Ciencia y género

Más mujeres pueden cambiar la ciencia

“Enseñanza de la ciencia con perspectiva de género” fue el título de la mesa redonda que se desarrolló en Exactas UBA, en el marco del Taller de Habilidades Profesionales para Jóvenes Científicas y Estudiantes de Ciencias Latinoamericanas. La actividad estuvo centralmente destinada a estudiantes de posgrado e investigadoras latinoamericanas que se encuentran en etapas tempranas de sus carreras profesionales.

16 Ago 2016 POR
(De izq. a der.) Lucía Pedraza, Andrea Gamarnik, Graciela Morgade, Juan Carlos Reboreda y Alba Ávila-Bernal (moderadora). Foto: Exactas Comunicación.

(De izq. a der.) Lucía Pedraza, Andrea Gamarnik, Graciela Morgade, Juan Carlos Reboreda y Alba Ávila-Bernal (moderadora). Foto: Exactas Comunicación.

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Por lo general, cuando se habla de desigualdad de género en la universidad y en el sistema científico argentino, muchos se asombran. Sin embargo, hay datos que hablan por sí solos y muestran que hay un sesgo tanto en la elección de carreras por parte de las estudiantes como en el acceso a los cargos jerárquicos.

La perspectiva de género en la ciencia fue el tema central de la mesa redonda que tuvo lugar en el marco del Taller de Habilidades Profesionales para Jóvenes Científicas y Estudiantes de Ciencias Latinoamericanas, que se realizó en Exactas. Este taller estuvo destinado a estudiantes de posgrado e investigadoras latinoamericanas que se encuentran en etapas tempranas de sus carreras profesionales, en especial en carreras con participación minoritaria de mujeres.

"El acceso de las mujeres a cargos del sistema académico-científico se dificulta a medida que aumenta la categoría del cargo", señaló Reboreda. Foto: Exactas Comunicación.

«El acceso de las mujeres a cargos del sistema académico-científico se dificulta a medida que aumenta la categoría del cargo», señaló Reboreda. Foto: Exactas Comunicación.

Juan Carlos Reboreda, decano de Exactas UBA, inició las presentaciones con un estado de las desigualdades de género en el sistema científico y en la universidad. “En CONICET, las mujeres constituyen el 52,2% del total de investigadores, y 60,2% de becarios, según datos de 2015”, señaló. Y aclaró: “Frente a estos datos, uno pensaría que está todo bien, pero cuando se empiezan a analizar los valores por categoría, se ven las diferencias”. En efecto, la cantidad de mujeres entre los investigadores principales es inferior al 40%, y en cuanto a los investigadores superiores, no alcanzan el 25%.

En ciencias de la salud, sociales y humanidades hay mayor proporción de mujeres, mientras que en matemática, física y geología predominan los varones. En el caso de la Exactas, hay carreras más “masculinas”: Computación, con apenas 13,6% de egresadas; Física y Paleontología, con 30,6%, y Matemática, con 39,5%. Las carreras más “femeninas” son Ciencia y Tecnología de Alimentos (77%), Biología (70,6%) y Oceanografía (61,9%).

Si se analiza la proporción de profesores adjuntos, se observa que en el grupo de menores de 50 años, el 70% son hombres. En cambio, en el de mayores de 50 años, el 57% son mujeres. Reboreda destaca: “Esto sugiere que las mujeres acceden a cargos de profesoras a una edad mayor que los hombres”.

Como conclusión, Reboreda remarcó que, “si bien no hay diferencias de género en los ingresos y los egresos a carreras de grado y posgrado en la Facultad, hay algunas carreras que parecerían ser ‘refractarias’ a las mujeres. Asimismo el acceso de las mujeres a cargos del sistema académico-científico se dificulta a medida que aumenta la categoría del cargo; y las mujeres tienen mayor dificultad para acceder a un cargo de profesora”.

Premio para científicas

Por su parte, Andrea Gamarnik, investigadora del CONICET en el Instituto Leloir, señaló que en esa institución se repite lo señalado por Reboreda para el CONICET en su conjunto. Allí trabajan 220 personas que hacen investigación, de los cuales el 71% son mujeres, pero ellas sólo conforman el 25% de los directores de laboratorio.

Gamarnik acaba de obtener el premio L’Oréal-Unesco para mujeres en ciencia. Es un premio a la trayectoria, por Latinoamérica, por sus trabajos en dengue. Este programa, además, ofrece becas a mujeres investigadoras, y un incentivo a las que inician su carrera independiente.

Otra de las tareas encaradas por L’Oreal-Unesco fue la realización de una encuesta sobre las mujeres en la ciencia, en que se entrevistó a miles de europeos. “Una conclusión es aterradora –afirmó Gamarnik–, el 67% de los encuestados opina que las mujeres no tienen la capacidad para dirigir un proyecto científico”. Y subrayó: “Aunque fuera el 10%, sería alarmante”.

Por otra parte, Gamarnik celebró que esa organización haya redactado un manifiesto, que circula en los 112 países miembros de la UNESCO, y que plantea seis

"En el Instituto Leloir trabajan 220 personas que hacen investigación, de las cuales, el 71% son mujeres, pero ellas sólo conforman el 25% de los directores de laboratorio", indicó Gamarnik. Foto: Exactas Comunicación.

«En el Instituto Leloir trabajan 220 personas que hacen investigación, de las cuales, el 71% son mujeres, pero ellas sólo conforman el 25% de los directores de laboratorio», indicó Gamarnik. Foto: Exactas Comunicación.

compromisos: incentivar en edad temprana la vocación científica en las niñas; trabajar sobre las barreras que impiden a las mujeres científicas continuar sus carreras en investigación a largo plazo; priorizar el acceso a cargos directivos en el mundo de la ciencia; celebrar públicamente la contribución de las mujeres científicas; visibilizar el trabajo de las mujeres; promover el asesoramiento a jóvenes científicas que inician su carrera como investigadores; y garantizar la igualdad de género incentivando a la mujer a participar en simposios y otras reuniones científicas.

Gamarnik finalizó su presentación relatando lo acontecido en París el día anterior a la entrega del premio. “Ese día se hizo una reunión en la Academia de Ciencias Francesa, donde Marie Curie no pudo entrar como miembro, y se hizo una conferencia donde las cinco ganadoras del premio presentamos nuestro trabajo. El salón era majestuoso, y alrededor estaban los bustos de todos los académicos franceses”, recordó la investigadora, y subrayó: “Estábamos celebrando a la mujer en la ciencia rodeadas de los bustos de Pasteur, Descartes, y todos los franceses famosos de la ciencia, todos hombres”.

En su conferencia brindada en la Academia Francesa, Gamarnik comenzó destacando la vulnerabilidad de la mujer en Latinoamérica frente a las infecciones por el virus de zika, y la necesidad urgente de aborto, legal y seguro. “En ese momento, se hizo un silencio que me puso la carne de gallina, estábamos en la cuna del androcentrismo de la ciencia, y se hablaba de un derecho feminista importante”, rememoró, y explicó: “El virus de zika era una epidemia nueva que ponía en vulnerabilidad a las mujeres porque es un virus que hasta hace pocos meses se pensaba que sólo se transmitía por mosquitos, pero se empezó a ver que cuatro de cada cinco son asintomáticos; el virus pasa la barrera de la placenta y las mujeres embarazadas pasaban a tener niños con microcefalia. Es una situación alarmante”.

También mencionó que en febrero y marzo los gobiernos sugerían a las mujeres que retrasaran sus embarazos, algo muy difícil en regiones como el noreste de Brasil, por ejemplo, una de las zonas más pobres, donde se carece de medios para prevenir un embarazo.

Protocolo contra la desigualdad

La mesa contó también con la perspectiva estudiantil. Lucía Pedraza, estudiante de matemática y presidenta del Centro de Estudiantes de Exactas, se refirió a la aprobación por parte de la UBA del “Protocolo de intervención Institucional ante denuncias por violencia de género, acoso sexual y discriminación de género”. El objetivo es establecer un canal para recibir denuncias y brindar acompañamiento psicológico y legal a las víctimas.

Pedraza señaló que existe el mito de que en la universidad no hay desigualdad ni violencia de género, y advirtió: “Los que estudiamos ciencia tenemos que empezar a pensar que el machismo y el patriarcado se encuentran en todos los aspectos sociales de la vida, y nuestras carreras también reproducen prácticas machistas”.

La estudiante enfatizó que hay que encarar con mirada de género cada curso, cada carrera y cada materia. “También tenemos que ver qué pasa en el aula, el laboratorio y los pasillos; y hay un gran abanico de situaciones, con casos extremos de discriminación y violencia, pero también hechos imperceptibles de micromachismo que se generan en forma cotidiana”, destacó.

En los últimos meses hubo casos en la UBA, que fueron denunciados por estudiantes a través de las redes sociales. El problema es que hasta ahora no había un canal institucional o una manera concreta de evaluar esa denuncia, lo cual dejaba a la víctima muy expuesta.

Ahora el protocolo contra la violencia de género se encuentra en proceso de implementación, en todas las facultades. “Realizamos campañas de debate y también recopilamos información para hacer un informe preliminar”, comentó Pedraza.

En efecto, llevaron a cabo una encuesta, en la que participaron 670 estudiantes de todas las facultades de UBA, incluido el CBC. El 70% de quienes respondieron eran mujeres. Ante la pregunta por la percepción de hechos de discriminación, acoso o violencia, un 40% de las respuestas fueron afirmativas. Un 60% de los encuestados atribuyó esas situaciones de acoso a docentes, y un 32% a estudiantes.

Actualmente la UBA está conformando un equipo de profesionales para atender el problema. “En Exactas estamos trabajando para implementar el protocolo, con un programa para canalizar consultas y denuncias, y generar campañas de prevención e instancias de debate”, detalló Pedraza, y concluyó: “La violencia de género y la discriminación son un problema. Es importante empezar ya a construir las herramientas para enfrentar estos casos”.

Por más mujeres en ciencia

La última de las presentaciones estuvo a cargo de Graciela Morgade, doctora en Educación y decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, quien señaló que la desigualdad de género se vincula a una historia de siglos de estructuras patriarcales. “En el sentido común, la condición de ser mujer o de ser varón no se mira en perspectiva histórica, sino como una condición esencial. Se cree que las mujeres son de determinada manera por su dotación biológica, hay una naturalización”, afirmó.

Pero en la historia y en las distintas culturas no siempre ha sido así. “Cuando alguien dice que las mujeres no pueden dirigir proyectos, se apela a ese arquetipo de lo femenino, cuya supuesta mayor sensibilidad y emocionalidad les impediría tomar decisiones adecuadas”, destacó.

Para Morgade, hoy estamos frente a una tensión entre estructuras culturales patriarcales, que tienden a la exclusión, y herramientas políticas que intentan promover la inclusión, la transformación.

También señaló que en todos los niveles del sistema educativo sigue habiendo un micromachismo, que no es explícito y que puede pasar por el humor o el acoso pequeño. “En los concursos por cargos docentes hay un componente subjetivo que tendríamos que estudiar, y que hace que se valore a hombres y mujeres en forma diferencial”.

Para concluir, Morgade destacó: “Cuando hay incorporación de mujeres en el campo científico-tecnológico, cambia la forma de hacer ciencia. Debemos tratar de que haya más mujeres que se reconozcan como parte de un grupo discriminado”. Y concluyó: “Muchas mujeres cambian la ciencia, los temas, los enfoques y las recomendaciones para el desarrollo de políticas públicas”.