En Exactas UBA diseñaron un modelo experimental para estudiar la relación entre la memoria y los trastornos de ansiedad.
María Eugenia Pedreira
Investigadores de Exactas UBA efectuaron experimentos con 153 adultos jóvenes de ambos sexos y pudieron determinar que el significado de un vocablo nuevo se aprende inmediatamente, pero que nombrar la palabra demora varios minutos en ser aprendido. También descubrieron que la integración de un término novedoso a la red de palabras conocidas puede tardar 48 horas.
Lo inesperado juega un rol fundamental a la hora de aprender algo nuevo o de consolidar un recuerdo. Un error de predicción puede “abrirnos la cabeza” y modificar nuestras memorias. Un equipo interdisciplinario de investigadores apunta a aprovechar ese conocimiento para tratar trastornos de ansiedad y, también, el deterioro cognitivo leve, que puede llevar al Alzheimer.
No sólo las memorias recientes, sino también las de larga data pueden modificarse o reforzarse. Asimismo, una memoria es más perdurable si se genera en una situación de estrés. Son algunas de las constataciones realizadas en experimentos de aprendizaje con voluntarios.
Poco a poco, empiezan a develarse los mecanismos a través de los cuales se forman nuestros recuerdos. Los resultados de las investigaciones demuestran que la memoria no es indeleble, sino que puede alterarse y, por lo tanto, ser mejorada o, incluso, borrada. El conocimiento alcanzado en este campo permite imaginar un sinnúmero de potenciales aplicaciones.