De animales, ciencia y otros saberes
A cien años de la publicación del primer trabajo científico en el que apareció documentado y desarrollado el término Etnozoología, se llevó a cabo, en el Aula Magna del Pabellón II, un encuentro en el cual se precisaron las características de esta transdisciplina y un grupo de investigadores expuso sus trabajos desarrollados a partir de este abordaje.
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La primera exposición de la Jornada le correspondió a Bibiana Vilá, doctora en Biología de Exactas UBA y vicepresidenta de la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE), entidad organizadora del evento. La charla estuvo dirigida a precisar qué es la etnozoología.
La investigadora comenzó señalando que la fauna siempre constituyó una parte esencial de la realidad de los grupos humanos. Seguidamente, Vilá presentó una diapositiva en la que se definía que la etnozoología estudia el modo en que los seres humanos perciben, representan, valoran, utilizan y, en general, se relacionan con los animales. “Cuando hablamos de culturas nos referimos a las culturas en general, lo que incluye a nuestra cultura occidental”, aclaró. Como ejemplos de las diferentes expresiones en las que se pueden encontrar animales asociados a valores culturales, se podían observar en la filmina imágenes de corridas de toros, un cuervo como símbolo de un equipo de fútbol, carreras de caballos, un dibujo del hombre araña, Ganesha la diosa hindú con cabeza de elefante y la cría de ganado.
Sin embargo, la investigadora precisó que, en general, cuando se habla de etnozoología en lo primero que se piensa es en una comunidad indígena. “Clásicamente, la etnozoología se refiere al conocimiento zoológico tradicional de grupos de personas que están en relación directa con los animales y viven de ese recurso natural como pastores, campesinos, y pescadores artesanales, o de la gente que habita áreas donde la presencia de animales forma parte de su cotidianeidad”.
En cuanto al perfil de los investigadores que trabajan en el marco de esta disciplina Vilá afirmó que “la única manera de ser etnozoólogo es ser un poquito antropólogo y un poquito biólogo, o viceversa. Es claramente una disciplina de interfase porque hay que poder dialogar y comprender a una cultura indígena y, a su vez, conocer sobre los animales”.
– ¿De qué manera se fue acercando a esta transdisciplina?
– Yo soy una bióloga con el perfil clásico de Exactas. Cuando me fui a Oxford para hacer mi posdoc, me di cuenta de que los problemas de conservación no eran biológicos, eran ambientales y que, cuando uno mira el ambiente, necesariamente incorpora a las personas y a las modificaciones que las personas hacen en el espacio en el que vive el animal que uno estudia. Cuando te diste cuenta de eso, no podés dar marcha atrás. En realidad, yo sigo siendo una bióloga, una ecóloga que estudia las vicuñas, pero me di cuenta de que cuando uno trabaja en temas de manejo o conservación de especies silvestres se necesita sí o sí incorporar la mirada local. Siempre me pareció muy soberbio el punto de vista de que “porque soy el científico soy el que entiendo al animal”, y no escuchar a las personas que viven toda su vida con los animales. Han crecido con ellos, han escuchado historias sobre los animales que los rodean, toman decisiones que involucran a estos animales. Muchas de las subjetividades que esta gente tiene son determinantes para la conservación de la especie.
– Es decir que la necesidad de escuchar esas voces no pasa por una cuestión de humildad o de educación, sino que la información que brindan es importante desde el punto de vista científico.
– Si la ciencia que estás haciendo te lleva a tomar decisiones -en mi caso, de manejo o de conservación- y no los escuchás, no sos un buen profesional. Ahora, no todos los biólogos de campo tienen un objeto de estudio tan mediado por factores culturales. Es cierto que cuando uno se mete en el mundo de la vicuña se mete en el mundo aymara. Hay otros lugares donde no hay una cultura ancestral tan fuerte. Pero siempre hay un poblador local que tiene algo que decir. El tema es que si vos a ese señor no lo escuchás, no estás haciendo un buen diagnóstico ambiental. Eso tiene que ver con la ciencia. El buen diagnóstico es el que te permite tomar buenas decisiones. Y el diagnóstico ambiental que excluye al saber local es un mal diagnóstico ambiental.
– Los investigadores que trabajan en la etnozoología, ¿son aceptados en el sistema científico?
– El costo que paga en Argentina un profesional que trabaja en etnozoología es altísimo. ¿A qué comisión presentás a un etnozoólogo? ¿En qué concurso encaja? Es el problema que enfrenta toda transdisciplina. La interdisciplina es una cuestión que se declama mucho, sin embargo, el sistema todavía está organizado en cajitas separadas. Para que las etnociencias funcionen tiene que haber más apertura hacia el desarrollo de proyectos de investigación interdisciplinarios. Esto se dice mucho pero la verdad es que operativamente, al momento de presentar un becario, de pedir un subsidio, siempre tenés que marcar con una cruz en dónde lo presentás. Y si estás trabajando en interdisciplina generalmente la evaluación no es buena. Yo creo que hoy, en temas ambientales, lo interdisciplinario no sólo es lo moderno, sino que es lo único que puede llegar a resolver múltiples problemáticas. Y lo que se ve es que las instituciones atrasan. Tienen que aggiornarse a estas nuevas ciencias donde un biólogo hace un poquito de antropólogo y un antropólogo hace un poquito de biólogo.