Un mar lleno de vida
Ricardo Matano, oceanógrafo argentino, hoy en la Universidad de Oregon de Estados Unidos, estudia modelos que simulan fenómenos para entender los motivos de la gran productividad de fitoplancton o plantas flotantes, que convierten al Atlántico Sur en una zona sumamente fértil.
Un argentino en Oregon. Desde allí, este científico se zambulle en las aguas australes, con modelos teóricos para simular fenómenos que entran en juego a la hora de hacer a esta región del Atlántico Sur sorprendentemente productiva. Se trata de entender las causas de esta abundancia de fitoplancton, plantas flotantes con gran capacidad de realizar la fotosíntesis, y con ello absorber parte del dióxido de carbono, producido por la contaminación, que genera efectos en el clima. Él es Ricardo Matano, oceanógrafo graduado en la Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.Luego de su paso por Puerto Madryn, y más tarde por la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, ahora es profesor en la Universidad Estatal de Oregon, y volvió al país para asistir a las X Jornadas Nacionales de las Ciencias del Mar en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. En un descanso del encuentro, habló con NEX.
– La zona sur del Atlántico es rica en clorofila …
– Sí. La porción austral del Atlántico Sur, es decir, la región que se encuentra al sur de, aproximadamente, los 40˚ de latitud Sur, es una de las zonas oceánicas más productivas a nivel mundial.
– ¿Duplica a otras zonas?
– La productividad primaria del Atlántico Sur es el doble a la del Pacífico y del Índico. De hecho, debido a su alta productividad primaria, el Atlántico Sur es una región extremadamente importante no solo para los distintos ecosistemas marinos, sino también para el sistema climático.
– ¿Esto fue el motivo de su interés desde hace tiempo?
– Exacto. Hace más de veinte años que, en colaboración con investigadores de Bahía Blanca y de Buenos Aires, estudiamos los procesos físicos que contribuyen a la productividad de esta región. Es importante destacar que estos procesos no solo son de interés regional sino también mundial. De hecho, mi trabajo de investigación durante todos estos años ha estado enteramente financiado por la National Science Foundation y la NASA, las cuales son dos de las principales agencias de financiamiento científico de los Estados Unidos. En tanto, la investigación de mis colegas argentinos fue cubierta por la Agencia y el CONICET.
– Una de las hipótesis planteadas sobre la abundancia de clorofila se debería a que los vientos patagónicos llevarían hierro al océano…
– Hay varias hipótesis. Una de ellas es que los vientos llevan hierro a los océanos y, con ello, lo fertilizan. Pero no son la única fuente. Creo que hay otras más importantes como los procesos que están ocurriendo dentro de nuestra plataforma marítima, los cuales están asociados con la circulación regional. La plataforma argentina es un sistema bastante único al estar sujeta a procesos muy intensos de fertilización. La corriente de Malvinas, por ejemplo, tiene un caudal de 50 a 70 millones de metros cúbicos por segundo, lo cual es equivalente a la descarga combinada de dos mil ríos de la Plata. ¡Es asombroso! Además de la contribución de la corriente de Malvinas, la fertilización de la plataforma patagónica es asistida por otros procesos físicos como la mezcla inducida por los intensos vientos de la zona patagónica, o sus excepcionales mareas, las cuales tienen amplitudes que, en el extremo sur del país, llegan a diez metros. También contribuyen a la fertilización las descargas del Río de la Plata, que es el segundo río más caudaloso del hemisferio sur, y las descargas de aguas subterráneas.
– Es un cóctel
– Exacto. Es un cóctel de procesos que contribuyen a hacer estas zonas oceánicas tan extraordinariamente fértiles.
– Dentro de este panorama, ¿también hay aumento de intensidad de los vientos?
– Debido al cambio climático se ha observado una intensificación de los vientos en los mares australes, particularmente en la región que está al sur de los 40° de latitud. Nuestros estudios anteriores sugieren que tanto el transporte de la corriente de Malvinas como los intercambios entre la plataforma Argentina y el mar profundo están modulados por el viento. La pregunta que ahora estamos intentando responder es cómo esos aumentos van a afectar al sistema de producción primaria y, por ende, a las pesquerías de la zona patagónica. ¿Aumentarán la producción? El problema es sumamente complejo. Si aumenta el viento, nuestros modelos indican que, por un lado, van a aumentar los procesos que contribuyen a la fertilización pero también se van a intensificar los procesos que dispersan las aguas y decrecen la fertilidad del sistema. No es obvio, por lo tanto, cuál va a ser la respuesta final del sistema patagónico al cambio climático. Este es un problema con implicaciones sociales y ambientales muy importantes.
– En esta gran movida del mar, nutrientes depositados en el fondo suben y vuelven a generar vida.
– Exacto.
– ¿De qué se tratan esos nutrientes?
– Nuestra investigación está fundamentalmente centrada en los procesos físicos que traen micronutrientes, en particular, hierro. En realidad, los mares australes contienen muchos nutrientes en la capa superficial pero tienen una baja productividad primaria porque carecen de los micronutrientes que permiten completar el ciclo biogeoquímico. La importancia del hierro está muy bien ejemplificada en una célebre frase del oceanógrafo californiano John Martin quien, en una charla dada en Woods Hole, dijo: “Denme un barco lleno de hierro y yo les daré una nueva era de hielo”. La idea es que si uno pone suficiente cantidad de hierro en los océanos del sur se van a generar grandes afloramientos de clorofila, lo cual convertiría a toda la zona antártica en el equivalente a un gran bosque que, consecuentemente, tendría la capacidad de captar grandes cantidades el dióxido de carbono con el consecuente impacto sobre el clima. La pregunta básica que guía nuestras investigaciones es: ¿Cuáles son los procesos físicos que permiten traer esos hierros a la superficie? Y ¿Por qué la región del Atlántico sudoccidental, y en particular el talud patagónico, tiene los mayores afloramientos de todo el hemisferio sur? La búsqueda de respuestas a esta pregunta no solo es importante sino también fascinante.