Tumor amargado
Un equipo de investigadoras e investigadores de Exactas UBA logró reducir significativamente el metabolismo de células tumorales prostáticas restringiendo su posibilidad de consumir glucosa para obtener energía. Lo lograron mediante una droga que está aprobada para ser usada como medicamento en los seres humanos.
“A los tumores les encanta el azúcar. El consumo de azúcar de una célula tumoral es muchísimo mayor que el de una célula normal porque requiere de mucha energía para poder multiplicarse de esa manera tan descontrolada”, ilustra Geraldine Gueron, investigadora del CONICET en el Laboratorio de Inflamación y Cáncer (LIC) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA).
En el LIC trabajan desde hace años en la investigación del cáncer de próstata, la enfermedad tumoral más frecuente en los varones de nuestro continente, según la Organización Panamericana de la Salud. Ese laboratorio de Exactas UBA fue el primero en reportar que la Hemo oxigenasa-1 (HO-1), una proteína involucrada en la degradación de la hemoglobina de la sangre, tiene una acción antitumoral en el cáncer de próstata. También demostraron que la HO-1 inhibe la migración e invasión a otros órganos de las células tumorales prostáticas, es decir, la metástasis.
Ahora, el equipo que dirigen Gueron, Cotignola y Vázquez dio un paso más en la comprensión del rol que tiene la HO-1 en el metabolismo de las células cancerígenas: “Cuando estimulamos a las células tumorales prostáticas para que produzcan HO-1, vimos que consumen mucha menos glucosa y obtienen menos energía”, revela Gueron. “Si se considera que las células cancerígenas requieren de una cantidad significativa de energía para sostener su intenso metabolismo, este podría ser uno de los mecanismos a través de los cuales la HO-1 ejerce su acción antitumoral”, sugiere. Los resultados del estudio acaban de publicarse en la revista científica Antioxidants.
Ambiente ácido
“Tenés ácido láctico en el músculo”, hemos escuchado alguna vez cuando sufrimos un calambre. Efectivamente, si las células musculares son exigidas, empiezan a producir ácido láctico. Este fenómeno ocurre cuando, por el ejercicio intenso, el oxígeno no les alcanza a las células para seguir “quemando” glucosa (el combustible que les da energía para hacer su trabajo). Entonces, empiezan a trabajar en anaerobiosis (sin oxígeno). El resultado de este cambio de programa es que la enzima lactato deshidrogenasa empieza a producir ácido láctico.
Curiosamente, las células tumorales producen ácido láctico aun en presencia de oxígeno. Lo descubrió el Nobel de Medicina Otto Warburg hace casi un siglo. Él no pudo explicarlo. Hoy se sabe que el ambiente ácido le da una ventaja a la célula tumoral: la ayuda a migrar y a hacer metástasis.
“Nuestros resultados también muestran que cuando estimulamos a las células tumorales prostáticas para que produzcan HO-1 se reduce significativamente la actividad de la lactato deshidrogenasa y los niveles de ácido láctico”, informa Gueron. “Esto podría explicar el mecanismo por el cual la HO-1 inhibe la metástasis”, propone como hipótesis.
Pacientes estudiados
Los grupos de investigación de todo el mundo aportan información al resto. En Internet, existen numerosos repositorios de acceso abierto que reúnen datos provenientes de infinidad de estudios.
El equipo de científicas y científicos del LIC analizó estadísticamente numerosas bases de datos de individuos con cáncer de próstata. Cruzaron información proveniente de cientos de pacientes: estudiaron el tiempo libre de recaída después del tratamiento de extirpación de la próstata y el tiempo de sobrevida, y los relacionaron con su perfil genético.
“El análisis bioinformático deja en claro que los pacientes que son genéticamente propensos a producir más lactato tienen un mejor pronóstico si también son propensos a producir más HO-1”, subraya Gueron. “Este es el primer trabajo que documenta efectivamente que HO-1 está ligada a esta forma de metabolizar la glucosa”.
Droga promisoria
Para estudiar el rol de la HO-1 en el cáncer de próstata, el grupo de investigación del LIC utiliza la hemina, una droga que induce a las células a producir HO-1. Más de una década de experimentos con este protocolo han demostrado que la HO-1 tendría un efecto benéfico en el tumor prostático.
“¿Es posible que la hemina sea usada en alguna terapia para promover la expresión de HO-1 y disminuir la agresividad del tumor en los primeros estadios?”, se pregunta Gueron. Inmediatamente responde que “es una opción interesante para explorar”. Sobre todo porque la hemina es una droga aprobada hace varios años para usar en los seres humanos como medicamento: se la utiliza para el tratamiento de la porfiria hepática.
De todos modos, Gueron advierte que las células tumorales suelen variar sus estrategias cuando se intenta limitarlas: “A un tumor se le puede restringir todo el azúcar y es posible que encuentre otra forma de crecer. No obstante, si se comprueba que, en un primer estadio del cáncer, un paciente tiene exacerbada la producción de lactato, se puede atacar eso primero. Las estrategias para atacar a los tumores deben ser dinámicas”.
El equipo
El paper publicado en la revista Antioxidants está firmado por Florencia Cascardo, Nicolás Anselmino, Alejandra Páez, Estefanía Labanca, Pablo Sanchis, Valeria Antico-Arciuch, Nora Navone, Geraldine Gueron, Elba Vázquez y Javier Cotignola.