Vacuna contra el coronavirus

La esperanza del primer semestre

Esteban Corley es director de mAbxience, el laboratorio argentino que producirá el principio activo de la vacuna contra el SARS-CoV-2 para toda América Latina. En esta entrevista exclusiva con NEXciencia, Corley vaticina que la vacuna estará lista durante la primera mitad de 2021, brinda precisiones sobre sus características, anticipa el desarrollo de una nueva generación de vacunas y remarca los beneficios de sostener un robusto sistema científico tecnológico nacional.

8 Sep 2020 POR
"Estamos pensando en un output que va a arrancar en 23 ó 24 millones de dosis mensuales y deberíamos poder llegar hasta los 46 ó 47 millones", señala Corley.

«Estamos pensando en un output que va a arrancar en 23 ó 24 millones de dosis mensuales y deberíamos poder llegar hasta los 46 ó 47 millones», señala Corley. Foto: Willfried Wende/Pixabay.

No creo que muchas personas puedan poner en duda que se trató de la noticia, hasta ahora, más importante del año. El día que el presidente Alberto Fernández anunció que la vacuna contra el coronavirus desarrollada por la universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca se iba a producir en el país, la gran mayoría de los argentinos sentimos una sensación de alivio, porque en medio de tanta incertidumbre empezamos a ver un poco más cercana y concreta la salida del infierno de la pandemia. Y después, honesto es decirlo, también cierto orgullo.

Más adelante llegaron las precisiones. Un laboratorio mexicano forma también parte del proceso del producción que abastecerá de la vacuna a toda América Latina con excepción de Brasil. Y aparecieron las ansiedades: cuándo se empezaría a fabricar, cuándo estaría lista, cuántas dosis serán necesarias para obtener inmunidad, qué cantidad de personas deberán vacunarse, quiénes tendrán prioridad. Lo único que otorga cierta tranquilidad es que el proceso ya está en marcha.

Uno de los responsables de llevar a buen puerto esta misión es Esteban Corley. Corley se graduó como biólogo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA a principios de los años 80. Su vocación se inclinaba por aplicar sus conocimientos para la producción de medicamentos en la industria farmacéutica. “Nosotros trabajamos toda la vida en la producción de biosimilares o productos que pudieran permitir el acceso a los medicamentos en condiciones de más competencia y, por supuesto, a precios más razonables”, relata.

Reconoce como un paso clave la unión con el grupo INSUD que le permitió fundar en 2012 PharmADN (hoy mAbxience), la primera planta en Argentina dedicada a la producción de anticuerpos monoclonales. “Allí, al componente científico tecnológico le agregamos el desafío industrial porque se trataba de una producción a gran escala, con biorreactores de dos mil litros”, destaca.

Esteban Corley. Foto: mAbxience.

Fue en esa fábrica que incorporaron la “tecnología de uso único”. “En el mundo de los cultivos, el hecho de usar un sistema con una bolsa de plástico que va adentro del holder de acero inoxidable a vos te otorga una capacidad extremadamente veloz de cambiar de producto o de terminar un cultivo y horas después comenzar con otro. Porque a un biorreactor normal vos tenés que lavarlo y esterilizarlo antes de retomar el trabajo. En cambio, lo que hacemos nosotros es sacar una bolsa y meter otra. Te lo estoy simplificando pero es bastante así”. No conformes con eso, dieron un paso más e hicieron que todo el proceso de producción sea de uso único.

El resultado fue muy bueno tanto en el aspecto tecnológico como comercial, lo que les permitió tener una inserción muy fuerte en el mercado con los dos anticuerpos monoclonales que producían. Finalmente, en febrero de este año, el grupo inauguró una nueva fábrica en Garín, producto de una inversión de 40 millones de dólares, en la que trabajan 170 personas. “Es más moderna y más grande que la anterior, lo que permite mayores volúmenes de producción”, describe Corley.

Luego llegó la pandemia, la carrera desenfrenada por el desarrollo de vacunas y, recientemente, la elección de esta flamante planta como la más adecuada para llevar a cabo su producción en el país.

– ¿Qué elementos tuvo en cuenta AstraZeneca para delegar en ustedes una responsabilidad tan importante?

– Obviamente, todo esto ocurre porque hay una voluntad de la empresa AstraZeneca, que es la creadora de la vacuna, de producirla en muchos lugares del mundo al mismo tiempo para poder abastecer la demanda. En esa búsqueda es que nos encuentran a nosotros que estamos cumpliendo con todas las condiciones requeridas. Esta fábrica nueva cumple en términos de diseño con lo que exige la Food and Drug Administration de Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicamentos. Entonces, se dio una cruza de know how, estructura y cumplimiento regulatorio, que fueron clave en el momento de la elección.

– ¿Ya están en condiciones de elaborar el principio activo de la vacuna, o tienen que hacer algunos ajustes todavía?

– La fábrica, en líneas generales, está en condiciones de tomar un desafío de esta naturaleza. Obviamente hay que hacer la transferencia tecnológica que es a lo que estamos abocados ahora. Tenemos al ciento por ciento del personal trabajando en este tema. Todo esto forma parte del proceso de producción. En esta industria hay una serie de estándares que vos tenés que cumplir. Un estándar central es la trazabilidad y la consistencia. O sea, vos tenés que poder demostrar, en los hechos, a la escala a la que vas a trabajar, que podés obtener en forma sistemática el producto en la calidad y en la cantidad previamente determinada.

– ¿Qué cantidad de dosis tienen proyectado producir?

– Estamos pensando en un output que va a arrancar en 23 ó 24 millones de dosis mensuales y deberíamos poder llegar hasta los 46 ó 47 millones.

– ¿Esta vacuna va a servir para el conjunto de las diferentes cepas del virus halladas hasta ahora?

– Por lo que yo veo, y te lo digo como lector de papers porque no soy un experto en inmunología, no se han detectado grandes mutaciones. Lo que hay son linajes, pequeñas mutaciones, no creo que ninguna de ellas sea de un impacto tal que quede por fuera de las protecciones que nos van a otorgar las vacunas. Lo que no quiere decir que eso vaya a ser así toda la vida. Ni que no puedan aparecer otros coronavirus como apareció este. Pero, en principio, uno espera que la protección sea completa.

– El presidente habló de que la vacuna estaría lista para el primer semestre del año próximo. ¿Podrías darnos alguna precisión mayor?

– Yo creo que el primer semestre es un buen aproach. Obviamente nosotros estamos trabajando para tenerla cuanto antes. Todo el mundo piensa que uno quiere esquivar esa respuesta, pero es difícil de anticipar. Hay muchas cosas que atender: establecer la tecnología, comprar los materiales, hay que liberarlos, hay que producir, hay que asegurarnos de la consistencia en la fabricación, tiene que terminar el ensayo clínico, tienen que aparecer las aprobaciones sanitarias. Yo sé que parece una eternidad para los que estamos encerrados en casa, incluyéndome a mí, no es que yo estoy exento. Pero yo soy optimista, la vacuna va a estar y este primer semestre parece una especulación bien fundada. Lo que hay que destacar, es que hoy, por esta pandemia, se están probando muchas plataformas tecnológicas que creo que nos van a permitir reaccionar aún más rápido ante un posible brote futuro de alguna otra cosa que aún no estamos imaginando. Porque uno de los grandes desafíos de la industria de las vacunas es que siempre son fenómenos ad hoc, siempre son fenómenos ex post y siempre tardan un tiempo importante. Por ejemplo, entre que se conoció el virus del papiloma y hubo una vacuna habrán pasado diez o doce años. Pero si vos lográs validar plataformas tecnológicas… porque vos podés mostrar la eficacia de una vacuna con relativa facilidad pero la seguridad requiere de cohortes enormes de pacientes, de plazos largos. Si vos podés capitalizar todo lo que aprendiste durante esta pandemia creo que vamos a tener una mejor plataforma de la cual arrancar para el futuro. Yo creo que el mundo de las vacunas va a cambiar porque creo que está entrando en una etapa mucho más customizada: plataforma, casete con el antígeno que yo quiero y vamos por una nueva vacuna.

– ¿Podríamos llamarla «una etapa más estandarizada»?

– Claro, algo así. Este es un virus que se puede cultivar bien, por lo tanto, te permite trabajar con el virus inactivo, como ocurre en el caso la polio con la vacuna Salk. Pero hay muchos virus que no hay manera de cultivarlo in vitro con facilidad, o no se sabe, o es muy poco productivo. En ese caso, la herramienta de la biología molecular resulta muy útil. Es lo que ocurrió en Wuhan: se aisló el virus, se secuenció y, a partir de ahí, la mayoría usó la información genética para probar con diferentes tecnologías. Esa es una cosa realmente súper nueva y que creo que tenemos que celebrar.

– ¿Por qué cuando surgió la llamada «gripe A» fue más fácil y más rápido desarrollar una vacuna?

– Ese es un excelente punto. El tema es que vacunas contra la gripe había, lo que no había era contra esa cepa en particular. Ahora bien, cómo se debía hacer crecer el virus, qué parte del virus vos tenés que fraccionar para que sea realmente inmunogénica, qué adyuvantes son los que podés utilizar y cuál es la seguridad de esa vacuna, todo eso estaba dado. Entonces, lo único que vos tenías que hacer era agregar esta nueva cepa. Fijate que todos los años, cuando hay gripe, se aíslan las cepas que están circulando en el hemisferio norte y se las reparte a los fabricantes de vacunas. Pero existe una vacuna que está basada en un baculovirus, que es una vacuna recombinante, que no necesita que le des el virus. Requiere que agarres virus, lo secuencies -cosa que puede ocurrir en días-, tomes la parte que es inmunogénica, la metas en el casete del baculovirus y ya está, tengo la vacuna lista. A eso me refiero cuando hablo de una plataforma. Pero la de la gripe ya era una plataforma y se resolvió muy rápido. Contra el coronavirus no hubo jamás una vacuna humana.

– ¿Es un escenario posible que la vacuna para el coronavirus pase a ocupar un lugar en el calendario anual de vacunación, como ocurre con la de la influenza? ¿Y que, incluso, haya que ir cambiando de cepa todos los años?

– Sí, es posible. Lo que pasa es que la capacidad de un virus de ir mutando y de seguir linajes, incluso de cambiar en términos de su patogenia, es muy virus dependiente. Lo mismo que la respuesta inmune que una persona monta contra ellos porque, en definitiva, la respuesta inmune depende de cómo tu sistema inmune ve a un antígeno o a un inmunógeno y me parece que es un poco temprano para contestar. Porque también hay mucha preocupación sobre si esto va a ser anual o no. Ese tipo de cosas son las que te va a responder el tiempo.

– ¿Qué significa para el país que hayan elegido a la Argentina para ser una de las bases de producción de la vacuna?

– Yo creo que es un reconocimiento a la infraestructura física y al desarrollo del conocimiento científico que hay en el país. Te diría que es una combinación virtuosa de una industria farmacéutica nacional que es muy competitiva, que exporta, que tiene fábricas modernas, con un sistema científico tecnológico con avances en el área de la biotecnología desde hace muchos años. Esa combinación permite que haya una incorporación rápida de conocimientos y de tecnología. Creo, también, que la ciencia argentina tiene una oportunidad única de decir: “miren, muchachos, vale la pena invertir en formar gente muy sofisticada”. Porque puede parecer que alguien que está analizando el spin de un electrón no te sirve, pero no te sirve hasta que te sirve. O mejor aun: hasta que lo necesitás. Pero si cuando lo necesitas, no lo tenés, ya no lo podés formar porque te lleva años. Lo mismo está pasando con todo esto. Si nosotros necesitáramos 200 personas más formadas para trabajar en la vacuna las podríamos conseguir. Porque todo eso está hace mucho. Lo que pasa es que ahora se nota.

– Puede sonar un poco grandilocuente pero la realidad es que vos y el grupo de gente que trabaja con vos están haciendo historia. Son el laboratorio que va a producir la vacuna contra el coronavirus en la Argentina y para toda América Latina. ¿Cómo estás viviendo este momento?

– Con mucha responsabilidad. Los que venimos de este palo festejamos un día y acto seguido te das vuelta y decís: bueno, ahora tengo que comprar el material de cultivo y hacer esto y aquello. Nosotros hacemos medicamentos inyectables endovenosos de base biotecnológica, me refiero a los anticuerpos monoclonales. No existe algo más difícil en la industria en términos de esterilidad y de varias cosas más. Y que, además, salvan vidas. Quiero decir, nosotros ya laburamos con esa responsabilidad diaria pero ahora es como una doble responsabilidad de ir rápido, de empezar temprano, de terminar tarde, de no defraudar esta expectativa que se ha puesto sobre nosotros. Que tiene una parte linda y otra que te abruma un poco. Sentimos que el foco está puesto sobre nosotros y estamos poniendo todo. Y esto lo digo por todas las personas con las que trabajo. Hay un nivel de embale, de potencia y de ganas de hacer las cosas que espero que se refleje en los resultados para que el primer semestre del año que viene tengamos la vacuna.