Apunten contra la galectina
El tumor de páncreas, uno de los más severos y con pocas posibilidades de tratamiento, podría encontrar un freno en terapias orientadas a bloquear la capacidad del tumor de evadir el sistema inmune. La clave es la inhibición de la galectina-1, según surge de un trabajo realizado por investigadores argentinos y catalanes.
El cáncer de páncreas es actualmente la tercera causa de muerte según estadísticas de la Sociedad Americana del Cáncer, y se estima que en 2030 llegará a ocupar el segundo lugar en ese ránking macabro. Es una enfermedad mortal, de difícil tratamiento y pocos meses de sobrevida. Pero una investigación que acaba de publicarse abre la posibilidad de desarrollar una terapia que, al bloquear una molécula, pueda interferir en la progresión del tumor y permita que el propio sistema inmune del paciente pueda derrotarlo.
Una clave se encuentra en la galectina-1, una proteína que los tumores fabrican en exceso para evadir las defensas del organismo y poder desarrollarse con plenitud. Por eso, bloquear su presencia es una estrategia para desarmar el tumor y quitarle su poder invasivo.
En efecto, en experimentos realizados en ratones, al eliminar genéticamente galectina-1, el tumor de páncreas tuvo un menor desarrollo, fabricó menor cantidad de vasos sanguíneos (que le proporcionan oxígeno y nutrientes) y tuvo menor capacidad para invadir tejidos.
“Pudimos observar que Galectina-1 regula distintos eventos del cáncer de páncreas, incluyendo la proliferación del tumor, la generación de nuevos vasos sanguíneos y la metástasis, lo que evidencia el gran potencial que tendrían los inhibidores de esta proteína, ya sea en forma separada o en combinación con otras terapias”, afirma Gabriel Rabinovich, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del CONICET en el Instituto de Biología y Medicina Experimenta (IBYME).
Estrategia de evasión
En el 2004 Rabinovich publicó el primer trabajo donde demostraba que la proteína denominada galectina-1 era utilizada por el más grave de los tumores de piel, el melanoma, para evadir las defensas del organismo. Después se vio que la galectina era utilizada por distintos tipos de tumores, y se empezaron a diseñar posibles terapias dirigidas a bloquear a esta proteína y a estimular el sistema inmune para que frene el desarrollo tumoral.
Pero el cáncer de páncreas ofrecía dificultades para la aplicación de la inmunoterapia. “El páncreas presenta un tejido fibroso, el estroma, que lo rodea como un escudo e impide que las células del sistema inmunológico puedan entrar a atacar el tumor”, explica el investigador. En ese órgano, el estroma se compone de un tipo celular que se conoce como células estelares pancreáticas.
Así las cosas, Rabinovich, junto con Pilar Navarro, del Hospital del Mar, de Barcelona, España, decidieron realizar una serie de experimentos en colaboración.
“Se utilizó un modelo de ratón que recapitula de una forma fidedigna las manifestaciones clínicas que ocurren en el cáncer de páncreas humano”, señala. Los ratones en cuestión tienen mutados genes vinculados a la generación de tumores y, de modo inexorable, en algún momento desarrollan un tumor pancreático.
“En el páncreas, a diferencia de otros tipos de cáncer, galectina-1 se encuentra alrededor del tumor, en el estroma”, destaca.
Luego, los investigadores decidieron cruzar genéticamente esos ratones modificados, con otros, también modificados, que no producen galectina-1, y luego se compararon esos ratones con los que sí producen la proteína.
“Los resultados fueron prometedores”, subraya. En efecto, se logró observar que, en los ratones que no producían galectina-1, con el tiempo se enlentecía el proceso tumoral: el tumor proliferaba menos, producía menos vasos sanguíneos y las células inmunológicas lograban penetrar al tumor; y, como resultado, hubo menos metástasis.
Asimismo, “cuando a esos animales les inyectamos células estelares de páncreas que contenían altos niveles de galectina-1, el tumor empezó a crecer en forma progresiva”, comenta Tomás Dalotto Moreno, investigador en el IBYME, que participó en este trabajo, publicado en las actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (PNAS).
“Esta investigación podría abrir la posibilidad de aplicar inhibidores de galectina-1 en el cáncer de páncreas, que ya probamos en otros tipos tumorales, en combinación con otras terapias”, anticipa Rabinovich.
Su plan es programar nuevos experimentos en cáncer de páncreas, en colaboración con el grupo de Pilar Navarro. Mientras tanto, en su laboratorio del IBYME, donde dirige un equipo de treinta investigadores, sigue trabajando a tiempo completo para llegar lo más pronto al paciente y seguir evaluando el efecto de galectinas en distintos tipos de cáncer y otras patologías, como enfermedades autoinmunes e infecciosas.