Medio lleno o medio vacío
La cumbre climática concluyó con un documento al que muchos calificaron con “histórico” por su llamado a abandonar progresivamente el uso de combustibles fósiles. Sin embargo, distintos países y ONG advirtieron que no aparecen los recursos para encarar la transición, ni para moderar las consecuencias más graves del cambio climático. La prestigiosa climatóloga argentina, Inés Camilloni, presente durante el evento, analiza los resultados de la reunión.
La 28ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (tal es el nombre completo de lo que habitualmente conocemos como COP28) se iba a desarrollar en Dubai entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre de este año. Sin embargo las deliberaciones tuvieron que extenderse una noche más, para lograr un consenso entre los representantes de los 197 países presentes en el encuentro.
Así terminó de tomar forma un documento que muchos consideraron “histórico” porque expresa, por primera vez desde que se celebran estas cumbres climáticas, de manera textual “hacer la transición lejos de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crucial, con el fin de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 de acuerdo con las recomendaciones científicas”.
Esta declaración parece marcar el principio del fin de la “era de los combustibles fósiles” en el planeta. Sin embargo, distintas voces se alzaron y pusieron en duda este pronóstico tan optimista. Representantes de países del Sur Global, de pequeñas naciones insulares, de organismos multilaterales y de ONG ambientalistas subrayaron que el documento presenta una serie de limitaciones y debilidades.
Las deliberaciones tuvieron que extenderse una noche más, para lograr un consenso entre los 197 países presentes en el encuentro.
Por un lado, si bien la creación, al inicio de la COP28, de un fondo para “perdidas y daños” –destinado a compensar las consecuencias de las catástrofes vinculadas con el cambio climático–, había despertado buenas expectativas, finalmente los dineros recaudados para ese fin fueron irrisorios.
Tampoco se llegó a un acuerdo para definir de donde saldrán los recursos para que los países periféricos pueden avanzar en el reemplazo de la producción energética basada en petróleo, gas y carbón por tecnologías limpias. De hecho, la discusión se postergó para la próxima cumbre que se desarrollará el año que viene en Bakú, capital de Azerbaiyán.
Finalmente, algunas de esas mismas voces alertaron sobre algunas inconsistencias que podrían debilitar los compromisos asumidos. Desde este punto de vista, el desarrollo de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono podría ser utilizado como una herramienta para demorar o directamente frenar el abandono progresivo de los combustibles fósiles.
Inés Camilloni es investigadora del CONICET y profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Este año fue elegida como vicepresidenta del Grupo de Trabajo I del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), y también como representante de Sudamérica en el Comité Ejecutivo de ese organismo. Camilloni viajó a Dubai y estuvo presente durante el desarrollo de la cumbre. De regreso en Buenos Aires, la climatóloga mantuvo una entrevista con NEXciencia en la que desgranó los alcances y las limitaciones de ese encuentro.
– ¿Cuál sería tu primera caracterización respecto del resultado final de la COP28?
– Algo para destacar es que, por primera vez, hay una mención específica a los combustibles fósiles, petróleo, gas y carbón, como los principales responsables del cambio climático y a la necesidad de hacer una transición que vaya dejando de lado esos combustibles. Eso es un paso significativo porque siempre se hablaba en términos de reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero, pero a los combustibles fósiles no se los mencionaba explícitamente dentro de las resoluciones que salen de estas conferencias. Este es un aspecto muy significativo. Y la resolución es muy clara: hay que avanzar en una transición de salida de los combustibles fósiles en los sistemas de energía, de una manera que sea equitativa, pero acelerando ese proceso de transición particularmente en esta década para llegar a ser carbono neutrales en el 2050.
– Parece increíble que se haya demorado 30 años y 28 reuniones para poder llamar por su nombre, en un documento final, a los combustibles fósiles…
– Claramente esto no es una novedad para la ciencia. La cuestión es cómo se traduce el conocimiento científico en la política y en la toma de decisiones donde hay más de 200 países, más los lobbies que están siempre dando vueltas y que hacen más lentos todos los procesos, todas las decisiones. Por eso, la mención específica sobre los combustibles fósiles es una forma de ver el vaso medio lleno. Sin embargo, cuando uno mira más detalladamente las resoluciones, en realidad, uno ve muchos consejos y pocas decisiones concretas. Y ahí es donde uno entiende, lamentablemente, por qué la cantidad de dióxido de carbono que hay en la atmósfera sigue aumentando. Otro de los aspectos importantes es que en el párrafo que indica que hay que salir de los combustibles fósiles se hace una referencia explícita a que esta decisión se tomó basada en los conocimientos de la ciencia. Esta es una cuestión fundamental porque también en algún momento apareció alguna controversia sobre si tenía sustento científico señalar a los combustibles fósiles entre las causas del cambio climático.
– Más aún cuando, hoy en día, importantes líderes políticos de diferentes países ponen en cuestión la responsabilidad de las actividades humanas en el cambio climático.
– Exacto. Por eso, que estuvieran los científicos en esta conferencia, que estuviera el el IPCC, la Organización Meteorológica Mundial, participando, hablando, interactuando, poniendo a la ciencia al frente de las discusiones, dando los fundamentos, fue una una cuestión central.
El fondo para pérdidas y daños creado en el inicio de la conferencia terminó reuniendo una suma muy insuficiente de recursos.
– Algunas crónicas indican que los países desarrollados parecieron más satisfechos con el texto que las naciones del Sur Global y, particularmente, que los pequeños estados insulares. ¿Coincidís?
– Bueno, es que según los expertos en interpretación de estos textos sigue habiendo espacio para los combustibles fósiles, más allá de esta transición en la que se recomienda abandonarlos. Esto es así porque también se habla de los procesos de captura y almacenamiento de carbono. Y si uno está capturando y almacenando carbono es porque ese carbono sale de la quema de combustibles fósiles. Pero esa tecnología es altamente costosa y todavía no está desarrollada en la escala que haría falta. Entonces, ahí aparecen las lagunas que generan este tipo de dudas.
– Durante la COP28 se aprobó un fondo de pérdidas y daños para ayudar a los países más vulnerables a hacer frente a las consecuencias más graves del calentamiento. Sin embargo, los recursos recaudados fueron insignificantes.
– La creación del fondo en los primeros días de la reunión causó una buena impresión. Los países que más dinero aportaron fueron Alemania, Emiratos Árabes con alrededor de 100 millones de dólares cada uno, Estados Unidos puso 17 millones y medio. La verdad es que, para la magnitud de las pérdidas y daños que implica el cambio climático en los países menos desarrollados, son cantidades mínimas. Por eso, siempre aparecen las dos caras, por un lado se crea este fondo y eso es positivo, pero con una cantidad de dinero que es muy limitada.
– Otro punto positivo es que aparece el objetivo de triplicar la producción de energías renovables y duplicar la eficiencia energética en 2030. Pero de nuevo aquí se plantea que los países desarrollados no aportan recursos para que los países periféricos desarrollen este tipo de tecnologías.
– Y sí, ahí es donde aparecen todas las cuestiones de financiamiento que no se terminan de acordar. Muchas de esas cuestiones pasaron a la próxima COP. En ese sentido, muchos países prefieren postergar ese tema antes que firmar un mal acuerdo. Los temas de financiamiento siempre son son muy complicados, y son clave.
– Alguien decía que la próxima tenía que ser una COP financiera y que si no se reunían los fondos necesarios para impulsar esta transición que todos parecen reclamar, la situación no se va a poder modificar.
– Puede ser, porque todas las medidas que tienen que ver con la transición requieren inversión, y las medidas de adaptación también necesitan financiamiento. Hacer obras de infraestructura, sistemas de alerta, todo requiere fondos y sabemos que los países en desarrollo están siempre en una situación muy crítica en términos de disponibilidad de recursos. Por otro lado, esos mismos países son los que tienen menos responsabilidades en el cambio climático observado. Entonces, en algún momento, alguien le tiene que poner el cascabel al gato. Ahora bien, ¿hay progresos en términos de acuerdos globales? Sí, está escrito que los combustibles fósiles son los responsables del cambio climático y que tenemos que salir del uso de los combustibles fósiles, es un primer paso y es importante, no hay que minimizarlo. Son casi 200 países que finalmente lograron este consenso. Ahora, el tema es que el sistema climático se va modificando mucho más rápido que estos procesos de negociación.
“Tenemos muy poco tiempo para reducir emisiones y limitar el aumento de temperatura en 1,5 grados. Si fallamos las consecuencias pueden ser devastadoras”.
– Para llegar a ser carbono neutrales en el 2050 se pueden seguir distintos caminos, uno es reducir mucho las emisiones y otro es que, sin reducir demasiado, se desarrollen las tecnologías adecuadas para capturar y sacar de la atmósfera una cantidad cada vez mayor de carbono. ¿Esto es así?
– Es así. Ahí es donde surgen las dudas de que tal vez lo que se plantea no es dejar de usar los combustibles fósiles sino seguir usándolos pero capturando más dióxido de carbono de la atmósfera. Pero hay que tener en cuenta que son tecnologías que hasta ahora no están disponibles ni probadas en escala, ni se sabe cuándo van a estar.
– En términos generales, ¿sos optimista en relación con lo acordado y particularmente respecto a la posibilidad de convertir en acciones concretas lo estipulado en el texto?
– Por un lado soy optimista respecto de la declaración, respecto del reconocimiento de las causas del cambio climático, del reconocimiento al papel de la ciencia, y de lo que se plantea que hay que hacer, pero la realidad muestra que, en concreto, no se están reduciendo las emisiones, por el contrario, las emisiones siguen aumentando. Ahora bien, Estados Unidos está reduciendo emisiones, Europa también, pero las emisiones están creciendo en el mundo en desarrollo, en China, en India. Entonces, es complicado ver cómo estos países que tienen su crecimiento económico atado al uso de los combustibles fósiles podrán hacer la transición hacia energías renovables para empezar a reducir emisiones. El tiempo que tenemos para reducir emisiones al punto de limitar el aumento de temperatura en 1,5 grados, es muy poco. Y se requieren medidas muy ambiciosas. Entonces, en ese sentido es difícil ser optimista. Más allá de las declaraciones, en la práctica, los países no parecen acompañar. Pero debemos tener muy claro que si fallamos, si las temperaturas aumentan por encima de 1,5 grados, los riesgos del cambio climático son enormes, las consecuencias pueden ser devastadoras.