es que la infección se concentra en ciertas casas, que constituyen alrededor de un tercio de las viviendas estudiadas. Allí es donde se está produciendo la transmisión del parásito entre el perro, los insectos y el ser humano,”, explica Victoria Cardinal, investigadora del CONICET y primera autora del estudio, que será publicado en la prestigiosa revista científica The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene.
“Las heterogeneidades que encontramos en la distribución del riesgo de transmisión del Chagas, si bien tienen una asociación con el grupo étnico, están más directamente vinculadas a la pobreza y la inequidad en el acceso a los servicios de salud.” sostiene Gürtler.
Para el investigador, los resultados muestran que si se quiere prevenir el Chagas en forma sostenible se deben llevar a cabo estrategias de control dirigidas, que tomen en cuenta las características socio-culturales de los grupos poblacionales para que sean activos partícipes del proceso. “Hay que dejar de pensar en sistemas homogéneos en los que ‘todo es lo mismo’. Se suele repetir que cuanto peor es la vivienda tendrá más vinchucas, y esto solo es parcialmente cierto ya que también depende de las acciones de control que puedan realizar los pobladores y los servicios de salud. Hay viviendas rancho en buen estado de conservación que no tienen vinchucas ni transmisión”, asevera. “Y, como vemos, tampoco alcanza con decir que alguien es criollo o Qom para determinar su riesgo de infección. Hay que ir más allá de eso”, concluye.