Conservación

Mamíferos argentinos bajo vigilancia

Mediante un proyecto nacional, se busca actualizar las categorías de conservación de los mamíferos argentinos: vulnerables, en peligro de extinción o fuera de peligro. Es un trabajo en que participan investigadores de todo el país, y está liderado por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos, junto con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

28 May 2018 POR
El mono aullador rojo se encuentra en peligro de extinción. Foto/Luis Zabala Flickr

El mono aullador rojo se encuentra en peligro de extinción. Foto/Luis Zabala Flickr

El objetivo es reunir toda la información disponible acerca de la situación de conservación de 400 especies de mamíferos de la Argentina, y recategorizarlos según su estado sea vulnerable, en peligro de extinción, o fuera de peligro. En el proyecto trabajan en conjunto los investigadores nucleados en la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos y funcionarios del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

El proyecto que, según se estima, insumirá un año de trabajo, se propone compilar la información existente sobre todas las especies de mamíferos presentes en la Argentina, ya sean nativas o exóticas invasoras, incluyendo tanto aspectos ecológicos, sociales, de conservación, legales y de manejo, como sus mapas de distribución actual.

En cuanto a las especies nativas, y sobre la base de la información compilada, se aplicarán los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) para determinar su categoría de conservación, que luego se verá reflejada en la actualización de la norma legal correspondiente.

“Este es un proyecto importante pues es un trabajo conjunto de una sociedad que involucra a científicos, con un Ministerio que cumple funciones de gestión”, afirma Isabel Gómez Villafañe, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y coordinadora del grupo de trabajo de roedores sigmodontinos dentro del proyecto en cuestión.

La idea es que participen tanto investigadores como guardaparques de todo el país, o todo aquel que cuente con buena información. “Se recabarán los datos disponibles sobre la biología y la distribución de cada especie, crecimiento o disminución de la población, y amenazas de cada especie, entre otros”, detalla Gómez Villafañe, y prosigue: “Se confeccionará un mapa de distribución de especies, y se resumirá la información de cada especie en una ficha”.

Los investigadores que participan en este proyecto esperan que la información acumulada acerca del estado de la situación pueda ser empleada como herramienta de gestión con el fin de conservar aquellas especies que se encuentren amenazadas. En otras palabras: que se apliquen leyes o normativas que establezcan qué se puede cazar y qué no, o que se puedan crear áreas protegidas.

De ciertos grupos de mamíferos se conoce en detalle la biología y si están amenazados o no. Pero hay especies de las cuales se conoce muy poco. “Este trabajo va a servir también para conocer qué especies requieren estudio”, acota Gómez Villafañe.

En el caso de los primates, “en Argentina hay cinco especies, y una de ellas está en serio peligro de extinción: el mono guariba (Alouatta guariba) o mono aullador rojo, de las selvas de Misiones”, explica Mariela Nieves, investigadora del CONICET en Exactas UBA y coordinadora del grupo de primates. Una de las causas de ese peligro es el avance de la deforestación. Pero esos animales también son cazados para ser vendidos como mascotas.

La otra especie vulnerable es el aullador negro (Alouatta caraya), cuya mayor amenaza en la actualidad es la fiebre amarilla. “Los últimos brotes de la enfermedad diezmaron las poblaciones”, asegura Nieves.

Y continúa: “En tal sentido, para conservar la especie es importante brindar información certera a la población, pues, al desconocer que esta enfermedad no se transmite en forma directa del animal al humano, sino solo a través del mosquito, los pobladores matan a los animales por miedo al contagio”.

Respecto del mono de noche o mico nocturno (Aotus), que habita en la provincia de Formosa, es poco lo que se conoce. Y acerca del mono caí, se sabe que está en peligro en la zona de Misiones debido al tráfico de especies.

En cuanto a los ratones silvestres, en la Argentina suman unas cien especies, y la fragmentación o la destrucción del hábitat hacen que algunas de las poblaciones empiece a decaer.

Número de ejemplares

Conocer la cantidad de ejemplares de una especie no es tarea fácil y, por lo general, se cuenta con estimaciones que se realizan a partir de diversos indicadores.

Isabel Gómez Villafañe y Mariela Nieves. Foto: Diana Martinez Llaser.

Isabel Gómez Villafañe y Mariela Nieves. Foto: Diana Martinez Llaser.

“Si el área es muy chica, puede inferirse que no es viable que la población continúe”, explica Gómez Villafañe, y agrega: “También puede tenerse una medida indirecta calculando el número de individuos que caen en trampas de captura; y, si esas capturas decaen a lo largo del tiempo, se puede saber si la población está declinando”.

Por su parte, Nieves acota: “También es útil la información que pueden brindar, por ejemplo acerca de los monos, los colegas que estudian otras especies en la misma región, pues pueden decirnos si los han escuchado, o han encontrado frutos mordidos por ellos, o darnos indicios de que están presentes en determinada zona”.

“El hecho de que este proyecto tenga una representación tan grande a nivel nacional, va a permitir contar con una red de comunicación entre los distintos investigadores, que antes no existía”, destaca Nieves.

Toda la información que se reúna se va a volcar a la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN (que también se conoce como Libro Rojo). Esta lista, creada en 1963, constituye el inventario más completo del estado de conservación de especies de animales y plantas del mundo.

“Como hay especies en peligro, toda la información recopilada va a ser una herramienta fundamental para reclamar acciones de conservación”, señala Gómez Villafañe, y concluye: “Por ello la convocatoria a los investigadores fue exitosa, todos mostraron mucho entusiasmo y compromiso”.