Una CIAA sin secretos
A partir de una iniciativa que reunió al sector académico y al industrial, con el apoyo del Estado nacional, se logró crear la primera Computadora Industrial Abierta Argentina (CIAA). Esta plataforma de hardware y software libre, única en su tipo, tiene por objetivo facilitar la modernización tecnológica de las pymes y promover su incorporación al ámbito educativo para la formación de recursos humanos.
A partir de una iniciativa que reunió al sector académico y al industrial, con el apoyo del Estado nacional, se logró crear la primera Computadora Industrial Abierta Argentina (CIAA). Esta plataforma de hardware y software libre, única en su tipo, tiene por objetivo facilitar la modernización tecnológica de las Pymes y promover su incorporación al ámbito educativo para la formación de recursos humanos.
Habitualmente, cuando se hace referencia al término “computadora”, la enorme mayoría de nosotros tiende a generar en su cabeza la imagen de una PC de escritorio o de una notebook. Sin embargo, en la actualidad, aunque no las veamos, las computadoras están presentes en prácticamente todos los electrodomésticos hogareños como heladeras, lavarropas, televisores, hornos a microondas. Pero además, algún tipo de inteligencia electrónica está incorporada en equipos imprescindibles en casi todo proceso productivo y de servicios, como instrumental médico, comunicaciones, transporte ferroviario y aerocomercial, industria petrolera, producción agropecuaria y energía entre muchos otros.
Ahora bien, ¿quién diseña, fabrica y programa estas computadoras? Se trata, en casi todos los casos, de un tipo de desarrollo que no se produce en nuestro país. Esta necesidad de recurrir a su compra en el exterior hace que numerosas empresas decidan no incorporar electrónica en sus procesos productivos, o mantener tecnología que se encuentra al borde de la obsolescencia. Y aquellas pocas que pueden afrontar esos costos se ven obligadas a importar la solución electrónica y pasar a depender de un proveedor extranjero.
Para cambiar esta situación se creó la primera Computadora Industrial Abierta Argentina (CIAA) a partir de un trabajo libre, colaborativo y articulado entre el sector académico y el industrial. “Se trata de una iniciativa que realmente arrancó desde cero. Cuando empezamos, delante de nosotros sólo teníamos una hoja en blanco”, recuerda Ariel Lutenberg, coordinador general del Proyecto CIAA y director del Laboratorio de Sistemas Embebidos de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
En concreto, la CIAA es una plaqueta electrónica provista de un microcontrolador, interfaces de comunicación y puertos de entrada y salida, cuyo diseño está disponible gratuitamente en Internet para toda la comunidad.
Este desarrollo, que tiene como principal objetivo ayudar a las pequeñas y medianas empresas nacionales a sumar tecnología a sus procesos productivos, presenta un conjunto de características que, para sus organizadores, lo convierten en un emprendimiento único en el mundo.
Nace una estrella
La iniciativa surgió a partir de una serie de reuniones convocadas por los ministerios de Industria y de Ciencia de las que participaron empresas y el sector académico, para pensar propuestas que promuevan el desarrollo electrónico nacional. En esas deliberaciones se concluyó que la mejor alternativa era la creación de una computadora industrial similar en usos y aplicaciones a los “controladores lógicos programables” (piezas clave para la automatización de líneas de montaje y producción de bienes de capital, bienes intermedios y de consumo) que, en la actualidad, no se producen localmente. Pero además, se determinó que se debía tratar de una solución abierta, por lo cual, toda la información de la plataforma debería estar disponible libremente para cualquier empresa que estuviera interesada en utilizarla para elaborar sus propios productos y servicios, para fomentar así el diseño y la fabricación nacional de sistemas electrónicos.
Al frente de la iniciativa se pusieron la Cámara de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL) y la Asociación Civil para la Investigación, Promoción y Desarrollo de los Sistemas Electrónicos Embebidos (ACSE), que reúne profesores del área de ingeniería e informática de más de cuarenta universidades nacionales de todo el país. Así, el 15 de noviembre de 2013, se comenzó a trabajar en la CIAA.
A partir de ese momento, empezó a desarrollarse una labor voluntaria, libre, comunitaria y federal, entre integrantes de universidades, empresas y organismos públicos. “Dado que se trata de un trabajo voluntario es difícil hacer un cálculo de cuánto se lleva invertido, pero podríamos afirmar que la cifra sería de varias decenas de millones de pesos. El 99 por ciento de ese monto son horas de trabajo de desarrolladores”, conjetura Lutenberg.
Tres para triunfar
Si bien a nivel mundial ya existen otros ejemplos exitosos basados en plataformas abiertas con un esquema de negocio mixto entre una comunidad abierta, que puede acceder a un sistema de hardware, firmware y software libre, y empresas privadas que desarrollan módulos cerrados y pagos que expanden las características básicas de la plataforma, la CIAA, presenta tres características que la hacen cualitativamente diferente respecto de las demás, al punto que configura una experiencia única a nivel global.
En primer lugar, es industrial porque se priorizó generar un producto robusto para que soporte las condiciones hostiles de los ambientes fabriles en los que abundan ruidos, vibraciones, temperaturas extremas, picos de tensión e interferencias electromagnéticas.
En segundo lugar, es abierta porque toda la información sobre su diseño está gratuitamente disponible en la web para que sea usada sin restricciones por empresas y profesionales en sus productos y procesos productivos, sin que sea necesario notificar en forma alguna sobre su uso, y pudiendo cada uno modificar libremente el diseño publicado para adaptarlo a sus propias necesidades.
Y, en tercer lugar, la CIAA constituye el primer caso de una plataforma concebida de modo que su diseño puede ofrecerse en versiones basadas en microcontroladores de distintas marcas para dotarla así de mayor flexibilidad. Sería como si un coche pudiera funcionar con un motor de cualquier empresa automotriz. En consecuencia, la CIAA, además de ser la primera computadora industrial abierta, es también la primera computadora realmente libre del mundo, ya que su diseño no está atado a los procesadores de una determinada compañía, como ocurre con otras computadoras abiertas.
“Si un empresario compra un producto cerrado a una empresa, nacional o del exterior, muchas veces está comprando algo que vende un proveedor único y queda atado a ese proveedor y a sus decisiones futuras. ¿Qué pasa si después de un tiempo esa compañía empieza a aumentar sus precios o se funde y no te puede vender? En muchas ocasiones esa pyme queda realmente en problemas. Acá eso no existe”, explica Lutenberg.
La CIAA cambia la lógica con la cual se agrega valor a la producción industrial porque rompe un esquema individual donde cada empresa debe afrontar en soledad todos los costos, riesgos e incertidumbres que implica el desarrollo de nueva tecnología, y lo reemplaza por otro colaborativo en el que muchos de esos riesgos y costos se minimizan gracias a esta nueva forma de construir conocimiento.
En el aula
Además de la industrial, el proyecto incluye una versión educativa de la plataforma, la EDU-CIAA, más simple y de menor costo, para lograr un impacto en el ámbito de la enseñanza. Dado que la iniciativa cuenta con el apoyo de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación y el Consejo Federal de Decanos de Ingeniería, se espera que las instituciones educativas de todo el país adopten rápidamente esta plataforma para la formación de sus estudiantes, de modo que la inserción laboral de los jóvenes profesionales sea mucho más rápida y directa, y al mismo tiempo, lograr que en la enseñanza de estas tecnologías se usen sistemas diseñados y fabricados en el país, y no en el exterior como ocurre actualmente.
Las distintas versiones de la EDU-CIAA utilizan los mismos procesadores y programas que la CIAA industrial, de modo que los estudiantes aprenden a resolver problemas reales y pueden aplicar sus conocimientos y desarrollos en ámbitos laborales y emprendimientos tecnológicos. “Este es un punto clave porque cuando cualquier estudiante hace un desarrollo exitoso en la versión educativa, rápidamente puede pasarse a la industrial. No se producen demoras por necesidades de adaptación”, se entusiasma Lutenberg.
Las casi 50 facultades que participan de la ACSE consumen alrededor de cinco mil plataformas de desarrollo por año, por un costo de alrededor de dos millones de pesos, que casi en su totalidad se utilizan para adquirir plataformas de desarrollo fabricadas en el exterior. Si se suman terciarios y escuelas técnicas el número se multiplicaría por diez o veinte, lo que permite vislumbrar el potencial de esta plataforma.
Actualmente, la CIAA educativa ya está lista para salir al mercado, a tal punto que ya se hizo una preventa de mil unidades. “Nuestra sugerencia era que se vendiera al precio de 5 kilos de helado, ahora con el aumento del helado creo que estamos en los 4 kilos”, relata Lutenberg con buen humor. Y completa: “las placas ya se están fabricando y en breve van a estar listas las primeras mil. De la preventa participaron 59 facultades y se compraron en distintas lugares del país”.
Presente y futuro
Luego de un año y medio de trabajo, dos empresas privadas han encarado el desafío de la fabricación y venta de dos versiones diferentes de la CIAA basadas en distintos procesadores. “Una de ellas ya armó el prototipo y lo validó exitosamente. Ahora está encarando la fabricación en serie y una vez finalizada va a lanzarla al mercado”, explica Lutenberg. Hay que tener en cuenta que a estas primeras dos firmas se le pueden sumar muchas más, sin ninguna limitación, ya que al ser su diseño libre y abierto, cualquier interesado puede fabricar su propia versión de la plataforma.
Además, en diferentes ramas industriales diversas empresas están desarrollando distintos prototipos de equipos basados en la CIAA. Por ejemplo: en el ámbito del equipamiento médico se ha incorporado a una incubadora para bebés prematuros donde se controlan variables como temperatura, humedad y oxígeno, entre otros; en el transporte ferroviario es parte de un sensor para medir la temperatura de los rieles; empresas energéticas han usado la CIAA para el desarrollo de antenas autoorientables para campamentos petroleros; en el agro, para el diseño de un sistema dosificador para siembra de precisión; también se ha desarrollado el drone CIAAcopter, un cuadricóptero que sobrevoló la base Marambio y el campamento de Isla Vega en una misión del Grupo de Glaciología del Instituto Antártico Argentino.
Por otro lado, se está avanzando en desarrollos cada vez más complejos con nuevos diseños de la CIAA orientados hacia sistemas críticos (aquellos en los cuales una falla puede provocar pérdidas económicas significativas o daños en la vida humana) y hacia aplicaciones de alta capacidad de cómputo, como los sistemas de visión y procesamiento de imágenes en tiempo real y el manejo de pantallas de alta resolución.
Pero más allá de esta enumeración de casos exitosos o de la descripción de sus distintas versiones, no hay que perder de vista que la CIAA no es sólo un producto sino que se trata de un proyecto mucho más ambicioso. En ese sentido, su meta no es la venta a granel de la plaqueta sino la conformación de un ecosistema propicio para la investigación y la transferencia tecnológica que posibilite la introducción de nuevas metodologías en el desarrollo de productos y procesos productivos de las pymes industriales y genere nuevas capacidades en la educación.