Fortalecer viejos recuerdos
No sólo las memorias recientes, sino también las de larga data pueden modificarse o reforzarse. Asimismo, una memoria es más perdurable si se genera en una situación de estrés. Son algunas de las constataciones realizadas en experimentos de aprendizaje con voluntarios.
Adquirir conocimiento implica agregar nueva información a la que ya se poseía y, muchas veces, corregir y reestructurar el saber previo. El proceso implica rectificar lo recordado, hecho que fue comprobado hace años por las neurociencias: la memoria puede ser modificada.
En efecto, diversos grupos de investigación han realizado experimentos con animales y también en humanos y lograron confirmar esa hipótesis: una memoria que estaba guardada puede ser llevada a un estado de labilidad durante un período de tiempo, y puede ser modificada, atacada por un agente amnésico o, también, fortalecida. No obstante, en general , las pruebas se realizaban con memorias recientes, y el interrogante que surgió es si las memorias más antiguas podían pasar por procesos similares, y también ser modificadas o fortalecidas, según comenta María Eugenia Pedreira, investigadora del Laboratorio de Neurobiología de la Memoria, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
“Nos interesa saber si el fortalecimiento puede darse a lo largo de la vida de una memoria”, relata Pedreira, y agrega: “En modelos animales se había observado que esa funcionalidad dependía de la edad de la memoria, por ello nos preguntamos qué pasaría con memorias más antiguas”, detalla Pedreira, que es investigadora del CONICET.
La memoria se consolida en las primeras 24 horas. Y puede abrirse cuando aparecen claves asociadas al momento en que se formó el recuerdo. Si una persona vuelve a un lugar donde percibe olores, sonidos y sensaciones que estuvieron presentes en el momento en que realizó un aprendizaje, vuelve a estar expuesta a una situación similar a la ya vivida, entonces puede usar esa información guardada y actuar en consecuencia.
Se sabe que pasar por una situación de estrés en el momento de adquisición de una memoria puede tener dos efectos opuestos: la perjudica o la mejora. “Nosotros demostramos que el estrés social puede fortalecer el guardado, produciendo una traza que es más perdurable”, asegura Pedreira. Los resultados se publican en dos números de la revista Neurobiology of Learning and Memory. Firman los artículos, además de Pedreira, Rodrigo Sebastián Fernández (becario doctoral) y Luz Bavassi y Cecilia Forcato, todos investigadores en el mismo laboratorio, en Exactas UBA.
En experimentos de aprendizaje con voluntarios, al día siguiente de aprendida la tarea, los investigadores realizaban la manipulación de la memoria con el fin de fortalecerla. Al tercer día, efectuaban una evaluación. Pero también hicieron pruebas con varios días de diferencia. “Cuando pasaba una semana entre el aprendizaje y la manipulación de la memoria, no parecía posible fortalecerla”, comenta Pedreira, y prosigue: “Entonces pensamos que, si uno modifica de algún modo la forma en que se guarda esa memoria con el fin de hacerla más perdurable, se podría contrarrestar el efecto del olvido y dar la posibilidad de fortalecer memorias más antiguas”.
Memoria perdurable
Para formar una memoria más perdurable, los investigadores sometieron a una situación de estrés social a un grupo de voluntarios, quienes inmediatamente después debían aprender un listado de sílabas. Dado que, frente a esas situaciones, se activa en el organismo la liberación de determinadas hormonas, en este caso fue posible comprobar que la memoria se fijaba de una manera más indeleble si estaba cercana en el tiempo a una situación tensa o incómoda. No se trata de una situación de estrés extremo, que perjudicaría el guardado de la memoria, sino, más bien, de un estrés moderado que favorece la adquisición de la memoria.
En esas situaciones, aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, así como el nivel de la hormona cortisol. Esos efectos fisiológicos no se produjeron en el grupo control, que realizó su tarea de aprendizaje sin haber pasado por el momento de tensión. Pero en éstos la memoria no se guardó en el mismo estado interno, lo que resultó, entonces, en una memoria menos persistente.
Luego de siete días, la información mejor recordada fue la que se guardó “a fuego” en una situación de estrés. “Nos parece que es un aporte interesante para entender la dinámica y, sobre todo, porque la reconsolidación puede ser pensada como herramienta para el tratamiento de memorias traumáticas”, comenta Pedreira.
Para el caso de personas que cargan en su haber recuerdos traumáticos, actualmente se busca generar nuevas memorias, con información opuesta, que se superpongan a la memoria original, sin borrar el recuerdo anterior. Este método se emplea en terapias para el tratamiento de fobias. Por ejemplo, con una persona fóbica a las arañas, se realiza una aproximación gradual progresiva (por ejemplo, se le muestran fotos de arañas) para que se habitúe a no tenerles miedo. Sin embargo, con este tipo de tratamientos es frecuente la recaída, si se disparan determinadas claves o momentos que lleven al sujeto a ser fóbico nuevamente.
“Lo atractivo de la reconsolidación es que uno puede modificar la memoria original, cambiar la información guardada, y ello permitiría asegurar un efecto más prolongado”, reflexiona Pedreira.
Por otra parte, estos estudios, al lograr una comprensión de las bases de la memoria, podrían ayudar a fortalecer la memoria de uso cotidiano en las personas de mayor edad que comienzan a tener problemas para recordar, por ejemplo, si tomaron la medicación o dónde dejaron las llaves o los anteojos.
“Es adaptativo pensar que uno puede modificar la información guardada”, opina Pedreira, y agrega: “Además, creemos que encontrar las condiciones que limitan el proceso aporta no sólo a la descripción del proceso sino también a la posibilidad de aplicar estos conocimientos para el tratamiento de recuerdos traumáticos”.
La memoria sólo se fortalece cuando se abre. Ello no sucede si sólo se la evoca. “Ahora quedó demostrado que la posibilidad de reforzar la memoria sirve tanto para memorias jóvenes como para las antiguas”, señala Pedreira, y agrega: “La conclusión es que la funcionalidad del proceso de reconsolidación no está restringido a memorias jóvenes y depende de las dinámicas de adquisición y del momento en que la memoria se abre”.