¿Tormenta está?
El testimonio ciudadano muchas veces es la única forma de verificar una amenaza meteorológica y conocer su impacto. Por eso, un equipo internacional de expertos junto a entusiastas de la meteorología desarrollaron un mapa con datos para América del Sur que se alimenta de los reportes de la gente. Su objetivo es comprender los fenómenos meteorológicos extremos y construir sistemas sólidos de alerta temprana.
Veredas desgarradas, ramas enredadas en el tendido de cables, postes encorvados. Son las secuelas aún vigentes en el AMBA de la furiosa tormenta que a mediados de diciembre derrumbó cientos de árboles, destrozó casas y autos y anegó calles enteras. En Bahía Blanca, aquél episodio causó la muerte de trece personas al desprenderse el tinglado del club Bahiense del Norte.
Para esos casos regía una alerta naranja del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pero hay zonas que no cuentan con la misma posibilidad. Por eso, para la meteorología es vital contar con registros de las amenazas, establecer comparaciones con los sistemas de medición y mejorar las alertas tempranas, haciéndolas posibles en zonas donde hoy no se realizan.
“Uno de los problemas más graves que tenemos cuando desarrollamos herramientas en la meteorología es validar la información”, comenta Paola Salio, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, UBA-CONICET) y una de las responsables de la Base de Datos de Amenazas Meteorológicas y sus Impactos de América del Sur, el mapa que se está desarrollando basado en reportes de eventos confirmados.
“Uno de los problemas más graves que tenemos cuando desarrollamos herramientas en la meteorología es validar la información”.
La experta señala que en un laboratorio es más fácil validar un resultado, en cambio, la meteorología mide con un radar, un sensor remoto o un satélite y busca generar un algoritmo que determine con esa información la ocurrencia de determinado evento meteorológico. “El problema es que no sabés si efectivamente ocurrió, por eso hay muchos esfuerzos en el mundo para recolectar la información de los ciudadanos. La gente reporta fenómenos meteorológicos a través de páginas y aplicaciones”, agrega.
El mapa que están generando parte de este principio. Salio, profesora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de Exactas UBA, recuerda la campaña de experimentación internacional “Relámpago-CACTI”, realizada en 2018, donde recolectaron datos de megatormentas y granizo severo en las provincias de Mendoza y Córdoba, sedes de algunos de los fenómenos más intensos del mundo. Al culminar, quisieron seguir recolectando información: “Empezamos a generar otra base y aunamos esfuerzos con el Servicio Meteorológico Nacional y colegas que participaron en Relámpago”, comenta.
Por ese motivo, desde el CIMA decidieron sistematizar ese trabajo: “Organizamos la información en un solo sitio. Con Fido García, uno de los desarrolladores del Centro, armamos una página con un protocolo común para reportar de un mismo modo todos los datos hoy disponibles en la base. Esto se hace a través de información que publica la gente por redes sociales o cuentas de Whatsapp”, relata la investigadora.
Según el sitio de la Base de Datos, “en Sudamérica ocurren algunas de las tormentas más intensas del mundo sobre zonas densamente pobladas”. El mapa registra tornados, granizo, viento, nieve, lluvia, entre otras amenazas como niebla y polvo. Quien ingrese podrá visualizar los últimos cien reportes en un mapa con información preliminar. Para mayor detalle se debe realizar un pedido a través de un formulario disponible en el sitio.
Tiempo al tiempo
En Argentina se utiliza un pronóstico a muy corto plazo de fenómenos severos con información obtenida de radares. Salio explica que hay muchos lugares de nuestro país sin cobertura de radar pero que usan otras herramientas: “Esta base de datos podría, entonces, validar y combinar la herramienta de un área cubierta con la de áreas sin cubrir y lograr aplicaciones que permitan generar avisos a corto plazo en zonas sin radares”, afirma.
El mapa registra tornados, granizo, viento, nieve, lluvia, entre otras amenazas como niebla y polvo.
Si bien no se puede evitar la amenaza ni prohibir la circulación de personas, las alertas resultan vitales. “Una alerta naranja es para estar muy atento y suspender eventos al aire libre”, aconseja Salio. Y suma: “Uno de los recitales de Taylor Swift se suspendió por una alerta y una conversación de los organizadores con el SMN y con expertos en tormentas, fue una decisión acertadísima”. Como contrapunto, la experta recuerda cómo colapsó el escenario de la famosa fiesta Bresh en el Hipódromo de Palermo durante el temporal de diciembre, el mismo que horas antes había provocado la tragedia de Bahía Blanca.
Por supuesto, no todos los fenómenos meteorológicos son eventos severos. Estos últimos, según la investigadora, se definen asociados a tormentas: “Puede ser un tornado severo, la ocurrencia de granizo con más de dos centímetros y medio de diámetro o viento con una intensidad superior a 120 kilómetros por hora”, explica.
Para el caso de vientos severos, el umbral de 120 kilómetros por hora puede ser alto para nuestra región: “Nosotros a veces usamos el umbral de ochenta. No todos los eventos severos son iguales alrededor del mundo”, aclara la investigadora mientras comenta que la base de datos aborda amenazas meteorológicas que van más allá de los fenómenos severos. “La niebla es una amenaza para la aviación o para la visibilidad en las rutas”, ejemplifica.
El mapa también podría ayudar a mejorar la capacidad de los pronósticos, al compararlos con lo que en verdad ocurrió y apreciar su capacidad de ver el granizo o las intensidades de las tormentas. Para Salio, además, también se podría hacer el camino inverso: “sabiendo que una tormenta produjo granizo, tratar de entrenar algoritmos que nos permitan detectar fácilmente en una imagen de radar, de satélite o del pronóstico numérico, dónde ocurren u ocurrirán tormentas con estas características”, propone, al tiempo que se anima con la posibilidad de hacer estudios de cambio climático cuando la base tenga una suficiente cantidad de información, para ver si las amenazas aumentan o disminuyen con el tiempo.
Ciencia ciudadana y entusiasta
El proyecto se gestó con profesionales de distintos países de América del Sur. “El mapa empezó a gestarse durante la pandemia de covid, mientras pensábamos proyectos y formas de trabajo, especialmente junto a colegas de Brasil”, relata la investigadora mientras remarca la importancia de personas que no necesariamente son profesionales o pertenecen al sistema científico. “A partir de esas reuniones, un grupo de entusiastas junto a una persona del servicio meteorológico uruguayo empezaron a armar la base en Uruguay, algo similar ocurrió en Paraguay. También se sumó una universidad de Chile. Y siguen sumándose los países”.
En el mapa es posible encontrar reportes de nieblas, que son una amenaza para la aeronáutica pero que, tal vez, no lo sea desde el punto de vista de una persona que reporta.
El mapa no tiene financiamiento de ningún tipo y todo el trabajo es ad honorem. En su haber hay una gran cantidad de investigadores y estudiantes que realizan guardias. “En Argentina nos organizamos así, a cada uno le toca una semana y lo que hacemos es ver qué pasa en las redes sociales y medios de comunicación. Hay muchos entusiastas de la meteorología por ahí y nosotros vamos mirando esas cuentas y cargamos los reportes. Recopilamos la mayor cantidad de información sobre amenazas meteorológicas y validamos lo que se publica, analizando cuánto tiene de realidad. Por ejemplo, todo el mundo dijo que lo ocurrido en Bahía Blanca fue un tornado y lejos estuvo de eso”, comenta.
Para la científica fue importante definir qué registrar porque no todos los países reportan las mismas amenazas. En el mapa es posible encontrar reportes de nieblas, que son una amenaza para la aeronáutica pero que, tal vez, no lo sea desde el punto de vista de una persona que reporta. Por ese motivo, la base no abarca todas las amenazas, sino las que están en función de los intereses de los usuarios. “Principalmente, los usuarios se interesan en los fenómenos severos, pero hay otras amenazas como ceniza, polvo o nieve, que no son eventos severos según la meteorología pero que pueden afectar la vida cotidiana de mucha gente”, aclara Salio.
También destaca la vital importancia que tiene la ciudadanía en todo el proceso. “Tenemos un proyecto de ciencia ciudadana que fue aceptado y que iba a obtener financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología del cual al día de hoy no sabemos qué va a pasar”, relata. Y agrega: “con ese proyecto teníamos en vista abordar dos grupos sociales, el de los entusiastas de la meteorología y el de los colegios primarios, porque hay muchas estaciones automáticas, hogareñas, en escuelas, y como ya tienen un bagaje importante de uso de información meteorológica, resulta más sencillo que ellos reporten”.
El proyecto se titula Meteo Impacto Comunitario y, según Salio, era muy interesante como experiencia piloto. “La idea era construir un chat bot de Whatsapp con ellos para que la gente pueda reportar fácilmente por ahí”, comenta. Y concluye: “Buscábamos alimentar la base de datos y hacerla crecer, ya que aspiramos a que no se quede únicamente en nuestros intereses, sino en el de los futuros usuarios”.