Problemas más allá de la boca
La enfermedad periodontal, conocida por el daño de encías y dientes, también está asociada con problemas en la gestación que a veces causan parto prematuro, recién nacidos con bajo peso y preeclampsia. Pero los mecanismos biológicos involucrados no han sido completamente develados aún. Especialistas de la UBA que estudian posibles mecanismos de esta asociación, encontraron nuevas pistas.
Catalina está feliz con la futura llegada de Dante. Aún faltan meses para dar a luz. Si bien todo parecer ir bien, ella presenta signos habituales de periodontitis, esa inflamación causada por diversas bacterias que, en casos graves, puede aflojar y hasta hacer caer piezas dentarias e incluso infectar el hueso de la mandíbula.
“Las gingivitis tiene una prevalencia alta, alrededor del 50 por ciento en la población adulta la padece. Durante el embarazo, cuando se ve afectada la salud bucal, las gingivoperiodontitis llegan a dañar a un alto porcentaje de mujeres”, precisan Vanesa Hauk y Claudia Pérez Leirós, del Laboratorio de Inmunofarmacología en Exactas UBA
Pero estos trastornos no son los únicos, y parecen ir más allá de la boca. Es que a esta dolencia se la asocia con enfermedades neurológicas, cardiológicas y de alteraciones en la placenta durante el embarazo. “La periodontitis se propone como un factor de riesgo de parto prematuro, restricción del crecimiento fetal y preeclampsia con graves consecuencias para la salud materna y neonatal”, indica el trabajo publicado en Journal of Cellular Physiology, que buscó conocer posibles mecanismos biológicos involucrados en estos procesos.
La periodontitis se propone como un factor de riesgo de parto prematuro, restricción del crecimiento fetal y preeclampsia con graves consecuencias para la salud materna y neonatal.
De las distintas bacterias que pueden causar esta infección, el equipo se centró en una de ellas: Porphyromonas gingivalis, que suele producir daños severos en el sitio donde ocurre la infección y también en tejidos distantes de la boca “En este trabajo, –indica Hauk– queríamos probar si las vesículas de membrana extracelular liberadas por estas bacterias en la cavidad bucal pueden llegar a distintos órganos distantes, como la placenta”.
¿Podían esas vesículas cargadas con una gran cantidad de factores de virulencia alcanzar sitios donde a las bacterias les resulta casi imposible arribar? “Se conocía el posible papel de las vesículas de esta bacteria en enfermedades neurológicas y vasculares, por ejemplo, Alzheimer y aterosclerosis. Pero no se sabía nada acerca de embarazo. El nuestro es el primer trabajo en ese sentido”, señala Pérez Leirós, directora del grupo de investigación en Inmunofarmacología del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (IQUIBICEN, UBA-CONICET).
Dos miradas a la vez
Un variado plantel de profesionales (ver recuadro), llevó adelante dos abordajes para dilucidar si esas vesículas de P. gingivalis alcanzan las células trofoblásticas que forman parte de la placenta, es decir, el órgano a cargo de transportar los nutrientes de la madre al feto.
Por un lado, contaron con un diseño en el laboratorio que trata de simular in vitro la interfase materno fetal humana. Y, por otra parte, realizaron pruebas en un modelo en ratón, usando hembras preñadas.
Las vesículas de esta bacteria dañina llegan a la placenta, la penetran y alteran sus células con diversas consecuencias.
En el primer caso, los experimentos mostraron un resultado significativo. “A células de placenta humana de primer trimestre de embarazo se las puso en contacto con las vesículas de estas bacterias. Lo primero que observamos es que las células trofoblásticas eran capaces de incorporar estas vesículas. Una vez que lo hacen, alteran su funcionalidad y, particularmente, su metabolismo”, describe Hauk, bióloga de Exactas UBA, y docente del Departamento de Química Biológica de esa Facultad. “Es como si la bacteria –compara Pérez Leirós– interfiriera en la capacidad de la célula trofoblástica de utilizar energía para sus funciones”.
En tanto, los estudios en animales, arrojaron resultados coincidentes. “Cuando tratamos ratones en el inicio de la gestación con estas vesículas, observamos que tanto la placenta como el feto se vieron afectados, ambos con menor peso. Esto es señal de una posible restricción de crecimiento”, remarca Hauk.
En ambos casos, las vesículas de esta bacteria dañina llegan a la placenta, la penetran y alteran sus células con diversas consecuencias. Algunas de ellas podrían pasar a formar parte de estadísticas inquietantes. “La restricción del crecimiento fetal es una de las principales causas de enfermedades y de muerte en neonatos en la Argentina y en el mundo”, menciona Pérez Leirós, y al tiempo que aclara: “Quiero destacar que la periodontitis es uno entre muchos otros factores de riesgo de restricción del crecimiento fetal, preeclampsia o trastornos de hipertensión inducida por el embarazo”.
Más allá de la boca
Esta bacteria, que produce una de las más severas versiones de periodontitis, no limitaría su daño a la boca, sino que parece ir más allá. Con el objetivo de obtener más información, el equipo también forma parte de un protocolo clínico que estudia mujeres embarazadas que se atienden en el Programa de Gestantes de la Facultad de Odontología, de la UBA. Allí, hacen una evaluación clínico odontológica y toman muestras de biofilm subgingival de la boca de las futuras mamás “para evaluar el estado periodontal y, a su vez, hacer un seguimiento de cómo evoluciona el embarazo”, indican.
Cada vez más, a nivel local y del mundo, se presta mayor atención a posibles factores de riesgo que puedan afectar el curso del embarazo, la salud de la madre, de los neonatos y el impacto en la vida adulta. “Por ejemplo, diabetes y enfermedades cardiovasculares en el adulto pueden haberse originado durante el desarrollo fetal y la formación de la placenta. Al aumento de la susceptibilidad para desarrollar estas patologías en la vida adulta generadas durante la vida fetal se la llama programación fetal, y se estudia en numerosos laboratorios internacionales y grupos destacados de la Argentina”, concluye Pérez Leirós.
Detalles del equipo
El grupo de estudio pertenece al Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA-CONICET) y a la Cátedra de Microbiología de la Facultad de Odontología de la UBA. Está formado por: Brenda Lara, Iñaki Loureiro, Laura Gliosca, Lara Castagnola, Fátima Merech, Lucila Gallino, Guillermina Calo, Matías Sassot, Rosanna Ramhorst, Daiana Vota, Claudia Pérez Leirós y Vanesa Hauk, quienes llevaron adelante el trabajo publicado en Journal of Cellular Physiology.