Año nuevo, año viejo
Mientras continúa la incertidumbre política y no se sabe si Argentina tendrá un presupuesto para el 2025 o el gobierno, en una situación inédita, volverá a prorrogar el sancionado en 2023, un dato aparece cada vez más claro: con cualquier variante los recursos destinados a las universidades nacionales serán insuficientes. El presidente del CIN, Víctor Moriñigo, analiza la situación actual y anticipa que de no cambiar la posición del gobierno, el año próximo puede ser tan conflictivo como el 2024.
Las idas y vueltas fatigan diariamente los principales espacios de los medios de comunicación y las redes sociales. El juego de presiones y amenazas entre el Poder Ejecutivo, los distintos bloques de la Cámara de Diputados y los gobernadores parece no tener fin. Pero el tiempo se acaba, las sesiones ordinarias del Congreso finalizan el 30 de noviembre y las posibilidades de votar el presupuesto para el 2025 se van esfumando, salvo que el gobierno decida incluir su proyecto en sesiones extraordinarias.
La situación se presenta muy diferente al escenario político que estaba montado en el mes de octubre, cuando luego de la multitudinaria marcha del miércoles 2, y de las reiteradas reuniones de representantes de las universidades con legisladores de distintos partidos políticos parecía existir cierto consenso en que los recursos destinados a la educación superior que aparecían en el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, que es de 3,8 billones de pesos, debía ser modificado y que tenía que acercarse a los 7,2 billones reclamado por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Sin embargo, con el correr de las semanas esas expectativas se fueron diluyendo y, actualmente, todo parece indicar que no habrá nuevo presupuesto para el año que viene y que, en el caso de que lo hubiera, los fondos para las universidades no se aumentarán.
“De no tener presupuesto, vamos a volver a vivir un 2024 reeditado en el 2025 y puedo anticipar que la vamos a tener muy complicada”.
Víctor Moriñigo, es rector de la Universidad Nacional de San Luis y ocupa actualmente la presidencia del CIN. Fue una de las personas encargadas de mantener negociaciones con diputados y representantes del gobierno durante los últimos meses. En diálogo con NEXciencia analiza las diferentes posibilidades que se abren en la coyuntura y expone su visión de lo que puede ocurrir el año próximo.
– Está por definirse en el Congreso si nuestro país va a tener un presupuesto para 2025 y hay varias posibilidades en danza. ¿Qué expectativas tiene en relación con los recursos destinados a las universidades nacionales?
– Teníamos unas expectativas altas hasta hace un par de semanas atrás, porque entendíamos que el presupuesto era la manera de darle una solución al tema y no repetir un año muy difícil como fue el 2024. Creíamos que, a través del tratamiento de esta iniciativa fundamental, podríamos contar con un presupuesto para todo el sistema universitario donde además, tendríamos renglón por renglón la asignación específica para cada institución. Esto para nosotros es de vital importancia porque te permite planificar seriamente, porque los Consejos Superiores pueden tomar decisiones académicas, administrativas, científicas, definir adónde destinar los fondos, saber si uno va a poder comprar tecnología o no, equipar un laboratorio o no, abrir una sede o no. Bueno, lamentablemente con el pasar de las semanas nos fuimos dando cuenta de que la política argentina tiene muchas dificultades para construir consensos. Me consta que varios bloques de diputados han trabajado muchísimo para lograr estos acuerdos pero el tiempo pasa y uno pone en duda que el gobierno nacional quiera realmente tener un presupuesto. Y en eso estamos hoy, donde a una semana de terminar las sesiones ordinarias, tenemos una agenda política con cuatro temas que no son el Presupuesto, porque se está discutiendo ficha limpia, el nombramiento de jueces para la Corte, el DNU por la deuda, y las PASO, pero no se discute el presupuesto. Y se esconde el tema de los fondos para las universidades. De hecho no hay un gobernador que esté de acuerdo en no tratar el presupuesto y nosotros hemos quedado en medio de toda esta ensalada de agenda política, en la cual, de no tener presupuesto, vamos a volver a vivir un 2024 reeditado en el 2025. Y puedo anticipar que la vamos a tener muy complicada porque no vamos a tener la herramienta para poder solucionar un tema fundamental como es el salario de los trabajadores universitarios de cara a febrero o marzo.
“La relación con el gobierno yo la podría dividir en dos, muy cordial y respetuosa en privado y muy alocada, muy desprovista de códigos en lo mediático”.
– Desde su punto de vista, es peor que haya un presupuesto votado tal como fue enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso, o no tener presupuesto y que el gobierno vuelva a prorrogar el sancionado en 2023?
– Hoy por hoy estamos en una encrucijada donde los dos caminos nos llevan al mismo resultado, porque de no tener presupuesto –situación que sería inédita en la Argentina porque tendríamos dos presupuestos prorrogados–, la situación va a ser muy complicada. Pero de tener presupuesto que no modifique el proyecto del presidente que destina 3.8 billones de pesos para las universidades, desde ya te digo que no va a alcanzar para el año que viene. Por supuesto que en off nos dicen: “Bueno, seguramente esos fondos van a aparecer durante el transcurso del año que viene”, lo que demuestra, además, que el techo con el cual se han calculado los ingresos de la Argentina para 2025 no son los correctos y por eso los gobernadores se enojan ante distintas situaciones en las que el Estado no gira los fondos de la masa coparticipable. Así que, volviendo a tu pregunta, las dos situaciones son desventajosas para la universidad y nos enfrentan a un escenario en el cual vamos a tener que ir mes a mes a reunirnos con funcionarios del Gobierno nacional para ir pidiendo, de acuerdo a lo que ocurra el año que viene, los fondos para solventar tanto los salarios como los gastos de funcionamiento. Así que la verdad, se avizora un año muy complicado.
– Ahora, en la mejor de las hipótesis, que sería que finalmente se llegue a un acuerdo en el Congreso y se escuche a los gobernadores en algunos de sus pedidos, hasta donde puede leerse en los diarios, en los reclamos de los gobernadores no aparece el tema universitario como prioridad. ¿Usted tiene información de que esos recursos estarían incluidos en el marco de esta negociación?
– A ver, es verdad que en la agenda de los gobernadores aparecen los temas atinentes a cada provincia y no aparece la Universidad. Pero también es cierto que en varios bloques de diputados, en el bloque radical que se escindió hace poco, en el bloque que preside Pichetto, en el bloque de Unión por la Patria, el tema universitario ha estado presente. Hemos sido muy bien atendidos y hemos sido escuchados. Ellos recalcan esta necesidad de llevar el 3,8 a una cifra lo más cercana posible al 7,2. Es cierto que el reclamo fue perdiendo fuerza desde octubre hasta acá, pero por una cuestión de que la agenda política ha introducido temas nuevos y por eso es cierto que de haber presupuesto uno también imagina que el 3.8 va a quedar como está. Eso para nosotros es una mala noticia.
“Hoy si algo nos va a salvar es la Constitución en una mano y la sociedad, los estudiantes, los investigadores, los trabajadores en la otra”.
– En el medio de todas estas negociaciones que arrancaron en el mes de octubre, ¿ha habido diálogo con funcionarios del gobierno sobre el presupuesto para las universidades?
– Sí, nosotros hemos tenido una reunión la semana pasada donde le pedimos no caer en errores que ya tuvimos en el mes de junio y julio lo que originó un inicio del segundo cuatrimestre muy traumático y que terminó en una marcha el 2 de octubre. Le pedimos encarecidamente al gobierno que tome nota de lo ocurrido este año y que trate de tener una propuesta para el inicio de clases del año que viene que tenga en cuenta un recupero del salario docente y no docente de todas las universidades del país; de que por favor, abandonen esta política de no paritarias y de aumentos unilaterales muy por debajo de la inflación de cada mes, y de que por favor, hagan una oferta trimestral, cuatrimestral, ojalá semestral, que le dé a los trabajadores algún tipo de previsibilidad en cuanto a sus ingresos. Le hicimos ese pedido, tomaron nota de ello en función de que si ese 6,8% que dieron en octubre más la garantía salarial, se hubiera dado desde agosto, hubiéramos estado todos bastante más tranquilos. Pero bueno, es cierto también que la relación de algunos sectores del gobierno con Economía no es, digamos, demasiado coordinada, así que ojalá que todos hayamos aprendido y que durante el verano el gobierno pueda ofrecer alguna propuesta que nos haga empezar el año mucho mejor.
– El gobierno está muy próximo a cumplir un año de gestión. ¿Qué balance hace de la relación que ha mantenido el Poder Ejecutivo con las universidades a lo largo de este 2024?
– Muy traumática, de idas y vueltas. Una relación que yo la podría dividir en dos, muy cordial y respetuosa en privado y muy alocada, muy desprovista de códigos en lo mediático, con un ataque muy frontal contra las universidades, con datos que por ahí no eran ciertos, con estrategias de comunicación muy fuertes contra la Universidad, que apuntaban a su desprestigio. De verdad soy testigo de que podríamos haber llegado a un acuerdo mucho antes en distintos temas, pero hay como una vocación del gobierno de creer y estar convencido que en el conflicto se gana y creo que nosotros en eso pecamos de confiados en función de no querer confrontar para ganar una batalla sino de confrontar para defender, simplemente, una universidad abierta y con salarios dignos. Para nosotros, hoy si algo nos va a salvar es la Constitución en una mano y la sociedad, los estudiantes, los investigadores, los trabajadores en la otra. Me parece que son los dos grandes escudos que vamos a tener durante los próximos tres años del presidente.