Extremos y consecuencias
Los eventos extremos son fenómenos climáticos cuya magnitud difiere de los valores habituales. El ser humano es vulnerable a estos sucesos, para los cuales no está preparado. El equipo de Olga Penalba estudia eventos extremos relacionados con exceso o déficit de precipitación y el modo en el que afectan, por ejemplo, a la agricultura y la ganadería.
En el Laboratorio de Extremos Climáticos en Sudamérica conviven numerosos temas de investigación. Todos ellos tienen como denominador común los extremos climáticos, es decir los valores máximos y mínimos de algún elemento climático como la temperatura o la precipitación o la combinación de ambas variables, observados en un período dado, que puede ser muy largo (por ejemplo, 40 años o más).
Matilde Rusticucci y Olga Penalba dirigen el grupo y, si bien los investigadores interactúan entre sí, Rusticucci y su gente estudian las temperaturas extremas y su impacto en distintos sectores, mientras que Penalba y su equipo abordan el estudio de la precipitación.
La definición de evento extremo es algo “intrínsecamente” estadístico y no puede ser aplicada de forma general. “Por ejemplo, en algunos casos un evento extremo puede ser aquel en donde la variable climática excede algún valor umbral, en otros son valores que pertenecen a los extremos de su propia distribución estadística”, explica Penalba.
El ser humano es vulnerable a la frecuencia e intensidad de los eventos extremos. “Cualquier actividad que quiera realizar el hombre puede verse afectada por altas o bajas temperaturas, o excesos o déficit de precipitación”, dice la investigadora.
Por eso, una de sus líneas de trabajo relaciona la información climatológica con la agricultura. “Los eventos extremos afectan severamente el sector agrícola-ganadero. Es importante el impacto que puede tener sobre muchos cultivos un número elevado de días de helada, o una cantidad excesiva de días cálidos por año”, explica. Pequeños cambios en el porcentaje de lluvia que se evapora o infiltra producen importantes cambios en el escurrimiento. Por eso “conocer la variabilidad climática en las distintas regiones productivas, puede ser utilizado como una herramienta efectiva de decisión”. Otro enfoque relaciona las precipitaciones y la hidrología. “El estudio de cualquiera de los dos extremos, lluvias extremas o déficit, puede transformarse en una herramienta para el desarrollo sostenible de la región en donde la hidrología tiene importantes implicancias socio-económicas, como por ejemplo el noreste argentino”, sostiene Penalba.
Gracias a la compleja interacción entre el suelo y la atmósfera se pueden identificar algunas variables atmosféricas como principales forzantes de las condiciones hídricas del suelo: la temperatura y la precipitación. De este modo los investigadores avanzan en el conocimiento de los eventos extremos en la región oriental húmeda y semi húmeda de producción agrícola de la Argentina. Actualmente, investigan los períodos de déficit en los caudales de los ríos de los Andes Centrales y Patagonia, sus tendencias y periodicidades, y la circulación atmosférica de gran escala asociada. Una segunda etapa en esta investigación consiste en explorar e identificar posibles predictores de períodos con caudales deficitarios para distintos niveles de severidad. “Esta región posee un clima semi árido, con lo cual el riego y otras actividades socioeconómicas dependen directamente de los caudales de los ríos, que sostienen la vida de sus casi 2,5 millones de habitantes. Los resultados de esta investigación poseen una aplicación directa en una región altamente vulnerable a las variaciones climáticas”, afirma Penalba.
Pero la actividad del grupo no se agota aquí. Una de las consecuencias esperables del cambio climático global es que los eventos extremos -inundaciones, períodos de sequía- cambien apreciablemente, por eso otra de las líneas de investigación del grupo consiste en la evaluación del cambio climático observado en el sur de Sudamérica. Otra hipótesis de trabajo relaciona la variabilidad de los extremos diarios de temperatura y precipitación en el sudeste de Sudamérica con la variabilidad propia de la atmósfera y del océano. También trabajan en métodos de reducción de escala (downscaling estadístico) y la evaluación de su sensibilidad para la precipitación y temperatura. “Los modelos atmosféricos regionales describen adecuadamente los rasgos climáticos en escala subcontinental pero están restringidos para estudios de impacto local. Esto se debe a su baja resolución espacial e incapacidad para resolver características importantes como nubes, tormentas, precipitación, heladas y topografía” dice la investigadora.
Finalmente, el pronóstico del clima a mediano plazo (de 15 días a escala estacional) es un aspecto fundamental del Marco Global de los Servicios Climáticos establecido por la Organización Meteorológica Mundial. “La predicción climática estacional continúa siendo uno de los grandes desafíos de la meteorología en la actualidad. El pronóstico de eventos extremos es de gran importancia para actividades socioeconómicas que necesitan tener cierta previsión sobre el clima para la toma de decisiones. En los últimos años, el grupo ha incorporado en sus investigaciones esta escala temporal para el estudio de eventos extremos, porque la exactitud de los pronósticos a escala estacional no es la deseada «, concluye la investigadora.
Laboratorio de Extremos Climáticos en Sudamérica
(Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos)
Pabellón II, 2do. piso.
Teléfono: 4576-3213; 4576-3356/3364, interno 29; 4576-3300, interno 307.
Dirección: Dra. Olga Penalba, Dra. Matilde Rusticucci.
Investigadores: Dra. María Laura Bettolli, Dra. Mariana Barrucand, Dra. Bárbara Tencer.
Posdoctorandos: Dra. Natalia Zazulie; Dra. Vanesa Pántano; Dr. Juan Rivera.
Tesistas de doctorado: Lic. Soledad Collazo; Lic. Gustavo Almeida.
Tesistas de grado: María Mercedes Poggi; Pablo Krieger.
Estudiantes: Rocío Balmaceda; Malena Lozada; Ana Belén Sánchez.