Chagas

Paquete de intervención rápida

Con más de una década de experiencia trabajando en el Gran Chaco, un equipo de investigación de Exactas UBA llevó a cabo un plan de acción que permitió reducir significativamente la presencia de vinchucas en las viviendas y el riesgo de transmisión de la enfermedad en un tiempo relativamente breve.

19 Oct 2021 POR

Corría el año 2007. El municipio de Pampa del Indio, situado en las puertas de El Impenetrable chaqueño, era uno de los lugares de la Argentina con mayor infestación por vinchucas: más del 30 por ciento de las viviendas rurales estaban invadidas por este insecto transmisor de la enfermedad de Chagas.

Hacia allí viajaron, en aquel año, investigadores e investigadoras del Laboratorio de Eco-Epidemiología (LE) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA). Con apoyo nacional, provincial y local iniciaron un programa de investigación y control -que se mantuvo a lo largo de todos estos años y que continúa hasta el día de hoy- con el objetivo de eliminar las vinchucas e interrumpir la transmisión doméstica de la enfermedad.

Las numerosas investigaciones efectuadas desde entonces por el grupo de Exactas UBA posibilitaron dirigir eficientemente las fumigaciones y los controles que, hace relativamente muy poco tiempo, lograron eliminar las vinchucas de los hogares de Pampa del Indio.

Los logros sucesivos alcanzados por el equipo del LE durante el desarrollo de ese programa de control llevaron a que, en 2015, fueran convocados por las autoridades de un municipio cercano, Avia Terai, para repetir la experiencia.

“Nosotros llegamos a Avia Terai con la idea de replicar lo que habíamos hecho en Pampa del Indio, pero en menor tiempo. Por eso, diseñamos un paquete de intervención rápida tomando en cuenta lo que aprendimos a lo largo de todos estos años”, cuenta María Sol Gaspe.

Aprendieron muchas cosas desde que Gaspe hizo sus primeras visitas a Pampa del Indio en 2007 para realizar su tesis doctoral. Entre ellas, que no se puede controlar a las vinchucas si no se logra un fuerte compromiso de la comunidad. “En Pampa del Indio eso lo hicimos después. Primero nos dedicamos a controlar las vinchucas y después, de a poquito, fuimos incorporando a las comunidades. Comprobamos que cuando el problema deja de ser importante para la población es más difícil lograr su adhesión”, explica Gaspe, hoy investigadora del CONICET.

Por eso, en Avia Terai, antes de iniciar el estudio de base, que es ir a todas las casas y determinar el estado de infestación, se propusieron que la primera etapa del proyecto tuviera como objetivo lograr la participación de la comunidad.

“Hoy sabemos que involucrarlos desde el inicio no solo logra una mayor adhesión sino que, también, posibilita que sus saberes y experiencias sean incluidos en las actividades de control de las vinchucas”.

Fue así que, para promover la necesaria movilización social, los primeros seis meses en Avia Terai se dedicaron a presentar el proyecto en las comunidades del municipio mediante reuniones, talleres e intervenciones educativas en las escuelas de todos los niveles, que incluyeron charlas con los docentes y los alumnos y la elaboración de material didáctico.

Después, iniciaron el estudio de base: “A diferencia de lo que ocurrió en Pampa del Indio, cuando íbamos a cada una de las casas de Avia Terai para ver si había vinchucas y efectuar el rociado con insecticida, la gente nos estaba esperando. Ya sabían que esa era la siguiente etapa del proyecto y estaban súper involucrados. Eso facilitó nuestra visita a las viviendas y aceleró el proceso”.

Y la comunidad también participó activamente después, cuando llegó la etapa de monitoreo, que consiste en volver a las viviendas para ver si quedaron vinchucas y, si las hubiera, repetir el rociado: “A través de diferentes estrategias promocionamos la detección y notificación de la presencia de vinchucas en las casas por las propias familias. Por ejemplo, hicimos una actividad en las escuelas que se llamaba ‘Detective de vinchucas’ (ver recuadro), que los chicos buscaban en sus casas, en los gallineros, debajo de la cama y en todos los lugares que tuvieran en su casa; y completaban una planillita que decía si habían encontrado o no vinchucas en su casa. Usábamos ese tipo de estrategias como un monitoreo más rápido, más inmediato que ir casa por casa, que para nosotros es un montón de trabajo y lleva muchísimo tiempo. De esa manera, podíamos identificar más rápidamente las viviendas en las que había habido alguna falla de control o algún problema con el rociado”.

Avia Terai es un municipio que hoy tiene una población de alrededor de 15.000 habitantes. Entre 2011 y 2013, el Programa Nacional y el Provincial contra el Chagas habían evaluado el estado de infestación de las viviendas y habían rociado con insecticida en áreas rurales, urbanas y periurbanas. Pero el problema persistía: “Cuando nos convocaron, en 2015, los niveles de infestación habían vuelto a los valores de 2011”.

Lo inesperado

En Pampa del Indio, habían encontrado que la infestación por vinchucas afectaba principalmente a las viviendas rurales y a algunas casas de las zonas periurbanas. Pero en Avia Terai el insecto transmisor del Chagas había alcanzado el área urbana. “Nosotros íbamos pensando que el trabajo iba a estar centrado en el área rural, como suele ser. Pero, cuando llegamos y empezamos a tener reuniones con las autoridades, nos decían ‘sí, pero acá cerca hay una casa que tiene vinchucas, y acá cerca hay otra, y en la otra cuadra hay otra’. A raíz de eso fuimos a algunas de las casas del área urbana y periurbana, y constatamos que, efectivamente, había vinchucas. Entonces, tuvimos que rever el plan e incluir en nuestras actividades de movilización social a la población urbana”.

El compromiso logrado con los habitantes del área urbana posibilitó resolver un problema: “Por cuestiones logísticas no podíamos hacer la evaluación en todas las casas. Por eso, desarrollamos un índice para predecir la infestación a partir de una encuesta domiciliaria. Ese índice mostró muy buenos resultados y nos permitió dirigir eficientemente las acciones de evaluación y rociado y una mejor utilización de los recursos, que siempre son escasos”.

Gracias a la movilización social que habían generado, pudieron efectuar rápidamente el estudio de base: “Había un 40% de viviendas rurales infestadas, en el área periurbana un 25% y en el área urbana un 5%”.

De la misma manera, los resultados no se hicieron esperar: “Después de ese estudio inicial, hicimos la intervención de rociado y, en apenas un año, cuando fuimos a ver el impacto, tuvimos un decrecimiento significativo tanto en la infestación como en la cantidad de vinchucas. En la zona rural la infestación de las viviendas bajó al 20% y en el área urbana al 2%. En la zona periurbana el protocolo de rociado que utilizamos no fue tan eficiente y tuvimos que cambiarlo. De todos modos, al segundo año de nuestra intervención la infestación periurbana había disminuido al 6%”.

Tras cuatro años de intervención (2015-2019), el equipo del LE se encontró con un límite: “Hay niveles incipientes de resistencia a insecticida que podrían estar dificultando el control de las poblaciones de vinchucas que están quedando”.

En Pampa del Indio habían utilizado un insecticida organofosforado, que ahora está prohibido. Actualmente, se utiliza la cipermetrina, un piretroide. “No hay insecticidas alternativos para cuando se encuentra resistencia. Las alternativas que estamos evaluando tienen que ver con el manejo ambiental. Porque, en general, la infestación en Avia Terai está asentada en sitios asociados a gallinas, por lo cual, vamos a trabajar con las comunidades para modificar un poco los gallineros y los nideros para que sean menos adecuados para las vinchucas. Por otro lado, estamos ensayando un ectoparasiticida que se le da a los perros y que mata a las vinchucas cuando los pican”.

La pandemia interrumpió los viajes a Avia Terai. Pero el trabajo continúa a distancia: “Estamos siempre en contacto con los actores comunitarios. Por ejemplo, el 27 de agosto, que fue el día nacional por una Argentina sin Chagas, armamos con los docentes una actividad para los chicos. Ese tipo de cosas siempre las mantenemos lo más vivas que se pueda a la distancia. Y allá hay dos técnicos del Programa Nacional con los que también hacemos acciones conjuntas a la distancia, hasta que podamos volver y retomar”.

Los resultados del trabajo efectuado en Avia Terai acaban de publicarse en la revista científica Parasites & Vectors.

Detectives de vinchucas

Es una actividad lúdica que se les propone a alumnos de las escuelas primarias de Avia Terai. Con la colaboración de los docentes, generaron material didáctico para los chicos y, con el apoyo de la Fundación Bunge y Born, diseñaron una bolsa que incluye un kit de detective: “Tratamos de que fuera atractivo para los chicos. En la bolsa había un par de guantes, para que no tocaran las vinchucas en caso de encontrarlas, una lupa, como para que fuera un juego, y una planillita. No pretendíamos que ellos juntaran las vinchucas para no exponerlos a ningún riesgo, sino que simplemente, por ejemplo, fueran al gallinero, movieran un poquito los ladrillos o las chapas del techo del gallinero y se fijaran si veían vinchucas o huevos o exuvias, que es la piel que dejan las vinchucas cuando crecen y mudan. Y eso lo marcaban en la planillita, que después se la devolvían a la maestra y nosotros las recopilábamos”.