Recursos pesqueros

Una ayudita desde Brasil

Hasta ahora se creía que las aguas brasileras cumplían un rol crucial en la pérdida de varias de nuestras especies de interés comercial. Ahora, un estudio refuta esa hipótesis y demuestra que, por el contrario, las aguas brasileras ayudan a conservar nuestros recursos.

23 Jul 2018 POR
Hay un área de nuestro mar, situada a cientos de kilómetros de la costa, a la altura de la provincia de Buenos Aires, en donde las larvas de varias de nuestras especies de interés comercial son arrastradas por las aguas argentinas hacia el océano abierto.

Hay un área de nuestro mar, situada a cientos de kilómetros de la costa, a la altura de la provincia de Buenos Aires, en donde las larvas de varias de nuestras especies de interés comercial son arrastradas por las aguas argentinas hacia el océano abierto.

El Mar Argentino es uno de los más ricos del mundo por sus recursos pesqueros. Y sería todavía mucho más rico si la naturaleza -que ignora fronteras- no se llevara una gran parte de esa riqueza hacia las aguas internacionales.

Es así: hay un área de nuestro mar, situada a cientos de kilómetros de la costa, a la altura de la provincia de Buenos Aires, en donde las larvas de varias de nuestras especies de interés comercial son arrastradas por las aguas argentinas hacia el océano abierto. Es un sitio que está muy próximo a la Confluencia Brasil-Malvinas, que es el lugar donde convergen dos grandes corrientes oceánicas: la de Brasil, que viene del Norte, y la de Malvinas, que viene del Sur.

Hasta ahora, se pensaba que nuestras especies eran transportadas por las aguas argentinas hasta el sur de Brasil y que, al encontrarse con las aguas brasileras, volvían hacia el Sur y, luego, eran “empujadas” hacia el océano abierto en la región de la Confluencia Brasil-Malvinas.

Pero un estudio científico, que será publicado en el Journal of Geophysical Research: Oceans, no solo refuta esa hipótesis sino que propone que el mayor volumen de aguas argentinas se pierde antes de alcanzar las aguas brasileras. Además, el trabajo muestra que las aguas brasileras ayudarían a mantener una parte significativa de nuestra riqueza pesquera.

Agua que se va

Quienes pusimos los pies en el agua que baña la costa argentina sabemos que es fría. Es porque proviene del extremo sur del país: ingresa a nuestro espacio marítimo principalmente por el estrecho de Le Maire -que separa a Tierra del Fuego de la Isla de los Estados- y, desde ahí, “sube” hacia el Norte. Los oceanógrafos la llaman Agua Subantártica de Plataforma (ASAP), porque circula sobre nuestra plataforma continental, que es la prolongación sumergida de nuestro continente.

El ASAP recorre miles de kilómetros sobre la plataforma argentina, primero, y la uruguaya, después, hasta que, en el extremo sur de Brasil, se encuentra con el agua que viene desde el norte transitando por encima de la plataforma brasilera (Agua Subtropical de Plataforma). Esa franja de encuentro se denomina Frente Subtropical de Plataforma y, hasta ahora, era considerado un sitio preferencial de pérdida del ASAP hacia el océano abierto.

“Los resultados de nuestro trabajo indican que el Frente Subtropical de Plataforma no actúa como un sitio preferencial de pérdida de estas aguas subantárticas y de especies marinas asociadas, tal como el plancton, como se pensaba hasta ahora”, informa Bárbara Franco, investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera con sede en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (CIMA, UBA-CONICET). “Nuestros resultados sugieren que el mayor volumen de las aguas subantárticas es exportado directamente hacia el océano abierto en la región de la Confluencia Brasil-Malvinas”, consigna.

Agua que se queda
Representación esquemática de la circulación en la Plataforma del Atlántico Sudoccidental; del agua subantártica de plataforma, y del agua subtropical de plataforma.

Representación esquemática de la circulación de la Plataforma del Atlántico Sudoccidental; del agua subantártica de plataforma, y del agua subtropical de plataforma. Modificado de Franco et al. (2018).

La plataforma continental se extiende por debajo del agua, desde la costa hasta el talud que marca el inicio del océano profundo. Su extensión puede alcanzar algunos cientos de kilómetros y su profundidad suele ser inferior a los 200 metros. Entre toda esa riqueza se encuentra el plancton, que son organismos -generalmente microscópicos- que viven en suspensión en el agua, como por ejemplo las larvas del calamar argentino, de la vieira patagónica, de la anchoíta y de otras especies de gran interés comercial. En tanto no alcanzan su estadio juvenil y, en consecuencia, la capacidad de nadar, las larvas son arrastradas por el agua.

“Nosotros encontramos que el Frente Subtropical de Plataforma actúa como un importante mecanismo de retención del plancton que circula sobre la parte media e interna de la plataforma. Esto podría favorecer la permanencia de las larvas sobre la plataforma hasta el estadio juvenil o adulto”, señala Franco.

Flotadores a la deriva

Para efectuar el estudio, los investigadores utilizaron un modelo hidrodinámico oceánico de alta resolución espacial para simular el transporte de casi  mil flotadores pasivos, los cuales, mientras son arrastrados por la corriente, registran la temperatura, la salinidad y la profundidad del agua, así como su posición geográfica (latitud y longitud).

Dichos dispositivos fueron lanzados en dos momentos del año (el 1ro. de enero y el 1ro. de julio) a la altura de la ciudad de Mar del Plata: a 7 kilómetros de distancia cada uno y cubriendo todo el ancho de la plataforma continental.

“Observamos que, en menos de veinte días, la mayor parte de los flotadores se pierden hacia el océano abierto cerca de la región de la Confluencia Brasil-Malvinas”, explica Franco. “Pero encontramos que una fracción significativa de los flotadores que circulaban sobre la parte media e interna de la plataforma continuaban su viaje hacia el norte”, continúa. “Estos últimos flotadores son retenidos por el Frente Subtropical de Plataforma, principalmente durante fines del verano y mediados del otoño, y permanecen sobre la plataforma casi 130 días, que es un tiempo que permite a gran parte de las especies de interés comercial alcanzar su estadio juvenil o adulto”, finaliza.

Según la investigadora, el hallazgo “ayudaría a entender las fluctuaciones interanuales en la abundancia de estas especies”.

El trabajo de investigación también lleva la firma de Elbio Palma, de la Universidad Nacional del Sur; Vincent Combes, de la Universidad de Oregon; Marcelo Acha, del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero de Mar del Plata, y de Martín Saraceno, del CIMA.