Ratones rigurosamente vigilados
El estudio detallado de la ecología de roedores en tres parques nacionales de la Argentina permitió formular recomendaciones para prevenir la transmisión del virus hanta al hombre. El contagio se produce cuando las personas entran en contacto con algunas especies de ratones colilargos. De no tratarse a tiempo, la enfermedad puede llevar a la muerte a quienes la contraen.
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El hantavirus, que se transmite por ciertos roedores, puede provocar una enfermedad grave –el síndrome pulmonar por hantavirus– en las personas que efectúan tareas agrícolas, pero también en las que hacen turismo u otras actividades recreativas en zonas rurales. Es que, en las áreas protegidas y los parques nacionales, los ratones silvestres transmisores del virus son habitantes destacados. Allí, los visitantes corren riesgo de contraer la enfermedad si entran en contacto con esos roedores. Por tal motivo, un equipo de investigadoras realizó un relevamiento de esos animales en tres parques nacionales de la Argentina con el fin de identificar las áreas en que se encontraban y determinar qué sitios podían ser peligrosos para los visitantes.
“Estamos trabajando en tres parques nacionales: Islas de Santa Fe, El Palmar y Predelta (Entre Ríos)”, afirma Isabel Gómez Villafañe, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Y prosigue: “La tarea de investigación empezó por un caso de hantavirus acontecido en uno de los parques, donde contrajo la enfermedad una persona que estaba acampando”. En ese caso, el diagnóstico se realizó cuando ya era tarde para iniciar un tratamiento.
Los estudios llevados a cabo por Gómez Villafañe junto con Malena Maroli (becaria doctoral de CONICET) y María Victoria Vadell, de la Universidad Nacional de San Martín, tuvieron el objetivo de determinar qué especies estaban presentes en áreas protegidas y en qué ambientes. En general, hay seis especies distintas de roedores en los parques, y sólo una o dos de ellas son las que transmiten el virus. Además, sólo un 10% de los individuos son portadores. De todos modos, si hay contacto con visitantes, puede haber contagio.
Si los roedores que son potenciales transmisores de hantavirus se encuentran en ambientes inaccesibles para los seres humanos, no habría problema. Lo peligroso es si esos ratones merodean por los campings o los lugares donde pueden entrar en contacto con visitantes.
En el parque El Palmar, las investigadoras observaron que el ratón colilargo, transmisor del hantavirus, se encontraba en la zona del camping. A partir de esa constatación, “se hizo un trabajo conjunto con los responsables de la concesión para realizar una limpieza del lugar: se sacaron las ramas, se cortó el pasto, y se hizo que los tachos de basura estuvieran bien tapados, porque los ratones se acercaban en busca de comida”, detalla Gómez Villafañe.
Además de esas medidas de manejo del hábitat, se colocaron venenos en un momento específico, tomando precauciones para no afectar a otros animales. “Así se logró controlar la especie en ese lugar, pero no se tomaron medidas en el resto del parque porque, al no haber riesgo, no hacía falta controlarlos”, confirma la investigadora.
En el caso del Parque Nacional Predelta, donde los colilargos estaban concentrados en las islas, hubo casos de hantavirus en habitantes del lugar que suelen ir a pescar y pasan varios días junto al río, donde los ratones se acercan en busca de comida. “Se hicieron recomendaciones a los visitantes para que tomaran precauciones; además, se imprimieron folletos y se dieron charlas informativas”, relata Gómez Villafañe.
Por otra parte, en ese parque, donde son frecuentes las inundaciones, los roedores presentan una dinámica diferente de otras áreas protegidas. Allí, cuando se produce la inundación, los ratones desaparecen. Pero, cuando las aguas bajan, poco a poco la población se recupera, y vuelve a aumentar su abundancia.
“Creemos que los colilargos dominan en estas islas precisamente porque pueden resistir los ciclos de inundación”, subraya la investigadora.
Precauciones
El virus hanta se contagia por contacto directo con roedores vivos o muertos infectados, o por inhalación en lugares abiertos o cerrados (carpas, galpones, huertas o pastizales) donde las heces o la orina de los ratones desprenden el virus.
¿Qué recomendaciones se hacen para evitar el contagio? “La principal es que si uno ve algún ratón, esté vivo o muerto, no se acerque. Y en las zonas de camping, tener las carpas siempre bien cerradas, aunque sea con mosquitero”, enumera.
El caso del visitante que contrajo la enfermedad en un camping, “se debió a que el ratón entró en la carpa, y la persona se contagió cuando lo quiso sacar”, relata Gómez Villafañe. Es que en lugares cerrados, el virus está más concentrado y con solo respirar uno se puede contagiar.
“Si uno descubre que un ratón entró en una vivienda, lo primero es abrir las ventanas para que entre el sol y baldear, para que no se levante polvillo”, recomienda la investigadora. Asimismo, si uno encuentra heces de ratón o un ejemplar muerto, primero “hay que tirarle lavandina diluida, y después agarrarlo con guantes o doble bolsa, nunca tocarlo en forma directa”.
Las investigadoras indagaron también si los ratones hallados en los parques eran portadores del virus: extrajeron muestras de sangre que fueron enviadas al Instituto Malbrán. Si el ratón es portador, puede eliminar el virus a lo largo de toda su vida, y siempre es capaz de contagiar la enfermedad.
Cabe señalar que el virus es muy lábil ante los rayos ultravioleta. Por tal razón, exponer al sol los sitios o los objetos que pudieron estar en contacto con los ratones constituye una buena medida de seguridad. De hecho, los investigadores deben desinfectar los guantes y la ropa de trabajo y luego dejar todo al sol para que el virus se desactive.
La enfermedad por hantavirus
Los síntomas de la enfermedad, parecidos a un estado gripal, incluyen fiebre, dolores musculares, escalofríos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos y, a veces, dolor abdominal y diarrea. Después de unos días, puede producirse el síndrome cardiopulmonar, que puede llevar a la muerte si no se trata a tiempo.
No existen antibióticos ni antivirales contra la enfermedad. Se aplica un tratamiento de soporte, que consiste en regular el balance de los líquidos del cuerpo. Si el tratamiento se inicia en forma temprana, hay mayor probabilidad de superar el trance. Si uno estuvo en contacto con roedores, o en una zona donde puede haber ratones con hanta, y tiene fiebre alta, puede ir al hospital y hacerse un análisis de sangre, para sacarse la duda.