Trabajo interdisciplinario

Juntos a la par

La labor conjunta entre expertos del clima y antropólogos lleva a conocimientos más profundos sobre los eventos climáticos y brinda mejores herramientas para la toma de decisiones. Lo demuestra un particular trabajo que analiza relatos sobre la impactante sequía de la región pampeana de 2008-2009. El objetivo es superar la brecha entre el conocimiento científico y la acción social frente a estos eventos.

29 Oct 2024 POR

Hace poco más de quince años, nuestro país sufrió el impacto de una de las sequías más impresionantes que se recuerden. El oeste de la región pampeana se vio azotada por un fenómeno climático que causó pérdidas económicas millonarias. Ante un evento así, las ciencias del clima suelen analizar las causas naturales y tratar de mejorar los pronósticos y la detección temprana. Sin embargo, otras áreas del conocimiento se detienen en aspectos bien diferentes: los relatos de quienes se ven afectados por estos fenómenos.

¿Cómo explican y qué estrategias desarrollan pobladores, productores, empresarios y tomadores de decisiones políticas ante eventos tan extremos? Un terreno más fértil para las ciencias sociales. ¿Cuáles fueron las causas de la sequía? ¿Cómo se la puede explicar y reconocer? ¿En base a qué evidencias es mejor tomar decisiones? Un terreno más propio de las ciencias del clima. Del maridaje entre ambas disciplinas surgen conocimientos más profundos y potentes que pueden resultar de mayor utilidad para la gente afectada.

De eso se trata un trabajo publicado recientemente en Environmental Science and Policy, sobre aquella histórica sequía, realizado en conjunto entre grupos de trabajo del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, UBA-CONICET), el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, UNcuyo-CONICET), el Programa de Estudios Rurales y Globalización de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (EIDAES) de la Universidad de San Martín y el Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD).

El trabajo es una muestra sobre la potencia de conectar disciplinas que, en apariencia, no tienen nada que ver.

Según detallan, el punto de partida fue “la necesidad de desarrollar herramientas para superar la brecha entre el conocimiento científico existente y la acción social adaptativa”. Brecha que impulsó el interés por el estudio de las historias y la narración sobre el clima. “La evidencia reunida indica que las narrativas tienen un papel importante en la construcción de escenarios y en la forma en que se abordan los problemas y se toman las decisiones”, apuntan en la publicación.

El trabajo es un análisis sobre los relatos científicos y los de las personas involucradas, pero también es una muestra sobre la potencia de conectar disciplinas que, en apariencia, no tienen nada que ver. Para Florencia Fossa Riglos, antropóloga de la EIDAES y una de las autoras, el primer choque fue entender que no pensaban en el mismo fenómeno. «Los climatólogos hablaban de storylines y nosotros, antropólogos, de narrativas», comenta.

Federico Robledo y Leandro Díaz.

Según Leandro Díaz, investigador del CIMA y otro de los autores, el abordaje de las storylines es relativamente nuevo. “Son relatos de los científicos construidos a partir del tipo de información que manejan y que necesitan para explicar las características que tuvo un evento dado. Surge como una metodología que pretende acercar el conocimiento sobre la atribución de fenómenos climáticos y las proyecciones climáticas a un objeto que pueda ser cercano a la toma de decisiones”, explica. Y problematiza: «Veíamos que no terminaban de dialogar bien en la toma de decisión, por más que pretendan ser más cercanos que otras metodologías más usuales, relacionadas con la estadística y el cálculo de las probabilidades».

Para Díaz, el desafío es que el conocimiento se traduzca en toma de decisiones basadas en esa información. “Cuando ocurrió la tormenta con vientos muy intensos en diciembre, que provocó destrozos en Bahía Blanca, había una alerta de un grado alto y eso no se tradujo en que se tome una decisión para evitar pérdidas materiales o de vidas humanas. Es un problema. Y ciertos actores podrían tomar mejores decisiones si tuvieran la capacidad de incorporar ese conocimiento”, ejemplifica.

La evidencia climática atribuía la sequía a la variabilidad climática natural. Sin embargo, para los actores había una relación casi directa con la soja y la deforestación.

Según Federico Robledo, también investigador del CIMA y autor del trabajo, en las últimas décadas se ha avanzado a una velocidad muy rápida de entendimiento debido al aumento en la capacidad de monitoreo con satélites y de cálculo con las supercomputadoras. “Hemos producido un conocimiento físico muy rápido sobre muchos aspectos del clima, pero lo que se viene planteando a nivel global es que estamos fallando en ´la última milla´, el último paso para que alguien pueda tomar una decisión”, explica. Y agrega: “Eso nos llevó no sólo a la interdisciplina sino también a un diálogo intersectorial. Tenemos proyectos en conjunto y trabajamos en el territorio escuchando la demanda concreta”.

Elige tu propia sequía

Fossa Riglos relata que fue a partir de un trabajo previo sobre cambio climático que con su equipo de antropología terminaron estudiando los relatos de la gente afectada por la sequía. “Se realizó en la Provincia de Santa Fe, un núcleo sojero importante donde este fenómeno causó un impacto grande, aunque no igual para todos. La gente asociaba la sequía con el proceso de sojización. Es algo que mostramos mucho y que se diferencia bastante de la literatura en general sobre el tema”, explica.

Para la investigadora, la interdisciplina es imprescindible: “Si nos enfocamos sólo desde la física del clima, tenemos que pensar en qué silenciamos y no vemos. Lo mismo ocurre si sólo vemos el punto de vista antropológico. En las reuniones entendíamos que, al quedarnos únicamente con la evidencia climatológica, los argumentos de la agenda ambientalista y las críticas que surgían de los actores políticos se quedaban sin base empírica, porque la evidencia climática atribuía la sequía a la variabilidad climática natural, no al cambio climático en sí. Sin embargo, para los actores había una relación casi directa con la soja y la deforestación”, desarrolla Fossa Riglos.

Robledo recuerda que, por aquellos años, la evidencia científica sobre la responsabilidad humana en el cambio climático todavía era discutida. “En el 2007 se reconoció el trabajo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con el Premio Nobel de la Paz. Se habían presentado por primera vez evidencias de que el cambio climático era producto de las acciones de los hombres. Pero, en paralelo, había un grupo de científicos escépticos afirmando que era un problema de los datos. Esa masa crítica hoy prácticamente no existe, ya hay un consenso global que entiende que el cambio climático es un hecho”, relata.

En el grupo sostienen que el objetivo es que el trabajo sirva para producir mejores servicios climáticos y comunicarlos mejor.

En ese sentido, para Díaz, al mirar sólo la física no se aprecian las relaciones de poder. “A la hora de tomar decisiones en un escenario real son cosas que entran en juego”, reafirma. En el grupo sostienen que el objetivo es que el trabajo sirva para producir mejores servicios climáticos y comunicarlos mejor. El foco es que resulte útil para pensar políticas públicas.

Florencia Fossa Riglos.

Fossa Riglos resume: “La gran mayoría de trabajos sobre storylines físicos destacan que a la hora de la implementación, la información termina siendo desestimada por políticos y productores, porque es demasiado compleja o porque no está asociada al tipo de información que esperan”. La antropóloga señala que siempre hay una multiplicidad de actores involucrados. “Cada uno exigía una demanda o acción política distinta. La gente del agronegocio quería subsidios o exenciones impositivas; los sectores ambientalistas, una discusión más profunda sobre el modelo productivo; los actores políticos, tomar decisiones”.

Para la especialista, además, “la cuestión medioambiental pone a los agronegocios en el banquillo de los acusados. El antagonismo casi siempre es entre esos productores y ambientalistas. Como científicos debemos escuchar eso. Si realmente hablamos de objetivos de desarrollo sustentable y de una agenda de transición, tenemos que empezar a avanzar no sólo en observar cuál es el impacto sino también empezar a escuchar esta polifonía, construir argumentos en conjunto e imaginar otro modelo de producción y consumo”, sintetiza.

 

Por amor a la interdisciplina

El trabajo lleva las firmas de Leandro Díaz, Marisol Osman, Federico Robledo y Camila Prudente del CIMA (UBA-CONICET), el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA) y el Instituto Franco-Argentino de Estudios sobre el Clima y sus Impactos (IFAECI – CNRS-CONICET-IRD-UBA); Ana Sörenson, del CIMA, el IFAECI y Exactas UBA; María Florencia Riglos y Valeria Hernández del Programa de Estudios Rurales y Globalización (PERyG) de la EIDAES, Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Juan Rivera, del IFAECI y el IANIGLIA (CONICET Mendoza).

Los investigadores destacan la complejidad de llevar a cabo un trabajo interdisciplinario como éste, tanto por sus características como por las condiciones del sistema científico. Según Federico Robledo, para llegar a este paper mantuvieron reuniones quincenales durante un año para ponerse de acuerdo “sin pasteurizarse” entre las disciplinas. “Los tiempos de evaluación de los organismos científicos no están preparados para este tipo de enfoques”, sostiene. Y agrega: “De estos proyectos surgen tesis doctorales interdisciplinares. A la hora de presentar el plan de materias, descuentan puntos por materias interdisciplinarias. Hay desafíos hacia adentro muy fuertes. Al mismo tiempo, comienzan a aparecer oportunidades institucionales, como el Programa de Alerta Temprana para Todos de la Organización Meteorológica Mundial. Nosotros seguimos apostando a la coproducción y presentándonos a convocatorias internacionales”.