Alcohol y embarazo

La responsabilidad de los machos

Históricamente, los estudios sobre los efectos del consumo de alcohol en la fertilidad y en la gestación apuntaron a responsabilizar a la mujer. Ahora, una investigación efectuada en Exactas UBA demuestra que una ingesta moderada de alcohol -exclusivamente por el varón- podría provocar alteraciones en el desarrollo embrionario.

24 Sep 2018 POR
"Sabemos fehacientemente que los efectos del alcohol son directos y solamente debidos a la exposición a esta droga”, señalan los investigadores.

«Sabemos fehacientemente que los efectos del alcohol son directos y solamente debidos a la exposición a esta droga”, señalan los investigadores.

Podría pensarse que es “natural” o “de sentido común” adjudicar a la conducta de la mujer toda la responsabilidad de lo que pueda ocurrirle al feto durante el embarazo. Pero, en tiempos en que se comienzan a evidenciar algunos efectos de la cultura patriarcal sobre el cuerpo femenino, tal vez sea pecar de ingenuidad.

El pensamiento científico no escapa a las ideas de cada época. Un ejemplo de ello es el de los estudios acerca de las secuelas que provoca la ingesta materna de alcohol en el desarrollo embrionario.

Históricamente, las investigaciones sobre este tema tuvieron como objeto de estudio a la mujer, y los resultados obtenidos de esos abundantes trabajos científicos exponen claramente que la bebida, aun en pequeñas cantidades, puede tener consecuencias perjudiciales para la salud reproductiva femenina y, también, afectar gravemente -e incluso interrumpir- el crecimiento del embrión.

El Laboratorio de Reproducción y Fisiología Materno-Embrionaria (LARFIMAE) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA) no eludió el paradigma hegemónico: hace ya largo tiempo que se dedican a investigar los efectos de la ingesta materna de alcohol en el desarrollo embrionario.

En ese camino, hace algunos años, el equipo de investigación del LARFIMAE demostró que la ingesta leve de alcohol –aunque se realice días antes de la fecundación- puede provocar retraso en el crecimiento del embrión, malformaciones congénitas o llevar al aborto.

Ahora, con un trabajo científico publicado en la revista Reproduction, efectuaron un giro significativo en su línea de investigación: empezaron a evaluar qué efectos produce en el desarrollo embrionario el hecho de que quien consuma alcohol sea el padre.

Cambio de paradigma

Para sus experimentos, en el LARFIMAE usan ratones, un modelo animal universalmente aceptado, debido a que su desarrollo embrionario y placentario permite estudiar lo que sucede en el del ser humano.

Además, el uso de este modelo permite controlar rigurosamente diferentes variables que pueden influir en los efectos observados, entre ellas la dosis y concentración de alcohol que se ingiere, el modo de consumo, la duración y el momento de la exposición a la bebida, así como también la influencia de otros factores como la desnutrición, las malas condiciones de sanidad ambiental, el tabaquismo, el uso de otras drogas o la presencia de distintas enfermedades que en el humano están generalmente asociadas con el alcoholismo.

“En estas condiciones experimentales sabemos fehacientemente que los efectos del alcohol son directos y solamente debidos a la exposición a esta droga”, explica Elisa Cebral, investigadora del CONICET en el Instituto de Biodiversidad y Biología Experimental y Aplicada (IBBEA) y responsable del LARFIMAE.

También, está bien establecida la equivalencia entre el ratón y el humano en lo que se refiere al consumo de alcohol. Así, se puede determinar, por ejemplo, a cuántos vasos de vino diarios equivale lo que se le da a beber al animal.

Ya en los años ’90, cuando trabajaba en su tesis doctoral, Cebral había efectuado experimentos con machos alcoholizados, que fueron pioneros en el campo de los estudios reproductivos. Ahora, junto con su equipo de investigación, retomó aquella idea y decidió dejar de alcoholizar exclusivamente a las hembras para enfocar sus estudios en los machos.

Se presumía inocente

En el mundo, las investigaciones sobre los efectos del alcohol en el sistema reproductivo masculino apuntan primordialmente a evaluar el daño a los órganos que componen dicho sistema: “La mayor parte de los estudios son a nivel testicular. Casi no hay investigaciones en los machos sobre los efectos de la ingesta de alcohol en la fertilización y, menos aun, en el desarrollo embrionario”, señala Cebral.

Por otra parte, según la investigadora, esos escasos estudios utilizan protocolos en los cuales el alcohol se administra de maneras que distan mucho de imitar las formas en que suele beber el hombre.

“No hay antecedentes de investigaciones sobre los efectos del alcohol en la fertilización y en el desarrollo embrionario en las cuales se intoxique a machos en forma crónica o semi crónica mediante la administración de alcohol en el agua de bebida con concentraciones semejantes a las que ingiere el hombre”, afirma Cebral.

Dado este contexto, el equipo del LARFIMAE diseñó una serie de experimentos para evaluar, qué consecuencias tiene en la fertilización y en el desarrollo embrionario, que los machos ingieran una cantidad moderada de alcohol -el equivalente en el humano a dos vasos de vino diarios, unos 250 mililitros- durante, apenas, unos quince días.

Para ello, a un grupo de ratones machos le pusieron alcohol en el agua de bebida, en la proporción correspondiente a una ingesta moderada. Paralelamente, a otro grupo de machos (grupo control) lo mantuvieron en las mismas condiciones pero sin darles de beber alcohol. A los quince días sacrificaron a los animales e iniciaron un conjunto de estudios -que incluyeron análisis por microscopía y fecundación in vitro- que revelaron resultados sorprendentes.

No es inocente

El trabajo publicado en Reproduction da cuenta de que cuando el macho ingiere alcohol en cantidades moderadas y por un lapso relativamente breve se producen alteraciones que tienen consecuencias en el proceso de fecundación. “Comprobamos que los espermatozoides de los machos alcoholizados tienen alteraciones morfológicas en mayor proporción que los del grupo control”, informa Cebral, y agrega: “También observamos que en los machos que ingirieron alcohol se afecta negativamente la capacidad funcional del espermatozoide para penetrar el ovocito”.

Pese a esas alteraciones morfológicas y funcionales, el hecho de que los espermatozoides sean millones lleva a que, finalmente, algunos logren alcanzar el ovocito y penetrarlo. Pero, una vez dentro del óvulo, esos espermatozoides “anormales” empiezan a dar problemas.

Porque para la formación del cigoto (la primera célula del nuevo individuo) es necesario que el núcleo del óvulo fecundado (pronúcleo femenino) y el núcleo del espermatozoide que lo fecundó (pronúcleo masculino) se fusionen. Ese proceso de unión requiere que, previamente, ambos pronúcleos se preparen para la fusión. Para ello, deben llevar a cabo -de manera finamente sincronizada- una serie de pasos.

Pero, cuando el macho bebe alcohol, este mecanismo de relojería pierde sincronía: “Descubrimos que, cuando los espermatozoides de los machos alcoholizados fecundan, la formación del pronúcleo masculino ocurre prematuramente con respecto al grupo control”, revela Cebral.

Según la investigadora, esa formación prematura del pronúcleo masculino conduce a que se pierda la sincronía en el proceso de fusión de los pronúcleos: “Ese desfasaje implica cambios moleculares y en el control del ciclo celular que van a llevar a alteraciones en el desarrollo embrionario temprano”.

¿Culpable?

Nuevos estudios -muy recientes- efectuados en el LARFIMAE avanzan un poco más en el conocimiento sobre los efectos de la ingesta de alcohol en el desarrollo embrionario, cuando el único progenitor que bebe es el padre.

En experimentos posteriores a los publicados en Reproduction, el equipo de investigación estudió la evolución en el tiempo de los embriones generados a partir de la fecundación por machos alcoholizados y no alcoholizados. Para eso, hizo crecer a los embriones en un medio de cultivo durante siete días: “Es un tiempo que corresponde a las fases de preimplantación y de implantación”, aclara Cebral.

El análisis microscópico del desarrollo de esos embriones ya brindó algunos resultados preliminares: “Estamos viendo que en los embriones generados a partir de los machos alcoholizados hay un retraso en su desarrollo durante el período que corresponde a la fase de preimplantación”, adelanta. “También evaluamos algunos parámetros que están relacionados con la capacidad de esos embriones para implantarse en el útero, y esos estudios preliminares sugieren que el embrión sería capaz de implantarse, pero que esa implantación podría llevar tanto a un aborto temprano como a un desarrollo anormal del embrión y de la placenta”, finaliza.

El trabajo publicado en Reproduction está firmado por Melisa Sánchez, Vanina Fontana, Camila Galotto, Maite Cambiasso, Cristian Sobarzo, Lucrecia Calvo, Juan Calvo y Elisa Cebral, y fue financiado con fondos de la Universidad de Buenos Aires, del CONICET, de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y de la Fundación Honorio Bigand.