En el frente de batalla
En las puertas de El Impenetrable chaqueño se encuentra una de las áreas con mayor concentración de vinchucas resistentes a insecticidas. Esos insectos amenazan con invadir un paraje vecino donde, hace unos años, se logró eliminar a las vinchucas de las casas. Un equipo de investigación está trabajando en el lugar para combatir esos focos de resistencia.
En Castelli, un municipio situado en las puertas de El Impenetrable chaqueño, dejaron de fumigar hace años. Ahí, desde 2015, el control de la vinchuca ha sido prácticamente nulo. No es que no quisieran pelearle el territorio al bicho. El problema es que se hizo altamente resistente a los insecticidas piretroides, los únicos que pueden usarse desde que se prohibieron los organofosforados y los carbamatos. Por eso, salvo que se las atrape y se las aplaste, a las vinchucas de esa zona no hay con qué darles.
Castelli es actualmente el área con mayor concentración de vinchucas resistentes del Gran Chaco. Y como pueden volar hasta un kilómetro y medio, o caminar, o viajar entre las cosas de la gente del lugar, que se muda con frecuencia, esos insectos resistentes constituyen una amenaza permanente para Pampa del Indio, el municipio que linda al Este con Castelli.
En Pampa del Indio, después de muchos años de trabajo sostenido, lograron eliminar las vinchucas de las casas e interrumpir la transmisión del parásito que causa el Chagas. Para cuidar ese logro, el equipo de investigación del Laboratorio de Eco-Epidemiología (LE) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA está trabajando en Castelli desde hace tiempo. Más precisamente, desde 2017, cuando detectaron bichos resistentes en el límite de Pampa del Indio con Castelli.
Amenaza persistente
La llegada a Castelli del equipo del LE trajo consigo la pregunta acerca de cuál sería la situación en el lugar después de tanto tiempo sin control insecticida. “Esperábamos encontrar alta abundancia de vinchucas resistentes y alta infestación de los domicilios”, cuenta Carla Cecere, integrante del LE.
Para establecer el estado de situación real, decidieron relevar un área rural que incluye 14 poblados que habían sido fumigados en 2014 por última vez. El estudio involucró 234 casas. Allí, buscaron vinchucas y registraron los sitios en los que eran encontradas. También, analizaron su grado de resistencia a insecticidas. Además, reunieron datos sociodemográficos mediante encuestas a los habitantes.
“El objetivo de nuestra investigación era establecer la dinámica espacial y temporal de estas poblaciones de vinchucas y determinar los factores que producen esa dinámica”, consigna Cecere.
Para ver cómo variaban esas poblaciones de vinchucas resistentes en el espacio y en el tiempo, repitieron el estudio dos años después. Finalmente, compararon los datos reunidos en el primer estudio (efectuado en 2018) con los datos del segundo estudio (efectuado en 2020) y con los registros que había disponibles del periodo 2005-2014. Los resultados causaron sorpresa: “Los porcentajes de casas infestadas con vinchucas en 2018, en 2020 y en el periodo 2005-2014 son prácticamente iguales”, revela Cecere.
En otras palabras, la falta de control insecticida a lo largo del tiempo no se había traducido en un aumento desmedido de la población de vinchucas. De hecho, en contra de las expectativas, los niveles de infestación en las casas se mantuvieron constantes.
Según la investigadora, este resultado se explica considerando que la resistencia tiene un costo, lo que confirma la hipótesis planteada por el LE en otro trabajo: que la energía que gasta la vinchuca para mantenerse resistente a los insecticidas iría en desmedro de otras funciones vitales como, por ejemplo, la reproducción.
Zonas calientes
Además de analizar lo sucedido a lo largo del tiempo, el estudio también tuvo un enfoque espacial, es decir, apuntó a identificar los lugares donde había mayor abundancia relativa de vinchucas resistentes. De esta manera, pudieron construir un mapa que muestra las “zonas calientes” del área rural en estudio.
“Los hotspots o zonas calientes nos están indicando los sitios donde hay una concentración significativa de casas infestadas y, también, que hay alta abundancia de vinchucas en esas casas. Por lo tanto, son zonas con mayor riesgo de transmisión de la enfermedad”, explica Cecere. “Identificar los hotspots es una tarea fundamental desde el punto de vista sanitario, porque nos permite saber cuáles son los lugares donde debemos priorizar nuestras intervenciones”, añade. “Esto nos posibilita ser mucho más efectivos en la asignación de recursos, que siempre son escasos”, finaliza.
Estrategia combinada
El estudio también indagó cuáles eran los factores que determinan las altas abundancias de vinchucas resistentes y, también, las altas infestaciones en las casas de esa zona rural de Castelli. “Comprobamos que los principales factores determinantes son la calidad de la vivienda y la fuente de alimentación de sangre. Es decir, son los mismos factores que para las vinchucas susceptibles a los insecticidas”.
De igual manera, constataron que uno de los sitios clave donde se encuentran las vinchucas son los gallineros: “Por fuera del domicilio, o sea en lo que es el peridomicilio, las gallinas son la principal fuente de alimentación de las vinchucas resistentes”.
Todos los resultados del estudio fueron publicados en la revista científica Parasites & Vectors. El trabajo lleva la firma de Maria Sol Gaspe, Natalia Macchiaverna, Gustavo Enriquez, Alejandra Alvedro, Mariano Laiño, Julian Alvarado-Otegui, Marta Victoria Cardinal, Ricardo Gurtler y Carla Cecere.
Muchos de ellos también participaron de otro estudio que se llevó a cabo en Castelli entre 2018 y 2020, dado a conocer oportunamente por NEXciencia, en el que se ensayó un método alternativo al uso de insecticidas piretroides para combatir a las vinchucas resistentes. El procedimiento, que utiliza a los perros tratados con fluralaner como cebo, mostró ser una herramienta eficaz para luchar contra estos insectos.
“Nuestros nuevos proyectos apuntan a utilizar una estrategia combinada que podría ser efectiva para combatir los focos de resistencia. Por un lado, usar el método del fluralaner con los perros y, por otro lado, reemplazar las estructuras de adobe y madera de los gallineros por otras de plástico”.