Una bacteria estresada contra el herpes
Un trabajo de investigadoras e investigadores argentinos encontró que, sometida a condiciones muy hostiles, como altas concentraciones de arsénico o sal, una bacteria es capaz de elaborar un compuesto eficaz contra el herpes simplex en pruebas de laboratorio. Este virus afecta, en todo el mundo, a 3.600 millones de personas menores de 50 años.
Es muy probable que el virus herpes simplex tipo 1 haya infectado nuestra vida. Casi el 70 por ciento de las personas menores de 50 años del planeta lo tienen, según la Organización Mundial de la Salud. Cada tanto, este intruso conocido como VHS-1, se hace notar en la boca con molestas llagas. Pero esta dolencia, habitual en los labios, podría tener un nuevo paliativo en una bacteria que habita en la piel: Brevibacterium linens. En realidad, en este caso, se trata de una cepa especial, aislada en aguas de un pozo en Tucumán, que soporta condiciones hostiles. Y en ese mundo estresante, ella elabora un particular compuesto que mostró actividad antiviral en pruebas de laboratorio.
“Cuando esta bacteria crece en concentraciones muy elevadas de arsénico o de sal tiene la capacidad de producir un compuesto con actividad biológica que inhibe el crecimiento del virus herpes simplex tipo 1”, dice Daniela Maizel, quien aisló la cepa AE038-8 y sobre ella centró su estudio para su doctorado en Tucumán.
Alterada, viviendo casi en el peor de los mundos, esta bacteria extremófila abre expectativas contra un virus que “produce infecciones latentes, es decir, cada tanto la enfermedad vuelve a recurrir con lesiones. Cada vez que reaparece, la lesión se trata con antivirales como el aciclovir y, luego de un uso del antiviral prolongado en el tiempo, pueden seleccionarse poblaciones virales mutantes resistentes al antiviral empleado”, precisa Laura Alché, del Laboratorio de Virología del Deparamento de Química Biológica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y referente del equipo que acaba de publicar la investigación en Current Microbiology.
En sus nuevas apariciones, el VHS-1 vuelve con una virulencia difícil de contrarrestar, en algunas ocasiones, con los fármacos actuales. “Siempre es importante la búsqueda de antivirales alternativos, justamente para tratar de limitar la propagación cuando la enfermedad es producida por estas mutantes resistentes a los antivirales en uso. Lo interesante, en este caso, es que este compuesto elaborado por la bacteria estresada no solo inhibe al virus herpes ‘salvaje’, sino también a estas mutantes resistentes a los antivirales”, remarca Alché, del Instituto de Química Biológica (IQUIBICEN, UBA-CONICET).
Es curioso todo lo que puede hacer esta bacteria alterada. Sin embargo, cuando se encuentra en su estado normal es posible hallarla en la piel, o en algunos quesos duros, sin representar ningún peligro, porque es inocua. “Se encuentra en el ambiente, y no es patógena”, describe Maizel.
Justamente, cuando esta científica la aisló de un pozo contaminado con arsénico en Tucumán, su presencia les dio algunas pistas. “Supusimos que había una comunidad que consumía de esa fuente de agua y había contagiado el pozo con su propia piel. Por esta razón encontrábamos a esta bacteria en ese medio”, observa Maizel, quien ahora realiza un posdoctorado en la Universidad de Miami, Estados Unidos.
Casi de otro planeta
Para detener al herpes simplex tipo 1, y a sus mutantes, nada mejor, al parecer, que esta bacteria casi al borde de un ataque de nervios y que parece de otro mundo. Y no está muy lejos de ello. Al menos, ese fue uno de los motivos que condujo a Maizel a venir de Tucumán a Buenos Aires, al Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE).
“La idea -narra Maizel- era reproducir en el laboratorio condiciones que se pueden encontrar en planetas extrasolares, o que tuvo la Tierra en sus orígenes, y ver si esta bacteria podía resistirlas. En el camino, demostramos que soportaba altas concentraciones de metales pesados, radiación ultravioleta y salinidad, entre otros estresores”.
Como necesitaba un laboratorio para poner a prueba sus hipótesis, se contactó en Exactas UBA con el equipo de Alché. Ella, en sus inicios, hace 26 años, había presentado un proyecto sobre una temática similar a esta investigación en la International Foundation for Science. En aquel momento se lo rechazaron “por falta de material bibliográfico para sostenerlo”. Hoy, luego de tener tres patentes concedidas en el exterior por una familia de moléculas sintéticas, efectiva contra diversos virus, Alché logró volver a una de sus primeras iniciativas. “Tardó, pero llegó”, sonríe con satisfacción.
Por ahora, esta investigación está “en sus primeros pasos”, define Maizel con pruebas in vitro en laboratorio, mientras aún queda por averiguar de qué se trata exactamente este compuesto liberado por la bacteria estresada, antes de probarlo en experimentos con animales. “Queda mucho por delante para ver si realmente tiene aplicación o no”, indica.
Con un largo camino por andar, Alché concluye: “Lo importante es continuar investigando porque este virus causa infecciones que deben tratarse. Hay trabajos publicados donde se muestra que, en pacientes inmunocompetentes, el virus herpes simplex es responsable de infecciones encefálicas. Todo esto amerita atención. Vale recordar que aún no hay vacuna aprobada contra este mal”.