Un arco de flecha anuncia tormentas severas
La tormenta del 4 de abril pasado pudo visualizarse en los radares de Pergamino, Ezeiza y Paraná como una línea en forma de arco que representaba el frente de ráfagas. Esa forma se vincula con vientos intensos y copiosas precipitaciones, según investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
En la mañana del 4 de abril pasado, las imágenes de los radares meteorológicos de Ezeiza, Pergamino y Paraná mostraban en los ecos (patrones de reflectividad) distintas celdas de tormentas que aumentaron en número durante la tarde y se organizaron en una línea en la que se veían segmentos con forma de arco. El arco representaba al frente de ráfagas, línea que marca la frontera entre una masa de aire caliente que asciende y el aire frío alimentado por las corrientes descendentes, que avanzaban desde el sudoeste.
Parte de la radiación que emite un radar, al interceptar el blanco –las gotas de agua o las partículas sólidas de la nube– es dispersada hacia atrás y la señal recibida por el radar puede visualizarse en forma de eco. El 4 de abril, ese eco fue adquiriendo en horas de la noche una estructura de línea con forma de arco. Con el transcurso de las horas, el arco se fue haciendo más convexo debido a los vientos intensos asociados a las corrientes descendentes que lo empujan desde atrás.
Según un informe preliminar del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), a partir de los daños analizados, el fenómeno fue caracterizado como tornado de intensidad F2 en la escala Fujita, que corresponde a una velocidad de viento estimada entre 180 a 250 kilómetros por hora.
En la década de 1970, el especialista en tornados Tetsuya Fujita, de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, observó que durante tormentas severas uno de los patrones de reflectividad que mostraban los radares presentaba forma de arco, y podía indicar vientos severos y daños en superficie.
“Una característica de los sistemas en arco es la presencia de un jet de viento que proviene de la parte posterior de la tormenta y, al descender a superficie acompañado por la precipitación, se visualiza en el eco como una punta de flecha, que favorece, por delante, el ascenso del aire caliente”, explica la doctora Matilde Nicolini, profesora en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, de la FCEyN-UBA, e investigadora del Conicet. En la etapa final, el eco en arco puede adquirir, en el hemisferio sur, la forma de una coma invertida, con un vórtice en su extremo derecho.
La imagen en el radar (mediante el componente Doppler) puede indicar si hay movimientos de rotación localizados dentro de los cuales puede generarse un tornado. Pero éste es un fenómeno mucho más localizado (microescala), con una extensión inferior a los 2 kilómetros. En cambio, la escala típica de los sistemas en forma de arco cubre un rango entre 20 y 200 kilómetros (mesoescala).
Por consiguiente, para predecir el vórtice dentro del cual se genera un tornado es necesario lograr una resolución en escala más pequeña, lo que requiere una gran capacidad computacional, indica la investigadora.
Nicolini y su equipo analizaron una tormenta severa de octubre de 2008. En ese trabajo, publicado en Meteorológica, los investigadores estudiaron las características de la masa de aire en la que se gestó la tormenta. “El radar de Ezeiza registró tres patrones de reflectividad con estructura de arco, pero no se registraron daños producidos por esa tormenta, como en la del 4 de abril pasado”, afirma. Sin embargo, las imágenes Doppler del radar de Ezeiza captaron vientos intensos mayores a 72 kilómetros por hora por detrás de los ecos en arco.
A partir de los registros, los investigadores determinaron que en la madrugada del 21 de octubre de 2008, una sostenida corriente de viento del Norte produjo una intensa convergencia de humedad en las capas bajas. En altura, una corriente en chorro favoreció los movimientos ascendentes. Todos los factores condujeron a la formación de tres ecos en arco. Como resultado, hubo abundante precipitación, ráfagas de viento de 90 kilómetros por hora y caída de granizo en algunas localidades del conurbano bonaerense.
En la tormenta de 2008, si bien la convección presentó estructura de arco, no llegó a organizarse en forma de línea y a presentar la coherencia espacial que mostró la más reciente. Esta última evidenció mayor severidad en zonas pobladas. “Es posible que los efectos significativos de la anterior hayan ocurrido en áreas menos pobladas”, estima Nicolini.