Un físico en el centro de la pandemia
Desde que comenzó la cuarentena, Jorge Aliaga se convirtió en un inesperado referente sobre la pandemia. El hilo que publica todas las noches en su cuenta de Twitter es leído por miles de seguidores y es frecuentemente consultado por medios y autoridades políticas y sanitarias. En esta entrevista, Aliaga analiza las razones del impensado impacto de su trabajo, la responsabilidad que conlleva, y su satisfacción por el aporte realizado. Por último, desliza un sombrío análisis sobre la situación en la Ciudad de Buenos Aires.
Después de 30 años de trabajar como profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Jorge Aliaga decidió salir de la tranquilidad de su laboratorio para adentrarse en las ríspidas aguas de la política universitaria. La determinación fue producto de una vocación por participar de la cosa pública y por la íntima convicción de que su actuación en ese ámbito podía marcar una diferencia.
A juzgar por los resultados no se equivocó: fue dos veces elegido decano de Exactas UBA, luego funcionario del Ministerio de Ciencia hasta 2015 y actualmente se desempeña como secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional de la Universidad Nacional de Hurlingham.
Mientras ocupaba esos cargos, hubo momentos en que tuvo que asumir un alto nivel de presencia pública. Incluso, en los últimos años fue una de las caras más visibles en la lucha en contra del ajuste en el sistema científico nacional. Sin embargo, su figura nunca alcanzó un perfil de exposición tan alto como en el marco de la pandemia de COVID-19.
El hilo de Twitter que sube todas la noches -en el que reúne y analiza los datos diarios de la enfermedad- es seguido por miles de personas; de hecho, se triplicó en breve tiempo su número de seguidores y es un referente consultado por numerosos periodistas y autoridades. “A todos los que me hacen preguntas yo les aclaro que no soy médico, ni infectólgo, ni hago modelado”, se apura en señalar Aliaga.
– ¿Cómo se te ocurrió comenzar a realizar este trabajo y publicarlo en las redes?
– La verdad es que no lo planifiqué. Lo que yo hice, como una decisión mía, fue ponerme a tomar datos. ¿Por qué? Yo visualicé que había algo que se estaba transformando en un hecho de cierta envergadura pública y me pregunté: ¿qué puedo aportar no siendo funcionario? Por experiencia, entiendo que los medios carecen de datos duros, carecen de números. Y que cuando uno aporta números puede ayudar a llenar ese vacío. Entonces, lo que pasó fue similar a lo que ocurrió con el tema presupuestario: hace un año yo estaba en el Museo Rivadavia, en un reclamo de los científicos por mayor presupuesto y era la persona que hablaba de los números y tampoco soy economista. Lo que une los dos hechos es que en ambos casos junté y analicé datos. Y bueno, empecé a anotar los datos. Una tontería, porque yo nunca tuve información privilegiada, uso los mismos datos que publica todos los días el Ministerio de Salud en un boletín y los pasé a una planilla de cálculo. En un momento, me pregunté cómo se comporta esta curva y empecé a graficarla y a publicarla en Twitter. A los 10 días, otros pibes más jóvenes que yo, que grafican mucho mejor que yo porque usan herramientas más modernas, me empezaron a decir: “Che, ¿vos tenés los datos? ¿No me los podés compartir?” Y, a partir de ahí, generé un drive y mucha gente toma los datos de ahí y grafica sus cosas. No fue algo pensado, se fue dando naturalmente.
– El primer hilo sobre el tema que subiste a Twitter fue el 19 de marzo. Con el correr del tiempo fuiste agregando y variando la información. ¿Cómo se fue dando ese proceso?
– Lo primero que hice fueron los gráficos elementales que a mí se me ocurrió que valían la pena. Típicamente, tomar los casos y graficarlos en escala lineal y semilogarítmica. En los primeros días, cuando ya estábamos en cuarentena pero todavía no se habían visto sus efectos, vi que el comportamiento era exponencial y graficaba la recta que daba. A partir de ahí, mucha gente me empezó a seguir y, de golpe, me escribía un médico y me decía: “¿por qué no estás graficando tal índice?” Yo le contestaba con sinceridad: “¿qué es eso?” “Fijate que en tal lugar de España lo publican y es importante”. Entonces iba a la web, lo buscaba, leía cómo se calculaba y lo incorporaba. Y así fui sumando gráficos, como los días de duplicación, etcétera. Muchas de las cosas que fueron apareciendo, yo las fui aprendiendo, no es que ya las sabía.
– ¿Tenés alguna medida del impacto que conseguiste con tu trabajo?
– Bueno, con el tema presupuestario llegué a tener algo así como 11 mil seguidores en Twitter. Y, en estos tres meses, se sumaron unos 20 mil más. Mucho. Y me di cuenta de que hay mucha gente que presta mucha atención a lo que escribo. Lo que también implica una gran responsabilidad. De golpe, muchos periodistas me empezaron a escribir, a consultar. Ahí es cuando percibís el cuidado que tenés que tener con las cosas que ponés. Es un fino equilibrio. Porque, de hecho, me han llegado muchos mensajes por las redes acusándome de que yo estaba generando miedo. Muchos fueron cuando salió el tema de la infectadura. Pero si yo tengo la evidencia de que estamos creciendo de manera exponencial y de que podemos, si no hacemos algo, llegar a la situación de Chile, ¿qué hago?, ¿no digo nada? Yo no quiero quedarme con ese cargo de conciencia. Yo prefiero marcar que hay un problema.
– ¿Te incomoda el nivel de exposición pública que lograste?
– No, la verdad que no. Para nada. Hay una cosa que yo tengo muy clara: cuando yo decido ponerme a tomar datos y publicarlos en las redes sociales, después no me puedo quejar de las consecuencias que tiene eso. Por supuesto, yo podría decirle a los periodistas que me llaman: “no mirá, yo no salgo por los medios”. Efectivamente, no hago eso, porque yo creo que puedo comunicar razonablemente bien y, entonces, siento que estoy haciendo una contribución social. Me ha pasado que mi mujer me dice: “estuviste 12 horas trabajando, ¿cuándo vas a cortar un poco?” Y yo le cuento: «mirá hoy hablé con tal, con tal y con tal y le expliqué esto, esto y esto, y en base a eso está pasando esto, esto otro y aquello. Y, probablemente, nadie se entere de que yo tengo algo que ver con eso, pero yo lo sé y, entonces, yo sé que estoy haciendo un buen uso de mi tiempo».
– Así como te convertiste en un referente en las redes sociales, ¿también te convertiste en referente para las autoridades? ¿Se comunicaron con vos funcionarios nacionales o provinciales?
– En algún ámbito, sí. Es decir, hubo personas con responsabilidad de gestión que me contactaron, ya sea porque vieron mis partes en Twitter o porque alguien se lo recomendó. Cuando me consultaron, les di mi opinión. De hecho, en la última reunión que hubo del Comité de Asesores de Provincia de Buenos Aires me invitaron a participar. Y también, gente que está en algunos comités de expertos me contactó para decirme: “mirá nosotros tenemos dudas sobre la parte de números”. Y me preguntaron: “¿podríamos hacer un zoom para explicarnos tus gráficos?” De hecho, a partir de allí, esa gente me pidió que le mande todas las noches mi hilo de Twitter. Y si tienen una duda puntual, me contactan. A todas las personas que me han consultado, y sobre todo a los referentes políticos, les he dicho que yo no soy, ni de cerca, la persona que más sabe de esto en Argentina. A lo mejor, el valor agregado que yo tengo es la facilidad de poder explicarlo usando la experiencia docente y la parte de experiencia de gestión para comunicarlo de manera que las personas lo entiendan.
– ¿Qué análisis hacés del papel que han jugado los grandes medios en el manejo de la información de todo lo relacionado con la pandemia?
– Yo creo que hay información muy variada, incluso en un mismo medio. Un ejemplo: en La Nación, tenés las notas que escribe Nora Bär con rigurosidad. Y después tenés notas que levantan el argumento de la infectadura y está claro que esa postura no se sostiene en ningún argumento científico sino que está basada en ideología. Hay medios que tienen una vocación de recurrir a fuentes para tratar de entender y otros que no, que tienen una línea editorial fija y que hacen más política que periodismo. Lamentablemente, cuando uno de esos medios te mete un título, después no hay ciencia que lo pueda contrarrestar. A veces, vos te preguntás qué sentido tiene estar haciendo tantas horas este laburo de aportar información en las redes cuando te meten un título y te destrozaron cualquier cosa. Pero creo que algunos resultados pudimos conseguir. Por ejemplo, el otro día, el periodista Iván Schargrodsky le dijo al ministro de Salud porteño Fernán Quiróz: “usted dice que va a haber un pico, ¿qué cambiaría para que bajen los casos?” Esa no fue una pregunta de la nada; esa fue una pregunta que surgió porque venimos hace semanas explicándole a los periodistas, uno por uno, que no hay un pico natural en esta pandemia, que si se produce un pico es porque en algún momento vos tenías más casos que los que tuviste al día siguiente y que eso ocurre porque la gente se separó. Sea por susto o por una decisión política. Ese trabajo de que un periodista pueda entender y hacer esa pregunta, es un trabajo que hemos hecho varios de los que venimos ocupando ese nicho.
– ¿Cómo sigue todo esto? ¿Hasta cuándo vas a seguir armando estos partes diarios?
– Mirá, normalmente recibo muy poco feedback del hilo. Y bueno, en algún momento me pregunté, si a lo mejor ya no lo veía nadie. Pero un día me pasó una cosa que me hizo tomar conciencia. El 23 de abril fue el único día que no saqué el hilo. Tuve un pico de fiebre muy alta y no lo pude hacer. Ese día mandé un mensaje corto avisando que no iba a publicar el hilo porque me sentía mal. No fue con la idea de alarmar a la gente sino, simplemente, para que no esperaran el hilo esa noche. Puse ese mensaje y apagué todo por 24 horas. Volví a conectarme a las 18.00 horas del día siguiente cuando ya estaba bien. Me encontré con una cantidad increíble de mensajes que me preguntaban cómo estaba, que querían saber qué me había pasado. Eso me hizo tomar noción de la responsabilidad que implica el lugar que ocupo. Si en algún momento percibo que ya no tiene sentido, lo cortaré. Pero creo que, por ahora, sigue siendo valorado y, por lo tanto, lo voy a seguir. Obviamente, es una cosa que en algún momento va a terminar, como terminó el tema de presupuesto. Y bueno, ahí aparecerá algún otro tema en el que sea importante juntar datos y analizarlos.
CABA, camino a Santiago
“Hace dos semanas que nosotros venimos permanentemente machacando con que es muy alta la positividad de los testeos en CABA. Está alrededor del 40 por ciento. La explicación que da Fernán Quiróz (ministro de Salud de la Ciudad) es que, como está aplicando el Plan Detectar, agarran muchos casos. La sensación que me da a mí es que eso no explica todo y que, en particular, no explica que sea tan positivo también en los barrios en donde no está el Detectar. Creo que tenemos muchos más casos de los que se están detectando. Y me da la impresión de que el Gobierno de la Ciudad ha hecho un monitoreo de hasta dónde puede hacer política y que han llegado a la conclusión de que, aunque el número de casos sea tan alto como para que lo más aconsejable sea retroceder en la cuarentena y cerrar todo, no le podrían aplicar esa política a la gente. Entonces, van a esperar a que lo que suban no sean los casos sino los muertos. Ahí no van a tener que explicar nada. En ese momento, la gente sola se va a asustar y no va a salir de su casa. En definitiva, es lo que pasó en España, en Italia. Es terrible, pero en el momento en que vos tengas la televisión, como ocurre hoy en Chile, mostrando que se colapsa la capacidad hospitalaria, ahí la gente lo va a entender.