El mejor amigo
Un estudio efectuado en el Chaco, a lo largo de casi dos años, por un equipo de investigación de Exactas UBA muestra resultados sorprendentes. El hallazgo, en el que los perros juegan un rol clave, podría cambiar la manera de luchar contra la vinchuca, el insecto transmisor de la enfermedad de Chagas.
Desde el año 2007, un equipo de investigadoras e investigadores del Laboratorio de Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA) viaja regularmente al municipio de Pampa del Indio, situado en las puertas de El Impenetrable chaqueño.
En aquel año, era uno de los lugares de la Argentina con mayor infestación por vinchucas: más del 30 por ciento de las viviendas rurales estaban invadidas por este insecto transmisor de la enfermedad de Chagas.
Con apoyo nacional, provincial y local iniciaron un programa de investigación y control -que se mantuvo a lo largo de todos estos años y que continúa hasta el día de hoy- con el objetivo de eliminar las vinchucas e interrumpir la transmisión doméstica de la enfermedad.
Los análisis mostraron que las vinchucas volvían a establecerse porque se habían hecho resistentes a los insecticidas.
Las numerosas investigaciones efectuadas desde entonces por el grupo de Exactas UBA posibilitaron dirigir eficientemente las fumigaciones y los controles que, hace algunos años, lograron eliminar las vinchucas de los hogares de Pampa del Indio.
Pero persistía una amenaza: en el límite con Castelli, el municipio lindante, había una vivienda en la que la infestación era persistente. Aunque atraparan a las vinchucas que encontraban en el domicilio y sus alrededores, y después efectuaran fumigaciones con insecticidas de acción residual, los bichos reaparecían. Los análisis mostraron que las vinchucas volvían a establecerse allí porque eran resistentes a los insecticidas.
Ante el riesgo de que esos insectos “inmortales” se propagaran, el grupo de investigación indagó de dónde podían estar viniendo esas vinchucas y descubrió que la fuente de esos bichos resistentes estaba localizada en un paraje muy cercano, situado en el municipio de Castelli. Allí, vivían algunos familiares de quienes habitaban la casa infestada. Probablemente, transportaban a las vinchucas cuando se visitaban.
En el paraje, comprobaron que muchas de las viviendas estaban infestadas con vinchucas resistentes. Entonces, eligieron un grupo de casas y diseñaron un experimento cuyos resultados fueron sorprendentes: “El resultado es muy prometedor, estamos muy contentos con lo que obtuvimos, habíamos apostado fuerte a este trabajo”, comenta Victoria Cardinal, investigadora del CONICET.
Meter el perro
Las vinchucas no solo se alimentan de la sangre humana. También la chupan de los animales domésticos: perros, gatos y gallinas son los más habituales en esos lugares del Chaco. Cuando pican, pueden transmitir un parásito: el Trypanosoma cruzi, que es el que causa la enfermedad de Chagas.
No todas las vinchucas están infectadas con el parásito, sino solo aquellas que lo adquirieron comiendo de un animal o de una persona que estaban infectados. Pero, como no se puede saber a simple vista si una vinchuca lleva consigo el parásito, se apunta a exterminarlas.
Desde que se prohibieron los insecticidas organofosforados, debido a su toxicidad para los animales y los seres humanos, la mejor opción para controlar a las vinchucas son los piretroides. Pero, como se vio, la fumigación repetida con estos compuestos puede llevar a que los insectos se hagan resistentes al insecticida y no se mueran.
Los investigadores les administraron fluralaner a los perros, una droga que se usa para proteger a los animales domésticos de pulgas y garrapatas.
Ante la falta de alternativas, el grupo de investigación decidió probar otra estrategia: usar a los perros como trampa. Iniciaron el trabajo en 2018. Eligieron 16 viviendas de esa zona de Castelli infestada con vinchucas resistentes y, en acuerdo con sus dueños, les administraron a los perros un medicamento que se usa habitualmente para proteger a los animales domésticos de otros bichos “chupasangre”, como las pulgas y las garrapatas. Es una tableta masticable que se les da con la comida y cuyo principio activo es una droga llamada fluralaner.
“Le pedimos a la gente que, durante el mayor tiempo posible, atara a algún perro en los lugares donde habíamos encontrado vinchucas y, también, que trataran de sacar a las gallinas y a los gatos de esos sitios. Queríamos que la única fuente de alimento de las vinchucas fueran los perros que habían tomado el fluralaner”, cuenta Cardinal.
El estudio se prolongó durante 22 meses e incluyó a 83 pichichos.
Estrategia promisoria
Les dieron fluralaner a los perros en dos ocasiones: al comienzo del estudio y seis meses después de esa primera toma. “Una de las originalidades de nuestro trabajo es que comprobamos que el fluralaner administrado a los perros mata a las vinchucas resistentes a los piretroides”, señala la investigadora.
Durante el tiempo que duró el estudio, midieron varios parámetros. Los resultados fueron sorprendentes. “A los 22 meses, el porcentaje de sitios infestados se había reducido al 18%”, revela Cardinal. “En ese mismo período, la abundancia media de vinchucas por sitio se redujo de alrededor de 15 a apenas 2”, agrega.
A lo largo del estudio, el equipo de investigación también analizó el contenido alimenticio de las vinchucas, es decir, de qué fuente se habían alimentado: “El porcentaje de vinchucas colectadas en domicilios, cocinas y depósitos que comieron de humanos disminuyó del 43% al 5% a los 6 meses del primer tratamiento de los perros con fluralaner”.
Los resultados fueron sorprendentes. A los 22 meses, el porcentaje de sitios infestados se había reducido al 18 por ciento.
El trabajo muestra que la fuente de alimentación de las vinchucas fue cambiando con el tiempo: “Después del tratamiento, observamos que las vinchucas que atrapábamos vivas no se habían alimentado de los perros. Y también vimos que, a lo largo del estudio, va creciendo el porcentaje de vinchucas que se alimentan de gatos y de gallinas”, explica Cardinal, y puntualiza: “Al final del trabajo, la presencia de vinchucas se concentraba particularmente en los lugares asociados a gallinas”.
Este último dato es clave. Porque las aves son refractarias a la infección. Es decir, cuando las vinchucas las pican, no se infectan con el parásito. De hecho, durante el transcurso de la investigación, el porcentaje de vinchucas infectadas por el parásito bajó rápidamente y se mantuvo muy bajo hasta el final del estudio: “La prevalencia de infección por Trypanosoma cruzi en vinchucas disminuyó del 13.8% antes del tratamiento con fluralaner, al 6.4% a los 6 meses, y se mantuvo por debajo del 3% hasta los 22 meses”.
Hubo un resultado que plantea la necesidad de que el tratamiento de los perros con fluralaner se prolongue en el tiempo: al final del estudio, el equipo de investigación comprobó que el porcentaje de vinchucas que comían de los seres humanos había repuntado.
Una explicación para este fenómeno es que el fluralaner, según indica el prospecto, brinda protección contra insectos y ácaros por apenas doce semanas. “Habría que darles fluralaner hasta eliminar las vinchucas de la vivienda”, propone Cardinal.
En cualquier caso, la investigadora aclara que “este fue un estudio piloto con unas pocas casas que nos permitió reducir significativamente la infestación y el riesgo de transmisión de la enfermedad en viviendas infestadas con vinchucas resistentes a los piretroides. Creemos que el fluralaner podría ser una herramienta eficaz para luchar contra las vinchucas”. Y anuncia: “Ahora estamos realizando un trabajo con un diseño experimental mucho más sofisticado que incluye 240 casas”.
Los resultados del estudio acaban de publicarse en la revista científica Parasites & Vectors, y el paper lleva la firma de Ricardo Gürtler, Mariano Laiño, Alejandra Alvedro, Gustavo Enriquez, Natalia Macchiaverna, María Sol Gaspe y Victoria Cardinal.