Olores familiares
El miriquiná es un mono que vive con su pareja en una estricta monogamia. Un grupo de investigación que lleva casi 30 años monitoreando su comportamiento en libertad analizó el rol que cumple la comunicación olfativa en el mantenimiento de este sistema social.
El éxito reproductivo de un animal y, por lo tanto, la posibilidad de transmitir sus genes a las siguientes generaciones está relacionado con la cantidad de crías que logra tener durante su vida. Si se toma en consideración este “mandato evolutivo”, para los machos no sería beneficioso mantenerse con una sola hembra. Sobre todo, si la cantidad de crías que puede dar la hembra cada vez que resulta preñada no es numerosa. Por eso es rara la monogamia entre los mamíferos.
Más rara aun es la monogamia genética, es decir, aquella en la que no solo vivo con vos, sino que además no te engaño; o sea, me reproduzco solamente con vos.
Es el caso del owl monkey (Aotus azarae), una especie de monitos que vive en grupos familiares de hasta cinco individuos: papá, mamá y una a tres crías. Hablamos de un primate pequeño (en estado adulto pesa alrededor de un kilo y medio) que anda a unos 15 a 20 metros de altura, en las selvas en galería que flanquean los ríos de algunos países de Latinoamérica.
Si se toma en consideración el “mandato evolutivo”, para los machos no sería beneficioso mantenerse con una sola hembra.
En la Argentina y en el Paraguay se lo conoce con el nombre de miriquiná, y se lo encuentra en la región del Gran Chaco. Allí, en el este de la provincia de Formosa, entre los bosques que bordean el río Pilagá, se desarrolla el Proyecto Miriquiná, un programa multidisciplinario que monitorea desde hace casi 30 años el comportamiento de estos animalitos. Un tiempo durante el cual han documentado cientos de historias de vida de varias generaciones de individuos en un hábitat de casi diez hectáreas.
En ese espacio y mediante observaciones protocolizadas, llevan identificados más de 25 grupos familiares de estos primates, que son muy territoriales y que, además de formar parejas monógamas, practican el cuidado biparental de las crías con un fuerte componente paternal. Tanto es así que en el grupo de investigación describen a los machos de esta especie como “los mejores papás del mundo”.
El sistema social de estos monos también incluye a los denominados “flotadores”, que son machos y hembras jóvenes que -a los dos o tres años de edad- abandonan el grupo familiar para tratar de reproducirse. Curiosamente, estos machos y hembras jóvenes no se encuentran entre sí para formar una pareja e iniciar una nueva familia, sino que andan “flotando” por los bordes territoriales de los grupos familiares buscando el lugar y el momento oportunos para invadir un territorio y reemplazar a uno de los progenitores de un grupo familiar. En definitiva, para reproducirse, tanto el macho como la hembra tienen que “ganarse” un territorio y el precio de ello es una pelea violenta que puede dejar algún muerto.
“Desde 1996, estudiamos la dinámica poblacional y la biología del comportamiento de esta población que vive en libertad para tratar de entender cómo se mantiene este sistema social tan particular”, cuenta Alba García de la Chica, psicóloga evolutiva y becaria posdoctoral del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA, UBA-CONICET). “En este trabajo, analizamos el rol que cumple la comunicación olfativa en el mantenimiento de este sistema social”, completa.
Mientras se desplazan por su territorio, los miriquinás van dejando marcas químicas en las ramas frotando unas glándulas que tienen en la zona ano-genital.
La investigadora se refiere al paper que acaban de publicar en la revista científica American Journal of Primatology. “Es la investigación más amplia que se haya hecho hasta ahora sobre el comportamiento olfatorio del owl monkey en libertad”.
Marcas de familia
La comunicación entre primates es multimodal. Usamos la voz, la vista, el oído, el tacto y el olfato para relacionarnos. “Lo que más se suele estudiar en los primates no humanos en libertad es la comunicación vocal. Nosotros, en este paper nos focalizamos en la comunicación química a través del olfato, que es una de las más complicadas de estudiar en libertad. Sobre todo en nuestro caso, que hacemos estudios observacionales sobre una especie arborícola que es pequeña y que se mueve a alturas de diez a quince metros”.
Mientras se desplazan por su territorio, los miriquinás van dejando marcas químicas en las ramas frotando unas glándulas que tienen en la zona ano-genital. Además, utilizan otro comportamiento para dejar marcas químicas que es el urine washing, que consiste en tirarse unas gotitas de orina en las palmas de las manos y en las palmas de los pies y, luego, empezar a caminar para dejar rastros de su orina en las ramas. Pero no solamente marcan su territorio: también suelen marcar a su pareja subiéndosele encima y restregando su zona ano-genital.
Para tratar de entender qué función tienen estos marcajes químicos en la comunicación entre los individuos de esta especie, el grupo de investigación decidió analizar los datos de las observaciones efectuadas entre febrero de 2004 y agosto de 2017 sobre 14 grupos familiares.
Son principalmente los adultos reproductores, tanto hembras como machos, los que utilizan con más frecuencia este tipo de comunicación con marcajes.
“Encontramos que son principalmente los adultos reproductores, tanto hembras como machos, los que utilizan con más frecuencia este tipo de comunicación con marcajes”, consigna García de la Chica. “No hemos detectado diferencias sexuales en la mayoría de los comportamientos. Es decir, tanto el urine washing, como el marcaje de ramas, como el marcar a la propia pareja lo hacen machos y hembras por igual”, añade, y finaliza: “En lo que sí hemos encontrado una diferencia muy grande entre ambos sexos es en la conducta de inspeccionar olfativamente los genitales de la pareja. Lo hacen casi exclusivamente los machos y lo interpretamos como una forma de evaluar el estado reproductivo de la hembra en ese momento, es decir, si está o no lista para reproducirse”.
Finalmente, otro aspecto que analizaron fue la distribución espacial de los marcajes. Querían saber si estos comportamientos de comunicación química se producían con más frecuencia en el área central del territorio de cada familia, que es donde el grupo familiar pasa la mayor parte del tiempo, o si las marcas químicas eran más frecuentes en la zona periférica del territorio.
“Observamos que la mayor frecuencia de marcajes se da en el centro del territorio de las familias, lo cual nos estaría diciendo que la comunicación química probablemente juegue un papel muy importante en la comunicación familiar, sea con la pareja o con los descendientes. Pero también vimos que es muy alta la frecuencia de marcajes en la periferia de los territorios, lo que hablaría de que este tipo de comunicación probablemente además juegue un rol en la relación con los otros que no son de la familia, sea con los propios vecinos con los que hay buena onda o con potenciales competidores como son los flotadores. En definitiva, podemos decir que en esta especie de primates que viven en parejas monógamas el comportamiento olfatorio tendría una función social y defensiva”.