Lentes de género para la ciencia y la tecnología
A pesar de los avances globales que se han producido a lo largo del siglo pasado en el acceso a la educación superior por parte de las mujeres, estas tienen todavía una escasa representación en las áreas de ciencia y tecnología, tanto en los países en desarrollo como en los industrializados. Aquí la opinión de Gloria Bonder, que está a cargo de diversas iniciativas internacionales en políticas de género en las llamadas ciencias duras.
La equidad de género juega un papel central en el desarrollo sostenible, según un informe de la Naciones Unidas del año 2012, que subrayaba además la necesidad de aprovechar la inteligencia y la capacidad colectiva de una mitad de la humanidad cuya voz es apenas escuchada. Si bien son numerosas las mujeres que hoy acceden a la universidad, su participación es escasa en áreas de física, matemática, ingeniería informática y tecnología, tanto en países en desarrollo como en industrializados. Asimismo son pocas las mujeres en los puestos de liderazgo y de diseño de políticas públicas. Incluso en países con mayor porcentaje de mujeres en las carreras científicas y tecnológicas, ello no se traduce en un número equivalente en la fuerza laboral.
Desde hace algunos años, existen varias iniciativas internacionales con el fin de revertir esa situación, sobre todo pensando en el rol que desempeña la ciencia y la tecnología en el desarrollo.
“La idea es aplicar lentes de género a las políticas de innovación, teniendo en cuenta la visión, las preocupaciones y las capacidades de hombres y mujeres. Poder encarar los desafíos del desarrollo de una manera diferente puede generar nuevas ideas para alcanzar soluciones más efectivas y de largo plazo”, señala la doctora Gloria Bonder, coordinadora de la Red Global de la Cátedra UNESCO en Género, y a cargo, desde 2014, del Punto Focal de América Latina y el Caribe de GenderInSITE (Género en Ciencia, Innovación, Tecnología e Ingeniería), una iniciativa internacional para promover el rol de las mujeres en esas áreas en los países en desarrollo.
El hecho es que, ante los grandes desafíos que representan el cambio climático, el deterioro ambiental, los desastres naturales y la desnutrición, entre otros, solo se escuchan las ideas de la mitad de la población, porque las mujeres están poco representadas y su voz no siempre es escuchada.
“Este grupo creado desde varios organismos de Naciones Unidas se ocupa de incidir en las políticas y en la opinión pública sobre cómo integrar el enfoque de igualdad de género en las políticas de ciencia y tecnología”, explica Bonder, que también dirige la Maestría en Género, Sociedad y Políticas de la FLACSO Argentina
– ¿El objetivo es mejorar la situación laboral de las mujeres en el sistema científico o aumentar su número en la ciencia?
– Las dos cosas. Por una parte, hay que crear las condiciones dentro de los ámbitos educativos, desde la escuela primaria hasta la universidad, para que tanto chicos como chicas se interesen en las disciplinas de ciencia, tecnología e ingeniería, sin idealizarlas como las opciones del futuro. Todas tienen que tener la posibilidad, y ello depende de cómo se las estimula y valora para que no tengan ningún impedimento a la hora de elegir. Pero tampoco podemos olvidar lo que les pasa en el mundo laboral, los estereotipos, los prejuicios y la brecha salarial, que en las empresas es muy notorio.
– ¿Cómo se trabaja con los docentes para un cambio en la mentalidad?
– La idea es que las carreras son de todos. Que cada uno haga lo que le gusta. Desde la educación hay que empezar a desarmar los prejuicios y los miedos. Estamos haciendo un proyecto denominado STEAM, sigla en inglés para Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática, con la fin de incorporar el arte para estimular la innovación y la creatividad. Realizamos ya la segunda prueba piloto. En la primera participaron cien docentes de escuela media de nueve países de América Central, con base en Costa Rica, y el segundo piloto se hizo en Panamá.
– ¿En qué consisten esas pruebas piloto?
– Se elige un problema significativo desde el punto de vista de la comunidad: el agua en los barrios más desposeídos, o la recolección de residuos, por ejemplo. Se trabaja con los profesores en analizar el problema, y ver qué puede aportar cada una de las disciplinas para dar una solución. De esa primera experiencia, quedó formada la red centroamericana de educadores en STEAM con enfoque de género. Son alrededor de cien docentes, son pocos, pero están incidiendo en los ministerios de sus países, Por ejemplo, en Costa Rica se logró crear un plan de trabajo en STEAM con enfoque de género en el Ministerio de Ciencia. Lo mismo, en Panamá.
– ¿Cómo se aplica el enfoque de género en esas actividades?
– Significa, por un lado, que participen proporciones equivalentes de hombres y mujeres, que sea un trabajo colectivo, y que todas las voces sean escuchadas por igual. Por otro lado, se busca una ciencia y tecnología que sea, como lo denomina UNESCO, “permeable al género”. Ello quiere decir reconocer que el tema compete a mujeres y varones. Es tener en cuenta que, por sus condiciones de vida, las mujeres pueden tener distintas necesidades, distintos modos de pensar y distintas demandas. Cuando se encara un estudio es necesario considerar que el problema afecta de manera diferencial a mujeres y varones. De lo contrario, se obtienen resultados sesgados, ciegos al género. Un ejemplo famoso es de las investigaciones en enfermedades cardiovasculares, que durante años se hicieron solo con universos masculinos, y los resultados se generalizaron a toda la población.
– ¿Por qué debería haber más mujeres en el mundo tecnológico?
– Las mujeres tenemos que ingresar en el mundo de la tecnología pero no como invitadas, no por el privilegio de pertenecer. Es una cuestión de derechos, y hay que hacerlos valer. Pero eso no se puede hacer en forma individual y solitaria, no es cuestión de ser heroínas. Las heroínas son las que finalmente desertan. Hay que armar grupos, formar redes con otras mujeres. Trabajar estos temas, pensarlos, no quedarse callada, saber que se poseen derechos. Y no estoy de acuerdo con la idea de “inclusión”, porque inclusión es asimilación.
– ¿Cómo se benefician la ciencia y la tecnología con la participación de las mujeres?
– La diversidad en general beneficia a las disciplinas, y no sólo la presencia de mujeres, sino también de los distintos grupos étnicos y culturales. Hay tres razones por las cuales las mujeres tienen que estar en el mundo tecnológico. Primero, está comprobado que cuando los equipos son diversos, trabajan mejor, rinden más. La diversidad genera más ganancia. Segundo, por el principio ético de la igualdad de derechos. En tercer lugar, por la calidad y relevancia. Hay estudios que indican que la presencia de mujeres y varones aporta mayor calidad a la producción tecnológica.