Ya nacieron los primeros mosquitos
Comenzó la temporada de la especie que trasmite el virus del dengue, zika, fiebre amarilla y chikungunya, entre otras enfermedades. Ahora es el momento de prevenir, resulta clave descacharrar y dar vuelta todo lo que acumule agua y permita el desarrollo de criaderos.
“Estamos en situación de riesgo permanente porque no se hacen las cosas que se deberían en materia de políticas de Estado para cambiar la situación del Aedes aegypti, que además de transmitir el virus del dengue, zika, fiebre amarilla y chikungunya, ahora se suma la Dirofilaria que afecta gravemente a los perros”, indicó Nicolás Schweigmann, director del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, al tiempo que agregó: “Está arrancando la temporada. Los huevos que quedaron en estado de latencia en el invierno eclosionaron con el calorcito de estos días. Y generaron los primeros adultos, que ya hemos detectado en la ciudad. En la medida que aumente la temperatura y las lluvias, la población crecerá, alcanzando su pico en la segunda semana de enero. Desde el otoño hasta ahora es el momento ideal para tomar medidas prevención”.
La consigna consiste en evitar los objetos que amontonan agua, darlos vuelta o taparlos para impedir que la hembra de mosquito deposite allí sus huevos. “Si se le quita los recipientes que acumulan agua, el insecto estará complicado para reproducirse. Se hace así un control de natalidad efectivo. Aunque no se logre extinguirlo completamente, se pueden bajar los niveles de umbral de transmisión”, precisa quien en 1995 encontró por primera vez un Aedes en la ciudad porteña.
Desde entonces, el investigador del CONICET insiste con la estrategia de descacharrar, tirar agua hirviendo en las paredes de las rejillas, y deshacerse de toda la chatarra a la vista, mucha de la cual se encuentra dispersa en predios de organismos públicos. ”Un municipio con basural a cielo abierto, es un municipio criminal”, dijo, por tratarse de grandes focos que dan lugar a criaderos.
Otro peligro que no para de rodar son los neumáticos a la intemperie que sirven de guarida ideal para la cría. Es más, el equipo científico cuando busca rastros de esta especie recorriendo gomerías para tomar muestras. “Para el año 2015 circulaban en Argentina más de 11 millones vehículos. Un recambio de cubiertas vehiculares cada cuatro años sugiere la posibilidad de producir 11 millones de nuevos criaderos por año”, precisa.
Casos en el mundo
En el mundo las picaduras de Aedes aegypti ya han cobrado numerosas víctimas este año. “En Honduras murieron 200 personas de dengue. Ha habido una epidemia brutal en Centroamérica y sureste asiático”, describió. ¿Esto es un anticipo de lo que puede ocurrir en la Argentina? “A nosotros nos afecta si hay brotes en Paraguay, Bolivia y Brasil, porque tenemos un movimiento migratorio muy grande para las fiestas. Dependemos mucho de lo que pueda pasar en los países limítrofes”, señala. El ingreso del virus al país viene, cada verano, con personas infectadas en su visita a zonas afectadas. Cuando llegan a sus hogares en nuestro país, si lo pica un Aedes aegypti, este mosquito transmite la enfermedad a la próxima víctima a la que le succione sangre. En general, se trata de un vecino de la misma manzana, porque el insecto no se mueve más de 40 o 50 metros. Cada uno de los infectados son, por un período de tiempo, fuente de contagio, y por donde ellos se muevan existen probabilidades de diseminar las distintas enfermedades si son atacados por el Aedes.
“No está bueno tener un criadero de mosquitos en tu casa. Al zika, chikunguya, dengue, fiebre amarilla, un montón más, se suma hoy la Dirofilaria, que afecta al corazón de los perros y, en el hombre, puede producir nódulos en los pulmones. En la provincia de Buenos Aires, estudios veterinarios mostraron que entre el 10 y 15 por ciento de las mascotas caninas la tienen. Lo cual me preocupa más que el dengue porque todo el año hay posibilidad de transmisión”, enfatiza.
Cuidar la casa es el primer paso, que viene acompañado por extender el trabajo en equipo con los vecinos de la manzana, dado que el Aedes aegypti es domiciliario, y no vuela más allá de media cuadra. Una posibilidad es instalar un sensor fácil de diseñar con un frasco de mermelada, y un poco de agua.
“La hembra entra en el frasco, atraída por el agua, para poner el huevo”, indica. Con una simple mirada semanal del dispositivo casero permite visualizar si ha dejado algo parecido a pequeños granos de arroz de medio a un milímetro de largo y de color negro. Si esto ocurre quiere decir que a no más de 40 metros existe un criadero. “Con los vecinos se puede armar una red de WhatsApp y avisar si el sensor detectó huevos para organizar una búsqueda del tesoro, es decir, de sitios de cría con el fin de eliminarlos. O, al menos, avisar que hay Aedes para estar prevenido, y si uno tiene síntomas de dengue o si tu perro padece Dirofilaria, se sabe por qué“, ejemplifica.
A veces, detectarlo es sólo prestar atención sobre el mundo que nos rodea. “Si se posa un mosquito con rayitas blancas en tu brazo o lo ves volando por tu casa, es lo mismo que tuvieras un sensor. Pues indica que a cincuenta metros a la redonda hay un criadero de Aedes”, advierte, al tiempo que menciona que cada mosquita pone entre 60 y 100 huevos por puesta, y esto se repite cada dos o tres días. “Para que la población se mantenga estable solo requiere de dos, un macho y una hembra. Es decir que, si de 100 huevos mueren 98, igual sobrevive. Es un animal preparado para las extinciones locales, por eso -remarca- no sirven los insecticidas u otros métodos”.
Asesoramiento gratuito
Otros de los sitios peligrosos encontrados por el experto son las obras en construcción que, con sus tachos de 200 litros y mezcladoras, pueden acumular agua de lluvia y facilitar el ciclo del insecto. “Como el mosquito necesita de una semana o más para su desarrollo, los elementos se deben dar vuelta o tapar el viernes o sábado cuando se deja de trabajar en las obras. De este modo, impide su crecimiento”, aconsejó, quien prevé acercarse a centros de arquitectos o ingenieros para dar cuenta de la importancia de tomar recaudos al respecto y establecer protocolos de cuidado.
Más allá de los emprendimientos privados, las autoridades públicas tienen -a su criterio- un papel clave en esta prevención. “Los hospitales, escuelas, o instituciones que dependen del Estado, deberían cuidar el ambiente y controlar las cercanías para declarar a su zona libre de Aedes. Nosotros sabemos cómo vive el mosquito, qué estrategias desarrolla. Entonces, entre la lógica y el conocimiento, se puede llegar a hacer ese tipo de control. Nosotros podemos asesorar a las autoridades interesadas en hacerlo, de modo gratuito”, sugiere sin dejar de insistir: “Hay que tomar medidas ambientales que favorezcan a nuestra salud”.