Mejor Argentina
Francisco Urbano es español y realizó sus estudios universitarios en Madrid, donde se doctoró en neurobiología. En el 97 se incorporó a Exactas y luego de realizar un posdoc en Estados Unidos se estableció en el Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular. Es uno de los investigadores de la Facultad que obtuvo una Beca Guggenheim en 2011.
– ¿Por qué decidiste presentarte a la beca?
– Lo que me decidió es que se trata de una convocatoria abierta, ni siquiera hay que ser científico. El objetivo es ayudar económicamente a personas que quieran realizar cosas novedosas. Nuestro grupo es muy chico y esa financiación nos viene bien, por el dinero en sí y también por el prestigio que te da ser calificado como becario Guggemheim.
– ¿Cómo es la presentación que hay que hacer para participar?
– Son tres documentos que hay que presentar online. Hay que crear una cuenta de usuario en la fundación y subirlos. Uno es del plan de trabajo en el que vas a invertir los fondos. En el segundo tenés que detallar tus antecedentes. El tercer documento es, básicamente, una lista de personas que puedan dar referencias sobre tu persona.
– ¿En qué consiste el plan de trabajo que elaboraste?
– Somos un grupo que estamos en dos centros: en el Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA UBA Conicet) dirigido por Verónica Bisagno, en el que también trabaja una becaria, Mariana Raineri; y nosotros, en el IFIBYNE (UBA Conicet) que es donde me reinserté como investigador en el 2007 y donde trabajo con Belén Goitia. Básicamente somos un grupo de neurociencia básica. Empezamos un proyecto en el 2008 sobre drogas de abuso. Lo que vimos es que la cocaína y, tal vez, otras drogas de abuso son capaces de alterar el funcionamiento de dos estructuras que se llaman tálamo y corteza que nosotros usamos, por ejemplo, para ver y oir. Las drogas de abuso las perturban de manera nociva y, en particular, alteran una cosa que se llama inhibición GABAérgica. Es un proyecto muy novedoso que justamente necesita de esos empujones de financiación y de soporte intelectual para salir adelante.
– Es un tema que más allá de lo científico tiene un peso social muy fuerte.
– Tanto Bisagno como yo veníamos de un background por el cual ya teníamos alguna información sobre las alteraciones que provocan las drogas de abuso y teníamos una serie de preguntas para responder. Además, se fueron conociendo cosas muy importantes para la sociedad como, por ejemplo, la problemática del paco, que hace estragos. El mecanismo de acción del paco tiene que ver primordialmente con su contenido de cocaína y no con otras sustancias que se pensaban que eran las causantes principales del daño neuronal. Entonces, si yo puedo describir qué pasa con la cocaína, eventualmente puedo llegar a generar información de dianas farmacológicas para, eventualmente, en un futuro generar una medicación efectiva.
– ¿Esas medicinas apuntarían a revertir el daño cerebral producido por la droga o a combatir la adicción?
– Es muy difícil revertir daños a nivel neuronal pero es relativamente más fácil concientizar a la población de no usar drogas una vez que puedas describir los daños que provocan. Y también puede pasar como con la heroína, que tiene un análogo que es mucho menos adictivo que se les da a las personas adictas, y con eso ayudar a revertir una problemática social muy grave. Son muy amplias las posibilidades que tiene el campo. Pero nosotros, particularmente, queremos saber mejor qué es lo que hace.
-Vos sos español. Te formaste en tu país y en Estados Unidos y llegaste a la Argentina en 2007 ¿Cómo evaluás tu inserción científica en la Facultad y en el país?
– Bueno, en la práctica, la Guggenheim es una demostración de que he podido desarrollar un buen trabajo.
– A muchos les resulta muy llamativo que un ciudadano europeo y mas aún científico, haya venido a trabajar a la Argentina.
– Es que, justamente, en los últimos años todo ese patrón de pensamiento se revirtió. Por ejemplo, actualmente en Estados Unidos es más difícil conseguir un proyecto que en Argentina. Esto ya lo había dicho al poco tiempo de llegar aquí (ver Cable 709) y cuatro años después se confirmó absolutamente. En Europa es incluso peor para los jóvenes investigadores. Porque la mayoría de los países europeos tienen posiciones que dependen directamente del Estado. Si el Estado tiene que sanear cuentas no genera posiciones. Lo mismo ocurrió en Argentina en los 90. La realidad es que no sólo hemos podido desarrollar una línea nueva sino que se han incorporado personas jóvenes lo cual demuestra un cierto atractivo para la formación de recursos humanos. Y repito, la Guggenheim no me la dieron por lo que hice antes sino por una combinación de factores entre los cuales está involucrado el hecho de tener una posición permanente y poder demostrar que se hicieron una serie de estudios novedosos. Eso último depende directamente de la política científica argentina porque, en Estados Unidos, conseguir una posición permanente con financiación es, para nuestros estándares, prácticamente imposible. No hay que olvidar que antes de esta beca nuestro proyecto recibió un PICT que está financiado por la Agencia a través del Estado. Y eso depende también de la inserción en la carrera del Conicet. Entonces, la conclusión directa en mi caso particular es exitosa por donde la mires. Nosotros hicimos algo acá que no pensamos que podríamos hacer en ningún otro lugar y eso es un hecho objetivo.