Plantas acuáticas contra la contaminación
No sólo detectan la presencia del arsénico en el agua, sino que también, en algunos casos, lo absorben quitándolo de arroyos o ríos de la Argentina que pueden cargar con este contaminante. Se trata de dos plantas acuáticas muy habituales en el país, comúnmente llamadas “cinta americana” y “helecho de agua”.
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Son plantas acuáticas muy comunes en el país, y ahora un equipo de científicos halló que permiten detectar arsénico, un peligroso tóxico muy presente naturalmente en cursos de agua dulce del mundo, y en especial, en la Argentina. No sólo resultan biosensores muy útiles para determinar la contaminación, sino que algunas de ellas, absorben este veneno a través de sus raíces, lo acumulan, y lo retiran así del agua, convirtiéndose en biorremediadoras.
“La contaminación por arsénico de las aguas subterráneas es un problema serio en muchas regiones de América Latina, que causa graves riesgos para la salud humana”, coinciden en destacar María Gabriela Lagorio y Analía Iriel en una entrevista realizada en el Departamento de Química Inorgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “En nuestro país esta cuestión es sumamente importante y afecta a muchas poblaciones rurales”, señalan.
Cómo detectar este tóxico con sensores naturales fue el primer paso de este equipo de investigación también integrado por Alicia Fernández Cirelli de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA y Gavin Dundas, que utilizó un método no invasivo y novedoso. Se trata de un fluorómetro, una especie de ojo mágico que obtiene información de la planta sin necesidad de hacerle daño.
“Lo único que hacemos es acercar la fibra óptica de un equipo pulsado, que mide fluorescencia de clorofila sobre la hoja, sin necesidad de cortarla de la planta. Es decir, de forma no destructiva”, remarca Lagorio. Este aparato permite detectar si la planta sufre alteraciones en el proceso de emisión de fluorescencia y, con ello, si está sufriendo dificultades que no le permiten llevar adecuadamente su vida, es decir, la fotosíntesis. “A partir del estudio de la fluorescencia uno puede establecer cuán eficiente está siendo la maquinaria fotosintética”, precisa. En este sentido, Iriel detalla: “Trabajamos con tres especies de plantas, a las que sometimos a concentraciones altas de arsénico, de 2 mg/l cuando la legislación actual permite 0.05 mg/l para considerar al agua potable”.
En otras palabras, agregaron al agua donde vivían estos ejemplares cuarenta veces más de dosis de arsénico de la considerada apta para el consumo humano. Los investigadores detectaron que dos de estas especies vegetales registraban cambios en sus niveles de fluorescencia. Se trata de Vallisneria gigantea, conocida como “cinta americana” muy usada en peceras domésticas, y Azolla filiculoides o “helecho de agua”.
“Como resultado de esta investigación, V. gigantea y A. filiculoides fueron propuestas como bioindicadores de ocurrencia de arsénico en medios acuáticos”, revela el trabajo publicado recientemente en Chemosphere.
Este método de medición de fluorescencia de clorofila no sólo se realiza teniendo en la mano a la planta, sino que también se puede hacer desde muy lejos. “La fluorescencia de clorofila puede monitorearse a distancia, desde un avión e incluso desde un satélite a partir de la luz reflejada. Es muy usado en Europa para evaluar la salud de los cultivos o bosques”, destaca Lagorio del Laboratorio de Bioespectroscopía y Fotoquímica Ambiental e investigadora del INQUIMAE (UBA-CONICET).
No sólo son sensores
Si bien resulta un gran logro conocer cuáles son sensores naturales para determinar si un área está contaminada con este elemento tan diseminado en la Argentina y que resulta un riesgo a la hora de consumir agua potable, el equipo de investigación dio otro paso más y se planteó: ¿Qué capacidad tiene la planta de absorber arsénico vía raíz, acumularlo y retirarlo del agua? “Evaluamos la remoción de arsénico del agua. En particular, el mejor resultado lo dio V. gigantea, que permitió eliminar entre un 14% y 17% de 2 mg/l”, destaca Iriel, que pertenece al Instituto de Investigaciones en Producción Animal – Centro de Estudios Transdisciplinario del Agua, y es investigadora del CONICET.
Este resultado mostró que no ocurría lo mismo en el mundo acuático y en el terrestre. “Los helechos en la tierra suelen ser buenos acumuladores de arsénico, pero no ocurrió así en los acuáticos”, remarcan.
Ahora, el equipo se encuentra estudiando dónde acumula la planta este tóxico y qué pasa en su interior. “La planta lo absorbe por raíz y en el mejor de los casos llega a la hoja”, indica Lagorio y enseguida agrega: “Una vez que la planta absorbe el contaminante habrá que analizar cuál es la vía más conveniente para separar definitivamente el tóxico del medio ambiente, procediéndose generalmente a una incineración controlada de las plantas y evitando el potencial riesgo de que el contaminante entre en la cadena alimentaria”
Por último, Lagorio concluye: “La remediación con estos ejemplares de plantas muy conocidas en el país, tiene la ventaja de su bajo costo, la facilidad de aplicación y constituye una alternativa interesante en la mejora del medio ambiente”.