El cuento de la buena Ciencia
Se cumplen diez años del Programa Divulgadores de Exactas-UBA. Por ese motivo, el coordinador del Programa, Guillermo Mattei cuenta cómo se desarrolló esta experiencia que involucra la participación de estudiantes con vocación de contar la ciencia en talleres, charlas, experiencias didácticas, Semanas de las ciencias y el proyecto Exactas va a la escuela.
Durante la segunda mitad de los noventa, la Secretaría de Extensión (SEGB) de Exactas-UBA solía enviar correos electrónicos a toda nuestra comunidad académica –muy esporádicamente a lo largo del año– para convocar a docentes y graduados que, en forma voluntaria, pudieran concurrir a escuelas medias para orientar vocacionalmente a audiencias de alumnos de los últimos años mediante el despliegue de toda nuestra oferta de grado.
Esas convocatorias era abiertas y sin mayor filtro, y se aceptaba a todo voluntario dispuesto. Sin embargo, a principios de los 2000, a partir de los antecedentes anteriores, en la Secretaría de Extensión comenzamos a discutir la manera de perfeccionar no solo el mensaje, sino también a los mensajeros de la Exactas en la escuela media. Se nos ocurrió entonces la idea de conformar un equipo de representantes oficiales de la Facultad que pudieran, con el compromiso y la responsabilidad de una relación laboral, transmitir no solo información útil, sino también los aspectos más atractivos, novedosos y alejados de los mitos urbanos, suburbanos y rurales de las diferentes licenciaturas, profesorados y títulos intermedios.
Convocamos entonces a estudiantes de carreras ligadas a los ejes temáticos de Exactas con interés en este proyecto, y se presentaron unos cien: buen síntoma. A su vez, gracias a la heterogeneidad de formaciones y saberes de los miembros de la SEGB, pudimos evaluar y comparar la capacidad de comunicación de aquellos postulantes. Confirmamos lo que se puede advertir fácilmente en cualquier reunión social: la frescura en el lenguaje, el brillo en las miradas, el minimalismo en la vestimenta y los gestos algo contracturados de los bichos de Exactas, que se detectan fácilmente. Levemente nerds, pero simpáticos y compradores.
Con esa consigna, en 2003, elegimos a diez alumnos y nació el grupo al que se nos ocurrió bautizar como Los Divulgadores que, de acuerdo a una casual semejanza televisiva posterior, era un equipo destinado a resolver todo tipo de problemas de orientación vocacional mediante el recurso de la divulgación científica. El contenido académico institucional de su discurso tendría el asesoramiento de docentes responsables de cada departamento y su formato sería propuesto por los comunicadores de Extensión. Tendría también rigor en la información y atractivo en la comunicación. Todos los años el equipo se renovaría por mitades para poder contar siempre con estudiantes no demasiado cercanos a su graduación.
Niñas y niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, comunidades de la tercera edad, internos de unidades carcelarias, en ámbitos populares –como ferias y exposiciones– campamentos científicos, sociedades intermedias, escuelas medias de la Ciudad de Buenos Aires y secundarias del Gran Buenos Aires, del interior de la Provincia de Buenos Aires y hasta de algunos puntos del resto del país, fueron las audiencias y sus ámbitos de la última década. La poca diferencia generacional entre los Divulgadores y los estudiantes de la escuela media o secundaria fue decisivamente auspiciosa en general y, en el caso de paneles que se desarrollan en ámbitos educativamente vulnerables, en particular, el mensaje enviado y recibido ayudó a derribar mejor el mito apriorístico de la inaccesibilidad a la UBA para los sectores desfavorecidos.
Algunos escenarios estuvieron bien alejados de Ciudad Universitaria: Bragado, Chivilcoy, Mercedes o Marcos Paz. En esas ciudades, generalmente, hubo algunos auspiciosos reflejos por parte de las autoridades locales tales como invitar a los Divulgadores al teatro del pueblo, donde concentraron a todas sus escuelas secundarias. De esta manera, la eficiencia de la comunicación aumentó notablemente: un panel puede tener una audiencia de doscientos adolescentes.
Los testimonios
El entusiasmo que causa un divulgador al contar sobre su carrera atrapa tanto a adolescentes como a adultos. En un panel doble (mañana y tarde) organizado por el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (UBA), se habían sentado un profesor de Veterinaria de la UBA y cuatro Divulgadoras de Exactas. El profesor, inició el panel en tono circunspecto y formal, leyó unas anotaciones que definían a la Veterinaria, enumeró todas la materias de la carrera, explicó el programa, describió las incumbencias del colegio profesional y detalló la salida laboral. Luego fue el turno de ellas. Cuando finalizaron, el profesor exclamó: “¡Me convencieron hasta a mí, yo quiero estudiar en Exactas!”. El panel de la tarde también lo iniciaba él pero, esta vez, sin papeles y definiciones, sin programas, en tono coloquial y descontracturado hizo eje en lo reconfortante de trabajar con animales, en muchos casos socialmente adorables, para finalizar diciendo: “Nosotros también tenemos mucha matemática y también somos casi una ciencia exacta”.
El alumno actual de la carrera de Biología Juan Esteban Vrdoljak explica: “Yo vivía en Villa Gesell. En mi escuela se organizó un campamento científico al que estaba invitado el Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de Ciencias de Exactas-UBA. Recuerdo que el Divulgador de biología que venía de Buenos Aires me voló la cabeza y ahí comencé a preguntarme el cómo, el porqué y el cuándo de muchas cosas. Eso me decidió a seguir Biología en la UBA”.
“Con mi compañero Divulgador de Biología, no dejábamos de sorprendernos por desarrollar una actividad de este tipo en ese lugar tan impensado. La audiencia de veinticinco jóvenes estaba muy entusiasmada con nuestra charla. Dimos nuestro taller de medio ambiente y nos llovieron las preguntas finales. No recuerdo otro público tan participativo como ese. Nos contaban sus experiencias, valoraban ser escuchados siquiera un momento y, orgullosos, nos llevaron a recorrer sus espacios de estudio. Al final, se abrieron y cerraron los cerrojos y estábamos nuevamente en la calle. Una experiencia muy fuerte: estábamos saliendo del Centro Universitario de la UBA en el penal de Devoto”, recuerda el ex Divulgador de geología Agustín Quesada.
El ex Divulgador de química, Gabriel Salierno sintetiza: “Uno se siente un héroe cuando realiza un experimento demostrativo con sus propias manos ante audiencias no académicas.”
La combi que había mandado la municipalidad de Marcos Paz estaba estacionada en la playa del Pabellón II, en medio de una bruma invernal, poco antes del amanecer. Junto con el grupo subimos los miembros del Equipo de Popularización de la Ciencia, Valeria Fornes y yo, y el coordinador editorial de EXACTAmente, Juan Pablo Vittori, que oficiaba de fotógrafo. En el complejo cultural de la Municipalidad nos esperaban, a las ocho, unos doscientos alumnos. “Ya el viaje es una experiencia en sí misma. Entre mate y mate los integrantes del programa organizan la charla, reviven experiencias previas y cuentan –como al pasar– increíbles anécdotas de su propio derrotero hacia Exactas, y lo hacen con tal pasión que ya se puede prever cómo pintarán los avatares de la vida científica a los chicos de las escuelas”, relata Vittori. Quizás no en un extremo tan caricaturesco, pero sus diálogos durante estos viajes podrían haber nutrido los guiones de la serie televisiva The Big Bang Theory.
“La vida como Divulgador fue desde el principio muy intensa, si bien no existía una rutina semanal como en los demás cargos docentes, había que poner el cuerpo en cada semana de las ciencias, ir a dar charlas a escuelas, cárceles, bibliotecas populares, animar las vacaciones en el Planetario y aparecer en los lugares más inesperados”, detalla Luciano Iribarren, ex Divulgador de biología y continúa: “con mi compañero de geología, nos interesaba mucho el humedal que se encuentra detrás de los pabellones II y III de Ciudad Universitaria; sobre todo porque estaba amenazado por posibles parquizaciones. Así, en la Semana de la Biología, obtuvimos permiso para armar nuestro propio stand sobre el humedal y, con material del pantano, armamos un tipi, o refugio, hecho de cañas en el playón del pabellón II. Mucha gente se interesó, entre ella, un visitante del stand que nos había escuchado con mucha atención. Al terminar la exposición, nos detalló aspectos legales e institucionales que desconocíamos sobre el predio del pantano. Al preguntarle cómo sabía tanto, nos contestó: ‘Soy el Decano de esta Facultad’. Luego de casi pegar un salto, continuamos charlando un rato y luego se despidió, comprometiéndose a tomar cartas en el asunto de la parquización”, recuerda Iribarren.
“Y es que uno nunca deja de ser Divulgador aunque haya terminado sus dos años de contrato. No solo porque sigue convenciendo a jóvenes para que estudien en Exactas, sino también porque, aunque se esté en retiro pasivo, se corre el peligro de estar distraídamente volviendo del bar con un café y dos medialunas, y ser interceptado furtivamente por Guille Mattei pidiéndote el favor de ¡cubrir el puesto de un Divulgador ausente en una actividad que se está desarrollando en ese mismo momento!”, relata Maximiliano Urso, ex Divulgador de computación.
Verónica Pérez Schuster fue Divulgadora de física. “En una clase en donde yo era docente de la materia Física 1 se me acercó un alumno y me dijo: ‘Vos sabés que yo estudio Física por vos, ¿no?’. El flamante alumno de Exactas había participado en una charla de carrera en donde yo había reemplazado a Guille Mattei dos años antes”, recuerda.
Los Divulgadores
Narradores del origen del universo, de la Tierra, de la atmósfera, de los océanos, de la vida, del hombre, del pensamiento abstracto y del cómputo. Eficientes guías de las Semanas de las Ciencias. Panelistas de estrictos ocho minutos. Adultos recientes hablando en jerga adolescente. Extrovertidas y presuntos tímidos. Circunspectas y verborrágicos. Pero todos los Divulgadores tienen una magia que, inevitablemente, atrapa la atención de las audiencias cuando despliegan explicaciones sencillas sobre el conocimiento que sus docentes investigadores transmiten y crean, cuando informan con precisión sobre sus carreras o cuando representan orgullosamente a Exactas.