La meteorología en la escuela media

Mentes nubladas

Hay un viento llamado Pampero. El agujero de ozono es un agujero. Los vientos se generan en los anticiclones. Estas fantasías o conceptos errados –que suelen darse por correctos en el ámbito de la educación media– denotan el desconocimiento que existe en las aulas acerca de los temas relacionados con la atmósfera. Investigadoras de la Facultad, que siguen de cerca los problemas educativos del nivel medio, revelan a través de esta nota los errores más frecuentes.

4 Jun 2009 POR

Foto: Juan Pablo Vittori

Para romper el hielo, se puede comenzar con un concepto que muchos suponen verdadera: las nubes no están formadas por vapor. Si así fuera, el cielo se vería siempre despejado. Porque el vapor es un gas incoloro y, por lo tanto, no se puede ver. No obstante, en la escuela se insiste en utilizar la analogía del “humo blanco” que sale por el pico de la pava durante el hervor –o el que invade el baño cuando tomamos una ducha– para ejemplificar la constitución de una nube. Pero eso que vemos no es vapor. Es agua líquida en suspensión.

“Las nubes están formadas por pequeñas gotitas de agua líquida, que son producto de la condensación del vapor y, además, casi todas las nubes tienen microcristales de hielo en su interior”, aclara la doctora Celeste Saulo, investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar yla Atmósfera(CIMA), y directora del Departamento de Ciencias dela Atmósferay los Océanos dela Facultadde Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) dela Universidadde Buenos Aires.

Pero, si el agua y el hielo son más densos que el aire ¿cómo es posible que los Cirrus, los Stratus o los Cumulo-nimbus “floten” alegremente por las alturas? “Porque hay corrientes de aire ascendente que los sostienen”, responde Saulo.

Según la experta, estos vientos ascendentes son los que permiten que las microgotas y los microcristales, que conforman inicialmente una nube, puedan crecer paulatinamente hasta adquirir el peso suficiente para vencer la fuerza de estas corrientes ascendentes y precipitar en forma de lluvia, de nieve o de granizo.

Aunque todos sabemos que las granizadas se originan en los nubarrones que oscurecen el cielo, suele creerse que las piedras de hielo aumentan su tamaño a medida que van cayendo. Sin embargo, lo que sucede es lo contrario, porque en su camino hacia el suelo el granizo se va derritiendo: “Porque desde la base de la nube hasta la superficie dela Tierradebe recorrer cientos de metros con temperaturas mayores a los0ºC. Incluso, por la menor humedad que puede haber debajo de las nubes, hay gotas de lluvia que se evaporan durante ese trayecto.”, explica Saulo.

Tormenta de ideas

Así como afirmamos que la birome, el colectivo y el dulce de leche son argentinos, algunos creen que los chaparrones que suelen inundar la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores son nacidos y criados en el  Río dela Plata. Enotras palabras, que acá llueve porque estamos cerca de un espejo de agua: “Existe una idea bastante generalizada de que la lluvia es un fenómeno local, y esto es falso. El vapor de agua puede viajar muchos kilómetros”, consigna la doctora Saulo, y añade: “Una nube sería bastante ineficiente si sólo pudiera precipitar lo que se evaporó localmente”.

Curiosamente, las imágenes de los textos escolares en las que se esquematiza el ciclo del agua presentan la típica secuencia de evaporación, condensación y precipitación de ese líquido elemento como un fenómeno que ocurre en una extensión de territorio bastante limitada (ver figura).

Mal que le pese al nacionalismo vernáculo, la mayor parte de la lluvia que moja el asfalto de la avenida Corrientes no se origina en el Río dela Plata, ni tampoco en el Riachuelo. Ni siquiera exhibe pasaporte argentino: “Está bien documentado que la mayor proporción de lo que llueve acá procede del Amazonas, y también que hay otra buena parte que proviene de una zona del Océano Atlántico situada al noreste de nuestro país”, afirma Saulo.

Pero si de heridas al acervo patriótico se trata, hay una que puede ser difícil de sobrellevar: el Pampero, personaje clásico de la literatura gauchesca, que llegó a darle nombre a una marca de zapatillas y al caballo de Patoruzú, sería un viento “trucho”. “El Pampero no existe”, dispara Saulo, “no está registrado en ningún libro de meteorología porque no tiene nada en especial, simplemente es un viento del sur y no tiene ninguna característica particular”, explica.

Así, parecería que a cualquier viento que pasa por nuestras Pampas proveniente del sur se lo llama Pampero. Prueba de que no posee ninguna peculiaridad y, por lo tanto, que se presenta en formas muy variadas, es el hecho de que recibe diferentes nombres: “Pampero húmedo”, cuando produce lluvias; “Pampero sucio” cuando va acompañado de tormentas de polvo y aún no ha llovido; y “Pampero limpio”, cuando el viento se limpia de polvo por efecto de la lluvia.

“Hay libros de geografía que le dan nombre propio a los vientos, lo cual no tiene mucho sentido. El único que está documentado, porque tiene características bien diferenciables, es el Zonda”, informa la meteoróloga.

Lo que el viento se llevó

Entre las fantasías que se enseñan en el mundo escolar, la que más irrita a los expertos en meteorología es la que afirma que los centros de alta presión (anticiclones) “emiten” vientos y que los centros de baja presión (ciclones) los “atraen”. Esta concepción hace suponer que los vientos “salen” de un lugar y “entran” en otro, es decir, que habría fuentes y sumideros de corrientes de aire, lo que equivale a creer que el aire se crea y se destruye.

Por otra parte, según esta idea errónea, los vientos tendrían dirección recta, y esto no se corresponde con la realidad: “No se tiene en cuenta que la Tierragira y que los vientos no entran ni salen, sino que giran en torno a los centros de alta y baja presión”, recalca la doctora Bibiana Cerne, investigadora del Departamento de Ciencias de la Atmósferay los Océanos de la FCEyN(ver recuadro: Cómo se producen los vientos).

Para profundizar la confusión, algunos libros de texto de la escuela secundaria utilizan imágenes producidas en el hemisferio norte: “En aquella parte del mundo los ciclones y anticiclones giran en sentido inverso respecto de lo que ocurre en el hemisferio sur y, por lo tanto, se dibujan al revés. Pero acá no lo corrigen”, advierte Cerne.

Para la especialista, la falta de información y las concepciones erróneas de los profesores de educación media se debe en parte al hecho de que la meteorología forma parte de los contenidos de Geografía: “Les enseñan a los chicos que los vientos van de aquí para allá, pero nadie les explica qué es el viento y cuál es su relación con la presión atmosférica. Esto lo tiene que enseñar el profesor de física”, sostiene.

El agujerito sin fin

Aunque para alguien pueda sonar raro, el agujero de ozono no existe. No hay un agujero de ozono.

Esto no significa que debemos dejar de preocuparnos por la incidencia de los rayos ultravioleta (UV), o que el Protocolo de Montreal -que regula las emisiones de sustancias que agotan el ozono de la atmósfera- haya tenido resultados exitosos. Todo lo contrario. Todavía queda mucho por hacer en este sentido.

Pero, suponer que existe un agujero es creer que hay algo sólido que ha sido agujereado. Y el ozono es un gas.

En verdad, esta concepción errónea es responsabilidad de los científicos, que utilizaron la metáfora de la “capa” de ozono para simbolizar una franja de la alta atmósfera en la que ese gas se concentra en mayor proporción: “La palabra correcta es ‘filtro’. Porque eso es precisamente lo que hace el ozono estratosférico: filtrar los rayos UV, es decir, deja pasar una parte y otra parte no”, señala Bibiana Cerne, y añade: “De la misma manera, lo apropiado es hablar de ‘adelgazamiento’, y no de agujero”. Según la experta, el desconocimiento de que se trata de un adelgazamiento global puede llevar a que los alumnos no comprendan cómo puede afectarles el “agujero” de ozono dela Antártida.

Un trabajo publicado por Cerne y otros autores enla Revista Electrónicade Enseñanza de las Ciencias, que analiza monografías y murales realizados por alumnos secundarios -en el marco de un concurso auspiciado porla Asamblea GeneralSPARC (Stratospheric Processes and their Role in Climate) que se celebró en Buenos Aires en el año 2000- revela, entre otras cosas, que los estudiantes no son capaces de diferenciar el proceso de adelgazamiento de la capa de ozono del fenómeno de calentamiento global. Según el artículo, la explicación más común que dan los jóvenes es que “el ‘agujero’ de la capa de ozono permite que llegue mayor radiación UV ala Tierray esto produce un aumento del efecto invernadero cuyo resultado es el calentamiento global”.

Pero, en realidad, el calentamiento del planeta es consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero. Esta confusión (que el incremento de la radiación UV es el responsable directo del efecto invernadero) derivaría de la lectura de ciertostextos: “Hay libros escolares que hablan del ozono como ‘el veneno vital’ y, más allá de que un veneno no puede ser vital, se está mezclando la idea de que el ozono estratosférico protege la vida  con el concepto de que, a nivel del suelo, es un gas de efecto invernadero”, considera Cerne.

Los límites del malentendido

El concepto de “capa” de ozono, introducido por los científicos, dejó de lado el hecho de que, en realidad, este gas no sólo está presente en la estratósfera, sino que está distribuido por toda la atmósfera. De hecho, aunque en pequeña proporción, hay moléculas de ozono moviéndose a nuestro alrededor.

Pero, porque es imposible analizar y comprender todo el Universo al mismo tiempo, cuando se quiere efectuar una investigación se hace necesario delimitar el campo de estudio. No obstante, los límites son arbitrios humanos. La naturaleza ignora las fronteras.

Esta necesidad de definir, demarcar y clasificar lo que nos rodea invade particularmente el ámbito escolar impidiendo que el conocimiento se transmita –y, por lo tanto, se adquiera- con un criterio flexible. Por ejemplo: “Las regiones climáticas se enseñan con límites fijos, como si fueran países”, observa Cerne. “¿Y cuáles son los límites de la región Pampeana? –se pregunta, y sigue: “Porque eso depende, entre otras cosas, del clima, de la cantidad de lluvia caída, que puede variar año tras año, por lo cual los bordes se corren todo el tiempo. Sin embargo, en general, en los libros escolares aparecen dibujados los límites de cada región”, concluye.

Una forma “limitada” de enseñar que conduce a una manera restringida de aprender, y a una paradoja: “Aunque digan que no los quieren para su vida cotidiana, a la hora de estudiar, los chicos piden que les estipulen límites”, sonríe Cerne.

 

Lo que mata es la humedad

Hay jornadas calurosas en las cuales nos sentimos sofocados. ¡Qué día pesado!, acostumbramos rezongar. Paradójicamente, en esos momentos el aire es menos pesado que cuando el tiempo es fresco. De hecho, en los días agobiantes la presión atmosférica suele ser baja.

En realidad, la sensación de pesadumbre responde a otras causas. Por un lado, a que el aire, al calentarse, se hace más liviano y “se va para arriba”, y en consecuencia disponemos de menos cantidad de oxígeno para respirar. Entonces, parece que “nos falta” el aire.

Por otro lado, y principalmente, la sensación de agobio está relacionada con la humedad relativa del ambiente, que indica cuán saturado de vapor de agua está el aire. Cuando este parámetro atmosférico es muy elevado, es decir, cuando al aire le queda muy poco “lugar” para admitir vapor, a nuestro organismo se le hace muy difícil refrigerarse. Porque, para “sacarnos el calor de encima”, los animales de sangre caliente necesitamos evaporar agua a través de la transpiración (le transferimos energía calórica al agua de nuestro cuerpo, que entonces se evapora y “se lleva el calor”). Pero, si el aire tiene poco “lugar” para admitir nuestro vapor, nos costará más eliminarlo y la refrigeración será más dificultosa. El resultado: la sensación de agobio.

Cómo se producen los vientos

Todos sabemos que el viento es aire en movimiento. Pero ¿por qué se produce esa corriente? Para comprender este fenómeno debemos saber que, al igual que el agua, el aire es un fluido y, como tal, intentará ocupar cualquier espacio al que pueda acceder. Este movimiento no se produce en cualquier dirección, sino que, de la misma manera  que lo que sucede con el agua, el desplazamiento ocurre desde el lugar en el que hay mayor cantidad (más masa) de aire hacia el lugar en el que hay menos masa.

La masa de aire está en relación directa con la presión atmosférica, porque el aire pesa y, por lo tanto, cuanto mayor sea su masa mayor será el peso que ejerce sobre la superficie dela Tierra. Enotras palabras, donde hay mayor cantidad de aire hay mayor presión atmosférica. Por eso el aire se mueve desde las áreas de alta presión hacia las áreas de  baja presión.

Este movimiento de aire no dura indefinidamente, sino que cesa cuando la masa de aire en uno y otro lado se equilibran o, lo que es lo mismo, cuando las presiones atmosféricas se igualan.

Esto no significa que en ese momento se acaben los vientos sobre el planeta. La radiación solar se encarga de que ello no ocurra alterando el equilibrio atmosférico en forma permanente. Porque, allí donde el sol calienta, el aire toma el calor de la superficie dela Tierray se hace más liviano, y entonces “sube” (como el humo caliente del cigarrillo). De esta manera, el peso de la masa de aire sobre ese lugar -y por lo tanto la presión atmosférica- se hace menor respecto de la de otros lugares más o menos próximos. Y este desequilibrio ocasiona nuevos desplazamientos de aire.

Por otra parte, el movimiento de los vientos, como el de cualquier fluido, está afectado por la rotación dela Tierra. Porello, el aire no sigue una trayectoria recta, sino que gira en torno a los centros de alta o baja presión.

Como turco en la neblina

¿Por qué el aire es más frío en las alturas, donde el sol está “más cerca”, que aquí abajo? Porque, contrariamente a lo que la intuición puede indicarnos, la atmósfera se calienta de abajo hacia arriba: “El aire es un muy mal conductor del calor, entonces no se calienta por conducción de la radiación solar, sino por contacto con la superficie terrestre y por absorción de la radiación de onda larga, también proveniente dela Tierra”, ilustra Celeste Saulo.

Según Bibiana Cerne, este fenómeno ha dado lugar a otra concepción errónea: “Se dice que ‘la niebla se levanta’ o que ‘cae el rocío’, y eso es falso”.

Como las nubes, la niebla contiene agua en suspensión –“por eso nos mojamos cuando estamos en contacto con ella”, indica- y, a medida que el sol calienta el suelo desde el amanecer, el aire que está más cerca de la superficie comienza a aumentar su temperatura haciendo que las gotitas de agua se evaporen. Por eso la bruma se disipa de abajo hacia arriba.

De la misma manera, a medida que oscurece y disminuye la temperatura del suelo, el aire se va enfriando, y el vapor que contiene –responsable de la humedad ambiente- comienza a condensarse. Primero se enfría el aire más cercano al piso y luego, progresivamente, las “capas” superiores.