Nuevo método de pronóstico a largo plazo

Lluvias por estación

La cuenca del río Bermejo y la zona del Comahue podrán contar con estimaciones de lluvia para cada trimestre del año. Ello será posible gracias estudios estadísticos que correlacionan la cantidad de agua caída en un período determinado y ciertos factores, como la temperatura de los océanos, entre otros.

16 Mar 2016 POR
Imagen satelital del río Bermejo.

Imagen satelital del río Bermejo.

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En ciertas regiones de la Argentina resulta vital conocer cuánto va a llover en la próxima estación. Son aquellas cuya actividad económica depende de la cantidad de agua caída o del caudal de los ríos, ya sea por la generación hidroeléctrica, por la producción agrícola o por el riesgo de sufrir inundaciones. Una de esas regiones es el norte de la Patagonia. Allí, en las cuencas de los ríos Neuquén y Limay operan varias centrales hidroeléctricas que alimentan al sistema interconectado nacional. Por su parte, las cuencas de los ríos Negro y Colorado aportan agua a la producción frutihortícola de los valles. En esa zona, la época lluviosa es el invierno, pero el régimen de precipitación varía mucho de un año al otro, por lo que resulta muy difícil estimar con anticipación cuánto va a llover en cada temporada.

No obstante, mediante el estudio de determinados factores que influyen en la cantidad de lluvia, como por ejemplo la temperatura de las aguas de los océanos, los especialistas pueden elaborar un pronóstico de cuánto va a llover en los próximos tres meses. “Desde 2007 estamos estudiando cuáles son los factores que influyen en las lluvias en diversas áreas del país y distintas épocas del año. Ya tenemos resultados suficientes como para poder empezar el trabajo de elaborar pronósticos mensuales de lluvia en el próximo trimestre”, relata Marcela González, profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigadora del CONICET.

Estos estudios surgieron a partir del contacto establecido con la Autoridad Interjurisdiccional de las cuencas de los ríos Limay, Neuquén y Negro (AIC). “Ellos necesitan un pronóstico de lluvia para los distintos trimestres, en especial para el invierno, que es la época lluviosa, y necesitan saber cuánta precipitación va a caer para poder operar las represas en forma más eficiente”, comenta González, y agrega: “En acuerdo con ellos empezamos a desarrollar algunos productos de predicción estacional de la lluvia”.

Al mismo tiempo, el equipo que dirige González comenzó a trabajar con la Comisión Regional del Rio Bermejo (COREBE). En este caso, el problema son las inundaciones que acontecen en la primavera y el verano, la estación lluviosa.

“En los próximos dos años, la idea es desarrollar los dos pronósticos estadísticos tanto para el Bermejo como para el Comahue para todos los trimestres del año”, asegura la investigadora.

(De izq. a der.) Paula Oliveri, Diana Domínguez, Maximiliano Vita, Alfredo Rolla, Marcela González, Paula Romero.

(De izq. a der.) Paula Oliveri, Diana Domínguez, Maximiliano Vita, Alfredo Rolla, Marcela González, Paula Romero.

Las causas de la variación

La clave para estimar cuánto va a llover es estudiar las causas de la variación que se produce año a año, es decir, por qué la precipitación anual de un verano, por ejemplo, no es igual a la del verano anterior, o a la del verano siguiente. “La idea fue buscar los factores que generan esa variabilidad interanual”, destaca.

El proyecto es poder establecer un pronóstico mensual para el trimestre siguiente, con la cantidad aproximada de lluvia acumulada que va a caer a lo largo de los tres meses, indicando si esa cantidad será superior o inferior a lo normal.

“Esa estimación no tiene el grado de certeza del pronóstico del tiempo, pero es importante poder predecir, al menos, si la lluvia va a ser inferior o superior a lo normal”, aclara González. La información es útil en el caso de represas, para saber cuánto se va a acumular durante un período determinado. También es importante para las actividades agrícolas, pues es necesario saber cuánta agua se va a acumular en un período para que los cultivos crezcan.

“Hay muchas actividades que, además de requerir el pronóstico diario, necesitan también uno a más largo plazo”, explica la investigadora.

Lo cierto es que las precipitaciones acumuladas en un trimestre son dependientes de fenómenos que acontecen en otras partes del mundo. Por ejemplo, el calentamiento del mar en el Pacífico (fenómeno de El Niño); en el Índico, o las variaciones de temperatura en las aguas del Atlántico tropical, son factores que influyen en los niveles de precipitación en el sur de Sudamérica. “También incide la llegada de la convección tropical, lo que nosotros llamamos Monzón Sudamericano, sobre todo en las estaciones de transición, pues puede atrasarse o adelantarse respecto de lo habitual”, dice González.

A la altura del ecuador, existe una región donde convergen, desde el norte y el sur, grandes masas de aire cálido y húmedo. Se la llama “zona de convergencia intertropical”. Esta zona de convección se desplaza hacia el sur en el verano del hemisferio sur, y hacia el norte en nuestro invierno. Cuando se desplaza hacia el sur sobre Sudamérica, su movimiento es más pronunciado sobre el continente que sobre el mar, porque el primero se encuentra más caliente que el mar. Así, se genera una lengua convectiva de mucha nubosidad, y asociado a ello, mucha lluvia sobre el continente sudamericano. Esto es lo que hace que en verano llueva mucho en el norte de Argentina, y no lo haga en invierno.

“Este fenómeno, normalmente, se produce entre septiembre y octubre. Y no es lo mismo que se produzca a comienzos o a fines de octubre. Y tampoco es lo mismo que se retire rápidamente, a que lo haga retire en forma lenta”, compara González.

Predictores

Variables meteorológicas u oceánicas como la temperatura del mar en una región para un mes determinado, que modifica la circulación general o la cantidad de vapor de agua que transporta el viento hacia un determinado lugar (advección de humedad), son algunos de los factores que inciden en que en el siguiente trimestre pueda caer una precipitación más alta o más baja que lo normal. Esos factores se denominan “predictores”, pues sirven para establecer un pronóstico.

“Esos predictores tienen que ver con forzantes climáticos que varían lentamente. Cuando el Pacífico comienza a calentarse, esa situación se mantiene durante unos meses, no hay grandes cambios de un mes al otro. Esa inercia le permite actuar como predictor a largo plazo”, explica González.

El hecho es que los predictores varían a lo largo del año y son diferentes para cada zona de la Argentina, de ahí la complejidad de la tarea de elaborar los pronósticos y la dificultad de hacerlo para todas las zonas en todos los momentos. “Para ello se necesita una gran capacidad operativa y mano de obra importante”, concluye.