Cuarentena mal llevada
El científico Ernesto Resnik viene desplegando una activa participación en las redes sociales opinando sobre las políticas que se implementan en Argentina y en el mundo para controlar la COVID-19. Rechaza los testeos masivos y afirma que la cuarentena es la única herramienta efectiva para frenar los contagios. Señala que en nuestro país el confinamiento se debilitó en el peor momento y que todo occidente fracasó en el manejo de la pandemia. La buena: vaticina que habrá vacunas para fin de año.
“El problema principal que tuvo Argentina es que el relajamiento de la cuarentena se dio en el pico de la pandemia en lugar de ocurrir cuando bajaron los casos, que es lo que pasó en otros lugares del mundo”, asegura de manera contundente el biólogo molecular Ernesto Resnik desde Minnesota, Estados Unidos, donde trabaja en una empresa biotecnológica en el desarrollo de anticuerpos monoclonales.
A lo largo de los últimos meses, este reconocido investigador argentino, viene desarrollando una activa participación en las redes sociales y los medios de comunicación, analizando la evolución de la pandemia en Argentina y en el mundo. Sus opiniones suelen ser tajantes y no rehúye a la polémica. “El testeo como medida de control es absolutamente inútil. La única herramienta que logra bajar los casos cuando el virus se desboca es la cuarentena fuerte”.
A diez meses de iniciada la pandemia, no tiene dudas: “El mundo fracasó en el manejo de la pandemia. Excepto los países asiáticos y sus principales socios comerciales, Nueva Zelanda y Australia. Esto tuvo que ver con las pandemias anteriores que sufrieron: SARS, MERS, H1N1. En esos lugares hubo mucho miedo, hubo muertes y aprendieron. Pero en occidente efectivamente fue un fracaso”, se lamenta.
Estas opiniones forman parte de una extensa entrevista exclusiva que Ernesto Resnik mantuvo con NEXciencia a lo largo de la cual fue desarrollando un exhaustivo análisis de la situación actual de la pandemia y del escenario que nos espera en el futuro cercano.
– Argentina superó hace poco el millón de infectados. Desde algunos sectores señalan que ese número es la representación del fracaso de la estrategia del gobierno para enfrentar la pandemia. Particularmente, coinciden en que la cuarentena no sirvió para nada. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?
– Un millón es un número importante y su interpretación es una paradoja. Creo que, tanto para los anticuarentena como para los que apoyamos la cuarentena constituye un fracaso. Pero yo considero que lo que fracasó es la implementación de la cuarentena. Entrar a una cuarentena con unos pocos miles de casos y salir con un millón es un fracaso. No existe una cuarentena que resulte en una multiplicación de contagios en lugar de una reducción de casos. La cuarentena fue efectiva en un principio, retrasó los casos, ayudó mucho en la preparación de hospitales, le dio tiempo a la medicina para que redujera la mortalidad de la enfermedad. Por lo tanto, aun estando mal implementada -porque haber superado el millón de casos y los 30 mil muertos es horrible- de todas maneras, sin cuarentena hubieran sido muchísimos más. Yo creo que el problema principal que ocurrió en Argentina es que el relajamiento se dio en el pico de la pandemia en lugar de ocurrir al bajar la pandemia, que es lo que pasó en otros lugares del mundo.
– Muchos opinan que Argentina fracasó porque se hicieron y se hacen pocos testeos. ¿Cuál es tu posición al respecto?
– Yo tengo una opinión completamente distinta. Creo que ningún país ha solucionado o prevenido la epidemia con testeos. Testeos y rastreos no previenen, sino que ayudan una vez que la pandemia está controlada. Es una herramienta de país rico y aun así los países con recursos, como Australia, Israel, Estados Unidos, cuando la pandemia se desbocó, lograron controlarla con aislamiento, no con testeos. El testeo es una necesidad para saber los números que tenés o cómo evoluciona la epidemia localmente. Pero como medida de control es absolutamente inútil. En Argentina, al comienzo, había muy pocos casos. Testear más hubiera sido testear al voleo, al azar. Hasta mayo, la situación de los tests era óptima, tenían 7 u 8 por ciento de positividad. Sin embargo, los casos explotaron igual. La epidemia se desboca por la movilidad social y, cuando ocurre eso, no hay modo de que los testeos logren frenarla. La situación en Europa se está poniendo dramática y vuelven al confinamiento, nadie habla de hacer testeos y rastreo para controlar la situación. La única herramienta que logra bajar los casos es la cuarentena fuerte.
– Actualmente en Argentina estamos viviendo una situación dramática, somos el país con mayor número diario de muertos por millón de habitantes. ¿Qué explicación le encontrás a esta situación?
– En los lugares en donde hubo un pico muy alto, un 10 ó 15 por ciento de las personas se infectó en poco tiempo. Esas personas ya se hicieron inmunes. El resto de la gente, en Europa por ejemplo, se asustó, hizo cuarentena estricta y el pico subió y bajó. En Argentina, ¿qué es lo que hicimos? En el pico de casos, a comienzos de julio, se empezó a relajar la cuarentena. En ese momento, la Ciudad de Buenos Aires empezó a tomar medidas de apertura y la gente se empezó a relajar. Eso hizo que en julio y agosto los casos se dispararan al máximo. Los números de la Ciudad indican que tiene una proporción de infectados similar a los lugares del mundo en los que la situación fue peor, como Nueva York, norte de Italia o Madrid. Hoy estamos pagando el precio de ese pico altísimo con muertos. Llegar a días de 500 muertos es el testamento de esa situación. Si la curva no baja vas a seguir en un estado estacionario de muertes, o sea, vas a tener entre 300 y 400 fallecidos por muchos días, lo cual es una cifra infernal. Argentina en julio, hace poquito, tenía entre mil y tres mil muertos totales, y ahora estamos llegando a 30 mil. Si no tomamos conciencia de ese número la cantidad de muertos va a seguir creciendo.
– Algunos investigadores afirman que Argentina tiene una curva de contagios única en el mundo: nunca registró picos, ni olas, sino un crecimiento leve pero sostenido en el tiempo. Y nunca bajó. ¿Coincidís con esta descripción?
– Yo creo que es el mismo modelo de curva de Brasil, de México, de India y, en algún sentido, de Estados Unidos. Lo ocurrido en Argentina se parece a lo de Brasil con una diferencia, Brasil tuvo una subida rápida y, en muchos lugares, alcanzó una cierta inmunidad de rebaño, porque hay ciudades como Manaos donde el 60 por ciento de la población está infectada. La curva ahí fue altísima y bajó rápido. En Brasil la pandemia se fue moviendo de lugar en lugar y se mantuvo extensa y alta. En Argentina la curva ha sido más chata, porque hubo aislamiento, pero en el momento en que AMBA alcanzó una cierta inmunidad que hizo bajar los casos, estalló en otros lugares, con lo cual en el país los casos van a seguir subiendo hasta que termine de expandirse en las provincias. Es el mismo fenómeno de Estados Unidos. En Estados Unidos la curva no es tan lineal, sino que subió, bajó un poquito, volvió a subir, bajó otro poquito, y volvió a subir. Cada subida fueron sectores distintos de Estados Unidos. La primera correspondió a la costa este, después se traslado al sur, ahora está en el medio oeste y el norte. Hasta que se termine de desplazar por los distintos lugares del país, esa va a ser la dinámica. En países como el nuestro, donde el aislamiento se rompió, la situación deriva en que cada uno va por la suya hasta que se alcanza una semi inmunidad de rebaño.
– ¿Creés que antes de fin de año habrá alguna vacuna aprobada y lista para empezar a ser aplicada entre la población?
– Creo que la vacuna es el tema más positivo de toda la pandemia. Pensemos que vamos a tener, ya sea a fin de año o a principios del año que viene, una vacuna a un año de haber empezado la pandemia. Esto ya de por sí es una noticia impresionante. Estamos hablando de lo dramático de la situación actual en todo el mundo, pero imaginate si esta situación dramática perdurara por dos o tres años, que es lo que normalmente tarda el desarrollo de una vacuna. En tres años estaríamos todos infectados, estaríamos hablando de millones de muertos más. Creo que ha sido un momento único de la ciencia mundial. Entre los lugares que han desarrollado vacunas -Europa, Estados Unidos, China, Rusia-, y los lugares donde se testea la vacuna -Latinoamérica, Sudáfrica- se ha dado una colaboración mundial impresionante. Ya sabemos que hay dos o tres empresas que anunciaron que hacia fines de noviembre van a presentar la documentación para ser aprobada por los organismos reguladores. La aprobación tarda, en general, entre dos y cuatro semanas. Yo creo que va a haber más de una vacuna aprobada para fin de año. Y después va a venir el tema de la producción y distribución. No va a haber todavía una vacunación masiva para todo el mundo en enero pero ya va a estar en marcha la producción en masa en muchos lugares, incluida Argentina, como para que la vacuna esté en muchos países para el primer cuatrimestre del año que viene. Esa es una noticia fantástica. No va a ser, tal vez, la vacuna definitiva. Las vacunas se van a seguir probando el año que viene. Se va a seguir midiendo la respuesta y la seguridad en la gente que se vaya vacunando. Posiblemente, para fines del año que viene sepamos de una vacuna que funcione mejor que estas primeras. Es posible que, con la mejor versión de las vacunas, a largo plazo, terminemos erradicando este virus.
– Ha sido tan rápido el desarrollo de las vacunas que algunas personas sostienen que se han relajado demasiado ciertas normas de seguridad y plantean prevenciones en cuanto a que su aplicación puede presentar cierto peligro para las personas. ¿Tienen fundamento estos temores?
– Yo creo que no. Los tiempos se han acortado, en principio, por la cantidad de emprendimientos y recursos invertidos. Pensá que hay más de 200 vacunas en desarrollo de las cuales 100 están muy avanzadas. Nunca antes hubo una enfermedad para la cual se hicieran más de 5 desarrollos de vacunas. ¿Por qué es más rápido, en este caso, el desarrollo de la vacuna? Primero, porque las tecnologías que se están usando eran conocidas. Ya se estuvieron produciendo en los últimos 10 ó 15 años. La vacunas de ARN ya se usaron para el Ébola con éxito. Todas las tecnologías que se están usando vienen siendo desarrolladas hace tiempo. En general, la respuesta humana era relativamente conocida en cuanto a que es inocua, ese es un punto muy importante porque las primeras fases, la 1 y la 2, fueron relativamente fáciles, porque el tipo de vacuna se conocía y lo único que tenían que medir era que produjera inmunidad y lo hicieron; además, fueron seguras. El mayor acortamiento en el tiempo de desarrollo de estas vacunas se da en la fase 3, que es la fase en la que tenés que probar la vacuna en miles de personas y necesitás que muchas de esas personas se contagien. En la mayoría de los casos, las enfermedades se acaban antes de poder conseguir muchos infectados. Pero, en esta oportunidad, hay centenares de miles de personas infectándose cada día en el mundo, con lo cual, los emprendimientos de vacunas no tienen ningún problema en encontrar gente dispuesta a ser voluntaria y que se infectan. Pensá que de las 30 mil personas que participan de la prueba de Pfizer, por ejemplo, si 150 personas del grupo placebo se infectan y ninguna del grupo vacuna se infecta, ya está, estadísticamente alcanza para decir que esa vacuna es efectiva. Y es lo que está ocurriendo.
– ¿Pensás que en 2021 ya va a estar superado el tema de la pandemia?
– Yo imagino que cuando llegue la vacuna vamos a estar mucho mejor. Creo que va a haber un relajamiento natural y normal. Me gustaría que sigamos con ciertas costumbres, la gente que se sienta mal espero que sea consciente de usar barbijo, porque normalmente si teníamos un resfrío íbamos a trabajar igual. Yo personalmente voy a ser consciente de no hacerlo más. En 2021 gran parte del mundo, Argentina incluida, va a estar vacunado, espero que en la primera mitad. Pero, África, ciertos lugares de Asia, ciertos lugares de Latinoamérica, posiblemente no van a estar vacunados hasta fines de 2021. Y este es un virus que mientras esté en algún lado, va a estar en todos lados. Porque ya no hay modo de parar las comunicaciones, la gente va a empezar a viajar, a ir de vacaciones y los que vayan a ciertos lugares donde el virus va a seguir circulando, lo van a traer consigo. Esperamos que con la vacuna no se extienda del mismo modo en que lo hizo hasta ahora. Pero el virus va a seguir. Por eso, yo creo que la normalidad verdadera va a llegar en el 2022. Pero en lugares como Argentina, Europa o Estados Unidos va a haber un alto grado de normalidad el año que viene.