Los costos de la resistencia
Uno de los mayores problemas para controlar la transmisión del Chagas es que las vinchucas se hacen resistentes a los insecticidas. Un grupo de investigación de Exactas UBA demostró que, para el insecto, sobrevivir a las fumigaciones no es gratis.
En Avia Terai, en Castelli y en Pampa del Indio, tres localidades lindantes con El Impenetrable chaqueño habían detectado el mismo problema: las fumigaban con insecticida, pero no se morían. Se habían hecho resistentes, las vinchucas, en algunos sitios.
“En Castelli la resistencia era muy, muy alta, en Pampa era muy localizada y muy alta, y en Avia Terai era más extendida e intermedia”, describe Victoria Cardinal, investigadora del CONICET en el Laboratorio de Eco-Epidemiología (LE) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA).
En el LE trabajan desde hace más de quince años en aquellos parajes, van y vienen regularmente, llevando a cabo un programa de investigación y control que tiene por objetivo eliminar a las vinchucas de los hogares para, de esta manera, interrumpir la transmisión doméstica del Chagas.
La hipótesis era que la energía que gasta la vinchuca para mantenerse resistente a los insecticidas iría en desmedro de otras funciones vitales.
A lo largo de todos estos años, diseñaron y probaron diversas estrategias que permitieron, entre otras cosas, dirigir eficientemente las fumigaciones. No obstante, con algunas vinchucas no pudieron: eran resistentes a los insecticidas piretroides, que son los que se utilizan para combatirlas. “A partir de algunos trabajos previos, nos preguntamos si esa resistencia podía significarles algún costo a estos insectos”, cuenta la investigadora.
Entonces, se plantearon la hipótesis de que la energía que gasta el bicho para mantenerse resistente a los insecticidas iría en desmedro de otras funciones vitales. “Queríamos saber si tenían costos y, en ese caso, cuáles costos tenían. Para eso, evaluamos diferentes aspectos relacionados con la reproducción y con el desarrollo”.
Así, colectaron vinchucas de esos sitios del Chaco y las dividieron en tres grupos: con alta resistencia a los insecticidas, con resistencia intermedia a los insecticidas y susceptibles a los insecticidas.
Después, se las llevaron al laboratorio y las criaron durante varias semanas: para cada uno de los tres grupos de vinchucas midieron cuántas veces se apareaban, cuantos huevos ponían, cuánto demoraban en atravesar los estadios de huevo, ninfa y adulto; cuantos individuos llegaban a ser adultos, entre otras variables.
Finalmente, integraron todos esos datos vitales en un modelo matemático que les permitió predecir el futuro de esas tres poblaciones. “El modelo nos da un valor, que es la tasa de crecimiento poblacional, que nos dice si la población va a crecer, va a mantenerse igual o va a decrecer”, explica.
Vivir solo cuesta vida
Los experimentos y mediciones efectuados sobre las tres poblaciones de vinchucas confirmaron la hipótesis de que para los bichos no es gratis resistirse al insecticida. “Encontramos que los perfiles resistentes tienen menor reproducción, demoran más en desarrollarse y tienen menor supervivencia, lo cual resulta en una tasa de crecimiento poblacional más baja”, consigna Cardinal.
El equipo encontró que los perfiles resistentes tienen menor reproducción, demoran más en desarrollarse y tienen menor supervivencia.
“Esto es alentador”, señala, y justifica: “Nuestros resultados implican que cuando se combate a las vinchucas con un método alternativo al uso de insecticidas las poblaciones resistentes se recuperarán más lentamente que las poblaciones susceptibles al insecticida”.
Según la investigadora, que las poblaciones susceptibles se recuperen más rápido haría que la resistencia se vaya “diluyendo” y, probablemente, termine por desaparecer.
En este sentido, el grupo de investigación del LE apunta a controlar las poblaciones de vinchucas mediante estrategias combinadas, es decir, utilizando insecticida para las vinchucas susceptibles y el método alternativo para las resistentes. “El objetivo es que después de las acciones de control queden poblaciones pequeñas de estos insectos. Las poblaciones pequeñas tienen mayor riesgo de extinción, sobre todo si tienen una tasa de recuperación lenta”.
Los resultados del trabajo, que lleva la firma de Victor Mazza, Julieta Nattero, María Sol Gaspe y Victoria Cardinal, fueron publicados en la revista científica Medical and Veterinary Entomology.