Contacto directo
Docentes, investigadores y estudiantes de Exactas UBA mantienen un intercambio permanente con pobladores, maestros y alumnos de escuelas de zonas rurales y del Delta bonaerense a través del Proyecto Humedales y Fauna. Comprender cómo se vinculan los lugareños con los animales ayuda en la investigación científica de la ecología de esos hábitats.
Con la cabeza a la vista, o sumergido por varios minutos, porque es un hábil buceador, el coipo o falsa nutria suele nadar velozmente en el Delta del Paraná. Un resumen de datos curiosos, fotos, videos o láminas escolares es, la mayoría de las veces, la carta de presentación de este gran roedor nativo. Pero, mientras que para gran parte de la población de la Argentina puede parecer una especie lejana, no ocurre lo mismo para quienes comparten día a día su vida con estos animales, ni para aquellos que los estudian en su hábitat, como el Grupo de Investigación en Ecología de Humedales (GIEH) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El encuentro estaba pendiente. La idea circulaba desde 2007. Se daban diálogos, ayudas circunstanciales, pero faltaba algo más: un contacto de ida y vuelta, un intercambio permanente. “En 2014, empezamos a implementar con la comunidad, el Proyecto Humedales y Fauna, en el cual nos involucramos docentes, investigadores y estudiantes de Exactas UBA, junto con maestros y profesores de las escuelas de los lugares donde trabajamos, así como los pobladores del lugar. Ya pasaron muchos chicos, muchos grados y colegios. Seguimos mejorando y apostando siempre un poco más”, reseña Paula Courtalon, a cargo de la iniciativa, que acaba recibir financiación del programa UBANEX 13 de la Universidad de Buenos Aires.
En los últimos años, surgió un interés por investigar cómo las diferentes culturas interactúan con su entorno, porque es clave conocer cómo se relacionan con su fauna.
Poco a poco, fueron sumando jardines de infantes, primarios y secundarios en el Bajo Delta del Río Paraná en la Provincia de Buenos Aires, como en la zona rural en Campana. “La Nº 4 es una escuela de continente rodeada de huertas de producción a gran escala. El 90 por ciento viene de esas comunidades. Son niñas y niños de colectividades de Perú, Bolivia y la Argentina. Y en la isla son de la isla. Son todos mundos distintos”, compara, quien desde hace años estudia coipos y carpinchos, pero sabe que se requiere conocer cómo se vinculan los pobladores locales con estos animales.
En los últimos años, en Latinoamérica surgió un interés por investigar cómo las diferentes culturas interactúan con su entorno, según indican en un trabajo publicado en Ecología Austral. Porque es clave conocer qué uso le dan a su fauna, cómo se relacionan con ella.
“Como bióloga voy con preguntas a estudiar la dinámica de esas poblaciones silvestres, pero para los lugareños es un elemento más de sus entornos. Por eso -señala-, hay mucho que aprender de ese entorno y de sus usos”. En este sentido, Courtalon, agrega: “La mirada de un poblador aporta a mi mirada de la ecología poblacional de estas especies”.
Si la mayoría de las personas conoce a las serpientes por fotos, en la escuela de isla de Campana las tenían en contacto directo.
De lupas y yararás
Chiquitas y chiquitos acarician una tortuga, o miran con lupa los dientes de un roedor en una salita del Jardín 904 en las islas de Campana. Los más grandes, de la Escuela de Educación Primaria Nº26 observan con microscopios algún objeto a descubrir y, junto con las familias, asisten a actividades educativas y de “sensibilización con respecto a la conservación de la fauna”, destaca.
Si la mayoría conoce a las serpientes por fotos, en la escuela de isla de Campana las tenían en contacto directo. “Estaban invadidos por yararás. Ahí, vimos una oportunidad de hacer un taller para ayudar a reconocer una yarará verdadera y peligrosa, y diferenciarla de la falsa. Y de advertirles que si se la encontraban, no había que acercarse, sino dejar que ella se corriera por su propio medio. También, dimos indicaciones para pedir auxilios”, relata. En esa ocasión, no hubo casos de picaduras.
Cada colegio arma su rincón del humedal, donde vuelcan el fruto de las distintas actividades. Como “la conexión de Internet no es buena o no hay, desarrollamos láminas, cuadernillos. Generamos material para docentes y estudiantes. Y los chicos también producen trabajos para otros chicos como tarjetones, calendarios o señaladores, que incluyen sus dibujos”, precisa Courtalon, integrante del GIEH y docente de Exactas UBA.
El proyecto es muy bienvenido en estas comunidades porque los chicos tienen mucho que aportar ya que viven en este entorno.
En el aula o al aire libre, todo es un buen motivo para hablar de su mundo, el humedal. No faltan visitas al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos en Otamendi, ni observaciones con binoculares de las aves o recorridas a sus propios sitios, pero con ojos distintos tras las actividades realizadas. “El proyecto es muy bienvenido en estas comunidades porque los chicos tienen mucho que aportar ya que viven en este entorno”, remarca.
En esta tarea de acercarse al lugareño y conocer cómo se vincula con su fauna, las encuestas son algunos de los caminos elegidos. “Nos contaban que a veces se usan a los coipos y carpinchos para comer y, muy pocas veces, como vínculo deportivo”, dice y enseguida agrega: “A veces, los varones pescan y a la vuelta se traen un cachorro de carpincho. En ese caso, se les comenta de la conveniencia de dejar el animal donde estaba. La idea es fomentar el ‘no mascotismo’ de la fauna silvestre”.
En el caso del coipo, suelen utilizarlo como recurso peletero, además de consumir su carne. “Pero en el Bajo Delta del Paraná, en los partidos de Campana y Zárate en la Provincia de Buenos Aires, se lo caza muy poco”, precisa Courtalon, doctora en Biología de la UBA.
De vuelta de las vacaciones de invierno escolares, la gente del Proyecto retoma sus actividades. Y allí, los esperan siempre. “Ellos valoran mucho que volvamos”, observa y concluye: “Como biólogos nos abrió mucho la cabeza la implementación de este proyecto”.
Dónde y cómo
“En Campana, ya implementamos el proyecto en dos escuelas de isla. La Escuela de Educación Primaria 26 Paula Albarracín de Sarmiento, y el Jardín de Infantes, Nº 904. Y, en el continente, en las Escuelas de Educación Primaria N°4 y N°12”, dice Courtalon, directora del Proyecto Humedales y Fauna. Actualmente, la iniciativa también se lleva a cabo en la Escuela de Educación Secundaria N°5 de la zona de islas en Zárate. “El puntapié inicial para trabajar con esta escuela ocurrió durante una Semana de la Biología 2018 en Ciudad Universitaria. Durante su visita nos invitaron a ir a conocerla”, recuerda Courtalon.