Producir sin destruir
Un proyecto relacionado con el manejo ganadero en pastizales de la provincia de Buenos Aires, llevado adelante por un equipo interinstitucional encabezado por el biólogo David Bilenca, obtuvo el segundo puesto entre los premios “Fidel Roig 2014” al uso sustentable de la biodiversidad, entregados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
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La cuarta edición de los premios “Fidel Roig” se presentó más competitiva que nunca. Se trata de una convocatoria organizada por el MINCYT para distinguir iniciativas que hayan logrado transferir los resultados de investigaciones en propuestas que impulsen el uso sustentable de la biodiversidad en nuestro país.
En esta oportunidad, el proyecto “Un manejo ganadero sustentable logra conciliar objetivos productivos y de conservación de la biodiversidad. El caso del Parque Nacional Campos del Tuyú y campos ganaderos en Bahía Samborombón”, obtuvo el segundo puesto, que fue reconocido con la suma de veinte mil pesos. “El que más nos motivó para que nos presentáramos fue Vida Silvestre”, cuenta David Bilenca, investigador de CONICET, profesor de Exactas UBA y responsable del proyecto. Y añade, “Es lindo recibir un reconocimiento por el trabajo que venimos desarrollando y esperamos que sirva para darle más visibilidad y para que sea de interés para más gente”.
La iniciativa presentada reúne los resultados del trabajo realizado entre 2011 y 2013 por un equipo interinstitucional del que participaron, además de Bilenca, Mariano Codesido y Lorena Pérez Carusi, del Grupo de Estudios sobre Biodiversidad en Agroecosistemas del IEGEBA (UBA-CONICET); investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA; la Fundación Vida Silvestre; INTA, y la Administración de Parques Nacionales.
– ¿Cómo surgió el proyecto?
– Nuestro grupo de investigación se dedica a ver cómo responden distintos grupos de vertebrados a cambios de uso de suelo y manejos agropecuarios, fundamentalmente en la región pampeana. La Fundación Vida Silvestre actuó como articuladora del proyecto ya que nos fue convocando a las distintas partes con la idea de desarrollar y poner en práctica un manejo productivo de la ganadería sobre pastizales naturales en la zona de la Bahía de Samborombón que posibilitara, a la vez, una mejora en el aspecto productivo junto con la conservación de la biodiversidad de la zona. Creo que el gran salto de calidad que tuvo esta iniciativa fue la estructuración de los diferentes saberes y capacidades de los distintos grupos en el marco de un solo proyecto.
– ¿Por qué se eligió esa zona de la provincia de Buenos Aires?
– Primero hay que decir que la identidad fisonómica de la vegetación de las pampas es el pastizal. Pero todo está tan transformado que el único lugar donde quedan pastizales es en esta zona de la pampa deprimida. El Parque Nacional Campos del Tuyú fue creado con el objetivo de conservar lo que queda del pastizal pampeano y, sobre todo, la última población de venado de las pampas que allí vive. Pero es una fracción muy pequeña de tierra, entonces para realizar un esfuerzo de conservación de la población de venados, necesariamente tenés que trabajar en conjunto con los campos ganaderos vecinos. Para eso había que motivar a los productores explicándoles que con estos manejos se iba a favorecer la conservación del venado pero también la producción de su pastizal y, por ende, la de los animales que tienen en sus campos. Trabajamos junto con nueve productores ganaderos.
– ¿Qué características tenía el sistema que implementaron?
– La propuesta de manejo la llamamos “pastoreo controlado”. Consiste en “apotrerar” el campo -es decir poner los alambrados- por ambientes, en lugar de la tradicional forma geométrica, sumado a un pastoreo rotativo. Entonces, los animales pasan un tiempo en cada uno de estos ambientes tratando de congeniar sus demandas estacionales de alimentación con las características ecológicas y épocas de crecimiento de los principales grupos y especies de valor forrajero presentes en un campo. Este manejo lo preparó el grupo de Agronomía y nosotros observamos que con él, los venados, que habitualmente entran en conflicto con el ganado podían coexistir con los vacunos, quizá no en el mismo potrero, pero sí en el mismo campo. También pudimos comprobar que este método beneficiaba a las aves que eran típicas de estos ambientes y que necesitan de los pastizales altos para reproducirse, para alimentarse, para refugiarse.
– ¿Qué respuesta recibieron de parte de los ganaderos?
– En general fue muy positiva. Algunos incluso están analizando la posibilidad de proponer a sus campos como áreas privadas protegidas, lo que les permitiría obtener algunas ventajas económicas, como exenciones impositivas o algún subsidio.
– ¿La idea que se plasma en este proyecto, puede llegar a replicarse en otros lugares?
– Eso es lo que esperamos. Creemos que el premio puede significar un espaldarazo para tratar de ampliar la escala del proyecto a toda la región de la pampa deprimida. Por otro lado, ahora nos presentamos con el mismo concepto a un llamado que hizo la Agencia, junto con la Secretaría de Ambiente, para promover este tipo de proyectos de investigación para la zona de los bosques del chaco húmedo. Tenemos que investigar cuáles son las posibilidades que ofrece ese ambiente para manejarlo de una manera en la cual, sin sustituirlo, permita desarrollar objetivos de producción, de ganadería bajo bosque, pero manteniendo los algarrobos, los quebrachos y la fauna que vive en ese ambiente. Somos optimistas en que se pueda concretar.