La Argentina tiene uno de los recursos eólicos más importantes del mundo, y casi el 70 por ciento de su territorio presenta posibilidades para su aprovechamiento. Pero, científicos de Exactas UBA detectaron, en algunas zonas del país, una merma en la velocidad del viento, como ocurre en otros lugares del planeta a las mismas latitudes.
Bibiana Cerne
La ola de calor que afectó buena parte del país en diciembre de 2013 tuvo como actor principal al calentamiento global generado por el aumento de gases de efecto invernadero derivados de la actividad humana. La mayor concentración de estos gases, además, ha multiplicado por cinco el riesgo de que ocurra un evento de estas características extremas. Esta afirmación surge de un trabajo realizado por climatólogos argentinos y franceses recientemente publicado en el Boletín de la American Meteorological Society.
El jueves 7 de noviembre se conmemoró la creación de la primera carrera universitaria del país en esta materia. Comenzó a dictarse en Exactas UBA en 1953 y también fue pionera en el mundo de habla hispana. Actualmente, es referente en formación para América Latina de la Organización Mundial de Meteorología. Sus graduados son cada vez más demandados en diversas actividades.
Aparentemente en las zonas de latitudes medias de ambos hemisferios se viene registrando un descenso en la velocidad del viento medio en los últimos tiempos, a razón de medio metro por segundo cada diez años. El sur argentino no escapa a esta tendencia. Se espera lograr pronosticar la situación para el mejor uso de la energía eólica.
Hay un viento llamado Pampero. El agujero de ozono es un agujero. Los vientos se generan en los anticiclones. Estas fantasías o conceptos errados –que suelen darse por correctos en el ámbito de la educación media– denotan el desconocimiento que existe en las aulas acerca de los temas relacionados con la atmósfera. Investigadoras de la Facultad, que siguen de cerca los problemas educativos del nivel medio, revelan a través de esta nota los errores más frecuentes.