Calentamiento global

Un océano demasiado gasificado

El Mar Patagónico cumple un rol clave en el control del dióxido de carbono, uno de los gases responsables del “efecto invernadero”. En el balance anual, este sector del Atlántico Sur secuestra cuatro veces más de este gas que el promedio del océano global. Sin este aporte el cambio climático sería mayor. Sin embargo, esta actividad también provoca graves consecuencias para la vida marina.

2 Nov 2015 POR

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La primavera estalló no sólo a simple vista, sino también en las profundidades marinas y el Mar Patagónico está a pleno, no para de atrapar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Es alta temporada de esta actividad, que ubica a esta parte del Atlántico Sur como una de las áreas de mayor captura por metro cuadrado de este gas en todo el planeta. Sin este aporte que lideran las aguas australes, pero que también se lleva a cabo en los distintos océanos del mundo, el calentamiento global sería peor.

“Como los árboles brotan en la primavera, en la Patagonia hay un boom espectacular de plantas en el mar. Son las algas unicelulares, que son muy impresionantes de ver en el microscopio”, describe Alberto Piola, profesor del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, y enseguida explica: “Empieza a aumentar significativamente el período de luz por día y los nutrientes acumulados en el invierno -que no fueron usados por falta de luz- se mezclaron bien por las características del Mar Patagónico, entonces se produce este proceso de crecimiento rápido del fitoplancton que es bastante asombroso”.

Ahora mismo, silenciosamente, millones y millones de plantas en el planeta llevan adelante un proceso vital: la fotosíntesis, es decir emplean la luz solar para transformar el carbono de la molécula de CO2 en carbono orgánico. Las algas marinas son responsables de, aproximadamente, el 50 por ciento de la fotosíntesis planetaria. En los mares ocurre lo mismo que en el continente. Es decir, el dióxido de carbono disuelto en el agua es absorbido por las plantas y, a cambio, liberan oxígeno. “Cuando esto ocurre, -indica Piola- baja la concentración del CO2 en el agua; al haber menos, lo comienza a absorber de la atmósfera hasta que se encuentre nuevamente en equilibrio en los dos fluidos. Este es un proceso que controla el clima a escala global. El océano capturó ya entre el 20 y el 30 por ciento del dióxido de carbono generado por el hombre desde el inicio de la revolución industrial hace 200 años. Si esto no hubiera ocurrido, habría más dióxido de carbono del que ya hay. El efecto del calentamiento global sería más grave de lo que es”.

Mientras todos los mares del mundo a diario llevan adelante esta tarea, las aguas australes tienen una particularidad. “La Patagonia así como es muy productiva biológicamente, también es una de las áreas donde hay más absorción de dióxido de carbono por metro cuadrado del planeta”, precisa Piola, investigador principal del CONICET y del Servicio de Hidrografía Naval.

Normalmente, los océanos absorben CO2 en mayor cantidad en cierta época del año, por ejemplo, en primavera pero suelen devolverlo a la atmósfera en otra estación como el invierno. Pero en el Atlántico Sur esto no ocurre. En las épocas invernales si bien no absorbe, tampoco emite, es decir que retiene lo atrapado en otras estaciones del año. “El Mar Patagónico secuestra, en términos de balance anual, cuatro veces más CO2 que el promedio del océano global,, lo que lo transforma en una de las regiones de mayor captura de CO2 del planeta”, puntualiza Piola tras estudiar, junto con su equipo, desde hace quince años esta cuestión.

A bordo de distintos buques, como el rompehielos Almirante Irízar en el pasado y más recientemente en el Puerto Deseado, los científicos navegaron y tomaron muestras del Mar Patagónico, una de las más extensas plataformas continentales, que abarca una superficie de más de un millón de kilómetros cuadrados. Allí, fruto de convenios de investigación entre la Argentina y Francia, iniciados en el año 1999, los investigadores midieron CO2, clorofila, salinidad, entre otros parámetros, en las aguas que van desde el litoral bonaerense hasta Tierra del Fuego.

Alberto Piola.

Alberto Piola.

“Hay una buena correlación ente los máximos picos de crecimiento de las algas unicelulares y las máximas de absorción de CO2. Es una evidencia bastante clara de que lo biológico cumple un rol importante en el Mar Patagónico para atrapar el CO2”, asevera el experto en oceanografía. Por eso, ahora en primavera cuando hasta el fondo marino florece de vegetación es el momento del año en que aumentan significativamente los niveles de dióxido de carbono atrapados por este sector del Atlántico Sur.

Si bien esta característica de los océanos, de trabajar codo a codo con CO2, ayuda a mitigar el calentamiento global,-provocado por la contaminación derivada de la actividad humana- tampoco libera al mar de sufrir temibles consecuencias en el futuro, y ello afecta todo el planeta. “Al aumentar la concentración de dióxido de carbono, el océano es un medio más ácido. Actualmente partes del océano están sobresaturadas permitiendo el desarrollo de especies que forman carbonato de calcio. Pero el aumento de la acidez (reducción del pH del agua de mar) puede conducir a la disolución de carbonato de calcio, provocando un serio impacto sobre esas comunidades”, ejemplifica Piola.

Para ensayar qué ocurriría en el caso de que los niveles de acidificación superen los límites tolerables, los científicos realizan pruebas de laboratorio y también en mesocosmos, que son experimentos controlados en el mar. “Los resultados son preocupantes”, indica Piola, y advierte: “El ecosistema marino no es lineal, hay numerosos factores que lo afectan. Si continúan las emisiones de los gases de efecto invernadero a la atmósfera y el océano continúa absorbiendo CO2, el camino de acidificación es muy claro. Deberíamos evitar que este proceso ocurra porque en caso de suceder puede resultar catastrófico para la vida marina”.