Ojo con las dietas keto
Es una forma de alimentación que se puso de moda hace relativamente poco tiempo para bajar de peso. La medicina la utiliza para tratar algunos casos particulares de epilepsia en los niños. Últimamente, se la está ensayando en personas que padecen cáncer. Un artículo publicado en la prestigiosa revista científica Oncogene advierte que indicar esa dieta a pacientes con tumores prostáticos puede acarrear riesgos.
Las dietas cetogénicas, popularmente conocidas como “dietas keto”, se hicieron famosas porque personajes como el basquetbolista LeBron James y la modelo Kim Kardashian las difundieron como una manera exitosa de bajar de peso. Pero no son nuevas. Hace un siglo, la medicina empezó a indicar este tipo de dietas para tratar a los niños con epilepsia, y todavía lo sigue haciendo en algunos casos particulares de epilepsia refractaria a los tratamientos convencionales. La “revolucionaria” dieta Atkins de los años ’70 era una dieta cetogénica.
Se trata de formas de alimentación que restringen drásticamente la ingesta de hidratos de carbono. Ante la falta de glucosa, el organismo empieza a usar las grasas para obtener energía. En este proceso, se generan tres compuestos químicos llamados “cuerpos cetónicos”, de ahí el nombre de la dieta. La acetona, por ejemplo, es uno de estos “cuerpos” que, ante la escasez de azúcares, las células usan como combustible.
Se sabe desde hace tiempo que los tumores tienen avidez por la glucosa. El consumo de azúcar de una célula tumoral es muchísimo mayor que el de una célula normal. Porque la célula cancerosa requiere de mucha energía para poder multiplicarse de la manera descontrolada en la que lo hace.
Por eso, la medicina pensó en restringir la ingesta de glucosa en la dieta como una acción complementaria que ayudaría a reforzar las terapias antitumorales habituales. Así, se comenzó a indicar la dieta cetogénica para acompañar el tratamiento de algunos tipos de cáncer, como el de pulmón, el de hígado o el colorrectal, entre otros.
Pero, según un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista científica Oncogene, las dietas keto no serían recomendables para los pacientes que están en tratamiento por un tumor de próstata.
Nafta al fuego
El crecimiento del cáncer prostático es estimulado por los andrógenos, como la testosterona. Debido a esto, para el tratamiento inicial de esta patología se utilizan medicamentos antiandrogénicos. En muchos casos, esta terapia funciona exitosamente. En otros casos, el tumor reaparece y, habitualmente, genera metástasis en los huesos, donde ya no depende de los andrógenos para crecer y, por lo tanto, no responde a la terapia antiandrogénica.
“En nuestro modelo, vemos claramente que estos tumores prostáticos que vuelven a aparecer en forma de metástasis lo hacen usando cuerpos cetónicos como fuente de energía”, revela Geraldine Gueron, quien dirigió el trabajo publicado en Oncogene y es investigadora del CONICET en el Laboratorio de Inflamación y Cáncer (LIC) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “Indicar una dieta cetogénica a esos pacientes sería como echar nafta al fuego”, ilustra.
Para llegar a esa conclusión, un equipo de investigación del LIC y de la Universidad de Texas llevó a cabo distintos estudios. Primero, trasplantaron tumores de próstata humano a un grupo de ratones, un modelo animal validado internacionalmente para estudiar el cáncer.
Los tumores crecieron en los animales hasta que los castraron para que no produzcan andrógenos. En algunos ratones el tumor dejó de crecer; en otros, al tiempo, siguió aumentando de tamaño.
“Comparando los tumores, los que no crecen frente a los que crecen, es que pudimos descubrir cambios metabólicos y darnos cuenta de que estos tumores que vuelven a crecer presentan mayoritariamente cuerpos cetónicos”, explica Gueron. “Entonces, decidimos estudiar el tumor humano del que sacamos las células que le habíamos trasplantado a los ratones y vimos exactamente lo mismo”, destaca.
Para corroborar estos resultados, recurrieron a bases de datos disponibles en Internet, que son repositorios abiertos donde los grupos de investigación de todo el mundo aportan información proveniente de infinidad de estudios.
“El análisis bioinformático que efectuamos muestra que hay un grupo de pacientes, que padecen lo que se denomina ‘cáncer de próstata resistente a la castración’, que tienen muy aumentadas las proteínas que metabolizan los cuerpos cetónicos para obtener energía”.
Según la investigadora, el conjunto de resultados deja en claro que “hay que estar muy atento a las decisiones de cambio de dieta, porque cada tumor es diferente y uno tiene que saber cuál es la fuente de energía que ese tumor prefiere en cada momento”.
En el LIC trabajan desde hace años en la investigación del cáncer de próstata, la enfermedad tumoral más frecuente en los varones de nuestro continente, según la Organización Panamericana de la Salud.
Ahora, a partir de los resultados de este estudio, Gueron anuncia: “La próxima etapa es utilizar este modelo animal para probar ciertas drogas que bloquean la formación de los cuerpos cetónicos. Incluso, uno de estos bloqueadores está clínicamente aprobado”.